La Legión del Olimpo [Completa]

Revelación

Habían fronteras que jamás se debían cruzar planteaba Zeus desde su sitio, cierto día en que había permitido a sus mellizos delegar funciones para cazar, tuvo que recordar aquel hecho que había olvidado, eran excelentes arqueros, demasiado buenos, de perfecta puntería como para representar una amenaza si quisieran, sus flechas eran letales y podría llegar un disparo suyo desde cualquier parte sin ser visto por los demás, temió por sí mismo y convenciéndose de estar paranoico llamó a su hijo, nadie mejor que el dios de la guerra para dar su veredicto sobre la amenaza que pudieran representar los mellizos de Leto para él y una vez le vio llegar se irguió en su puesto con potestad

-Ve a Delfos, tus hermanos están allá, observa, cuando regreses me dirás lo que viste, critícales como si de dos de tus guerreros se tratase- ordenó y le vio salir tras hacer una reverencia sintiendo incluso nauseas de pensar en ello- Ares- le llamó cuando ataba el carro a los caballos- vigila a tus hermanos como si fueses a buscar tu ejército, a todos- concluyó y volvió al templo

Esa, como ya se ha dicho era otra época, época en que Ares aun intentaba ganar su lugar como legítimo y ocupar con orgullo el lugar a la diestra de su padre, por lo que aun escuchaba sus mandatos y los cumplía dentro de su rigor, además, si pedía un informe de sus perfectos bastardos él se los daría, no había nada rescatable en ellos, de eso estaba seguro y montado en su carruaje emprendió a Delfos para pisar por primera vez la tierra desconocida y guiado por el sonido de las flechas llegó al interior del bosque, justo por el claro de luna que había oculto tras el templo aun sin patrón y desde ahí les vio

Competían, no solo practicaban puntería, sino que competían y detestó su misión, en un comienzo le había intrigado la petición de su padre, pero el simple hecho de saberse niñero de sus astros e informante del trueno, terminaron por hacer que detestara su deber, renegó cargado de odio y de repente la sana competencia entre los mellizos, se transfiguró en una riña, los observó por unos instantes sin saber que pasaba y finalmente lo supo, sin proponérselo había logrado influenciar a sus hermanos con su sed de batalla, y todo por el disparo de Artemisa, sonrió complacido al ver en ellos el aura negra rodeándoles

Orgulloso se irguió y siguió observando la situación que recreaban los mellizos de Leto, se miraba las manos sin terminar de creerlo, ¿podía influenciar los dioses a la batalla? Siempre había pensado que ellos eran autónomos de aquellos que estaban a su nivel, obviamente, sus padres y tíos eran obedecidos por todos porque tenían la potestad de influenciarles, pero que él pudiera incitar a los bastardos de su padre, era un nuevo descubrimiento, se sintió poderoso y una sonrisa macabra se fijó en su rostro

Jamás se había planteado esa opción, pero era normal que causara conflictos, Eris y él siempre causaban eso, eso y nada más, lamentó por unos instantes, pero justo cuando podía alcanzar a contrariarse, escuchó la bofetada que le dio Artemisa a Apolo antes de cargar su arco y apuntarle decidida a disparar, ¿podrían hacerse daño? ¿Ellos que se adoraban tanto como para haberle pedido a Zeus un día libre para verse? No, sabía que no, pero también sabía que lo harían estando bajo su influencia y agradeció tener la habilidad de crear guerras por cosas tan absurdas como el haber disparado antes de tiempo y justo cuando estaba empezando a planear que hacer contra los favoritos de su padre, notó el cambio de color en los ojos de Apolo e inmediatamente le vio girar hacia el árbol desde donde les observaba y disparar

-Cuidado con eso Apolo, no son juguetes, primero aprende a usarlos- burló al ladear la cabeza antes que la flecha le diera y quedara clavada en la corteza del árbol- ese es el modo en que das la bienvenida a los mayores- ironizó intrigado por el ataque sorpresa, ¿A qué se debía?

-¿Qué me dices de querer hacernos pelear para tu entrenamiento personal, Ares?- le hizo frente cargando otra flecha mientras Artemisa se ponía en posición como si recién despertara de un hechizo y le apuntó al verle bajar del árbol