Guerreros del Olimpo

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Bajo la orden de Zeus, Ares siguió con su trabajo de calificar a cada uno de sus hermanos como combatientes, les criticaba con rudeza, pero al final de revisar todos los dioses no pudo negar el talento de varios de ellos y cuando estuvo listo pidió audiencia con su padre que complacido escuchó el informe, no le quedaba queja alguna de su trabajo y era algo que alcanzó a enorgullecer a Ares, pese a que no lo reflejó

Le entregó a Zeus un pergamino con el nombre de cada uno de ellos y el análisis de sus habilidades de combate, el dios rey los vio con detenimiento palideciendo lentamente, eran más de los que esperaba encontrar, eran más que él sin duda alguna y a diferencia de Hades, Poseidón y él, ellos eran expertos en el manejo de distintas armas, lo que los hacia un peligroso y reducido ejército, demasiado completo para su gusto.

Ares tenía el dominio de la lanza pero al ser el dios de la guerra, sabía el manejo de cada arma, Eris y Atenea la espada, Apolo y Artemisa la arquería, Hefestos y su fuerza bruta para la batalla cuerpo a cuerpo... todos eran una amenaza para él, todos podrían iniciar su ruina, habría de separarles para garantizar la estabilidad del mundo como se conocía hasta la fecha, o tal vez, no sería necesario, Hera había hecho un excelente trabajo enemistándoles... forzarlos a convivir solo ayudaría a que se despreciaran y cada quien tomara su camino, eso haría, además, con Eris presente sería inevitable que no riñeran, la venenosa arpía que había procreado Hera, traía el caos a donde fuera

Mandó a llamarles y habló con solemnidad bañándoles en halagos a todos por igual, identificaba en sus hijos las distintas reacciones a sus palabras, la extrañeza de sus legítimos hijos de ser tratados de tal manera, ni siquiera lo creían, Hefesto los miraban sin asimilar lo que ocurría; por su parte, encontraba prevención en sus favoritos, muchas eran las tareas que les había delegado en corto tiempo como para temer y acercarse alertas a él, cada vez que les llamaba y el orgullo en Atenea que hincada ante su padre igual que sus hermanos, le sostenía la mirada con una sonrisa resplandeciente y tras varias palabras, Zeus decretó

-Habrán de entrenar juntos, el cuidado del Olimpo si es que alguna vez corre peligro, será responsabilidad de ustedes- sentenció, Atenea sonrió aún más y levantó el mentón honrada de tal cargo, la expresión de sorpresa de Ares, Eris y Hefesto fue inmediata, habían levantado la cabeza en cuanto escucharon eso quedando inmóviles totalmente y sus favoritos contrario a ellos bajaron la cabeza exhalando con resignación- no es un honor, es un deber, si algún día, el Olimpo pena por su incompetencia, habrá de caer sobre ustedes mi furia- advirtió y les vio levantarse

-No pasara, padre, no habrá queja alguna- juró Eris con una mirada destellante a la vez que Hefesto afirmaba con las manos empuñadas para controlar lo que estuviera sintiendo, Ares solo afirmó a su advertencia

-Puede estar tranquilo, padre, si aquí estamos los mejores, solo puede esperar excelencia de nosotros- aseguró Atenea respirando profundo y lento como para que se notara el movimiento de su tórax- empezaremos mañana mismo a entrenar, ya lo verá, ha tomado la mejor decisión- se explicó con elocuencia y elegancia volviendo a reverenciarle para darle la cara sonriente- gracias por esta oportuni...- empezó a decir

-¿Y ustedes?- interrumpió callando a Atenea y logrando que sus cuatro hijos miraran a los mellizos, le dolía hacerles aquello, pero la estabilidad era superior al cariño que pudiese sentir y si debía sembrar las semillas de discordia que luego Eris esparciría por el grupo, debía empezar desde el primer momento- ¿algo que decir? Si no quieren estar aquí, es momento de declinar, se los permitiré- prometió y no obtuvo respuesta, ya habían tenido que aprender que cuando Zeus ordenaba se obedecía- que así sea, mañana regresarán los astros a Selene y Helios para que se dediquen a entrenar- les exigió y afirmaron y sin apartar la vista de ellos dos, volvió a hablar- Ares, quedas a cargo, cada falla, recaerá en ti- ordenó y le vio ponerse firme acatando su orden con el porte militar que tenía siempre- márchense, Artemisa, quédate- pidió y les vio salir reconociendo el recelo en sus otros hijos y la prevención en Apolo de dejarla sola con él- aceptaré tu pedido de conservarte virgen, no es lo que quisiera de ti hija mía, pero si he de ser franco, es una tranquilidad saber que no permitirás que ningún hombre profanará tu cuerpo- autorizó y se sintió complacido al verla sonreír y lograr que su mirada celeste brillara

La Legión del Olimpo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora