Una hora antes
Katherine
-Silas. No entiendo que le ven a esa niña, o sea... de verdad ¿Por qué le tienes miedo?-
-Deberías tenérselo.-
-¿Yo?, Vamos soy Katherine Pierce vampiresa de 500 años.-
-Katherine, ¿al menos sabes su edad?-
-No. ¿Por?-
-Ella es mayor a ti, es la clave de nuestra existencia y la haz hecho encabronar.-
-Mira Silas, la Barbie vampiro solo es una escuincla pendeja que se siente poderosa.-
-Mira, si se siente o no, no es mi problema, me ha dado un ultimátum, y he de cumplir.-
-¿Ultimátum? Suena apetitoso, ¿Qué es? ¿Sexo?-
-No seas estúpida, es hija de Elijah Mikaelson una persona muy importante para el mundo de los sobrenaturales. Yo en tu lugar le temería.-
-Silas, tienes aproximadamente la edad de Elijah, 1000 años, es más... estuviste dormido un tiempo, ¿porque le temes a ella?-
-Porque ella tiene el poder de matarme, ella ha heredado los poderes de Quetsya.-
-Siguen con la estupidez de que es el balance de lo sobrenatural... por dios...-
-Katherine, no es una estupidez, de hecho... lo es, yo incluso creía lo mismo que tú, pero al verla moverse, verla sufrir todo ese poder que lleva a cuestas, me hizo darme cuenta de que en realidad lo es, sabe cosas anteriores a mí, sabe de la cura que tengo en mi poder, y me ha permitido usarla para persuadirte a venir, pero sola me has ayudado.-
-Bueno, hasta no ver no creer, así que... veamos que tiene la niña.-
Caminamos por un sendero en Somerset, odiaba venir a Reino Unido, era uno de mis peores errores tras alejarme de Bulgaria, odiaba ese país porque ahí fue donde mi pesadilla comenzó, y tenía que volver. En la calle había casas, pero una en particular llamó mi atención.
-¿Qué?-
-Quiero esa casa-
-Hahahaha.-
-¿Qué es lo gracioso?, la quiero y la tendré, así tenga que matar a los dueños.-
-Inténtalo.-
Me acerqué a la puerta, intenté llamar, pero Silas abrió y entró.
-Demonios, es aquí...-
Me tomó del brazo y me empujó hacia adentro.
-Te prometí que te la traería, aunque debo decir que fue más fácil de lo que imaginé-
-¿Qué hace ella aquí?- preguntaron tanto Damon como el tipo ese... seguramente un vampiro nuevo.
-¿Qué rayos pasó aquí? Acaso Damon ¿ya te dijo que me ama?- dije burlándome, y le hice cabrear más de lo que podía aparentar.
-Cierra la boca.- dijo apretando los dientes.
-Tss, tss, la verdad incomoda.- respondí.
Dio un ágil movimiento rápido y me mordió el cuello inyectando veneno de licántropo, el cual ardió cuando estuvo en contacto, pero no grité. Enseguida me lanzó contra la pared más lejana de la casa.
Damon le abrazó intentando contener su furia contra mí, lo que di por hecho que el me seguía queriendo, ya que ella lo lanzó lejos; esa sería mi salida de esa casa.
-No te hagas esto a ti misma.- dijo el escuincle ese mirándola.
-Cada vez está más cerca que por culpa de engendros como ustedes tenga yo que morir, yo quería hijos, una familia normal, humana, pero no lo tuve, pero esa perra desgraciada tiene una, y después de que le salvé el trasero de mi tío me traicionó ¡¡¡despertando a Mikael!!!-
-Yo no lo hice- grité poniéndome de pie
-Lo hiciste-
-Claro que no.-
-Katerina, lo hiciste, ¿olvidas que te salvé el trasero de la venganza de mi tío? ¿Por qué despertaste a Mikael?-
-Quiero mi libertad, con Klaus vivo no puedo tener mi libertad.-
-Si mi tío muere, ¡mueres con él idiota!, eres su descendencia, todo tu maldito esfuerzo habrá sido para que tu mueras también.-
-Jamie, me debes...-
-Cierra la puta boca Silas, no me hagas desistir de mi promesa, largo de aquí, cuando esté en calidad de hablar contigo de llamaré, de otra manera solo me estorbas aquí, ¡LARGO!-
Silas se fue.
-Perry, vete.-
-No, hasta que sepa que vas a estar bien.-
-Vete.-
-No, sabes que no me das miedo, quiero dejarte bien.-
-Necesito hablar con esta perra...-
-Hey, más respeto que soy tu mayor.-
Levantó la mano y sin tocarme una fuerza proveniente de su mano me comenzaba a quitar el aire.
-Jamie, suéltala.-
-Perry, por favor... quiero que te vayas porque no quiero hacerte participe de un crimen sobrenatural.-
-Jamie déjala.-
Miré a Damon, estaba sentado mirándola con los ojos llenos de lágrimas, no se inmutó a decirle nada.
Ella se dio por vencida ante la mirada reprobadora del escuincle ese. No estaba en control total, así que me di un minuto para recuperarme. Tenía en mi bota una daga de plata, eso ayudaría a debilitarla, se la había quitado a Mikael antes de despertarlo, tosí un poco y me decidí clavársela, así que tomé un poco de vuelo y corrí clavándosela en el corazón por la espalda.
.¡¡NO!!-
Cayó de rodillas, sabía que quizá la dormiría si estaba un poco iracunda, pero no sabía lo que estaba por sucederme, Damon me aventó contra la pared, la ira lo hizo hacer eso, nunca me había tocado así, me estaba retando. Se acercó a ella y lentamente le quitó la daga.
-Nena, ¿estás bien?-
Ella miró hacía en donde yo me encontraba tirada, me miró y sentía como mi cuello tronaba, pero no lo rompía. Se puso de pie si necesidad de ayuda de ninguno de los 2.
-¡Silas!- dijo –Silas ven.-
Silas apareció un minuto más tarde.
-¿Qué?-
-Dámela.-
-¿Darte qué?-
-Dame la cura.-
-¿Qué? NO, no me puedes hacer esto.-
-¿Qué?- preguntó. Parecía que había apagado sus emociones, porque la sorpresa de Damon lo dijo todo, estaba dispuesta a todo.
-No serías capaz de traicionarme de esta manera Jamie, tú no eres como Klaus- dije tratando de no usar mucho oxígeno.
-Exacto, no soy nada como él, él ha tenido paciencia, pero yo no la tengo. Haz dicho que quieres tu libertad, y te la voy a dar.- dijo dando una sonrisa burlona. –De hecho voy a hacer que seas libre de la maldición que te dio mi tío.-
Introdujo una capsula pequeña con sangre a mi boca, me obligó a tragarla, pero no lo hacía, enfadada y con los puños cerrados, creí que me pegaría, pero no lo hizo, solo abrió la mano y sentí como la sangre recorría mi boca hasta mi garganta. Me rompió el cuello.
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In The Shadows: Born To Die
VampiroCuando el orden natural de la tierra se ve afectado por la brujería, la propia naturaleza se ve obligada a crear un orden. Luego de varios siglos vagando por el mundo, los vampiros originales, han creado una línea extensa de sangre, los hombres - lo...