Capítulo 19: Marcada

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Ya eran las 17:00 de la tarde, no había hecho mucho durante la mañana pero sí lo suficiente como para que ya fueran las 17:00 de la tarde. Estaba deseoso de salir por la puerta en busca de conseguir algo que hiciera sentir como un auténtico aventurero. Iba a hacer lo mismo de siempre, esta vez iba a coger la riñonera para meter la linterna y las pilas y junto con ello coger mi móvil.

Ya era hora de irme, cogí la bici y pedaleé hasta llegar a la entrada de siempre. Fui hasta el lugar del hotel abandonado, quise no tener miedo pero aún así, recorría mi cuerpo. Subí las escaleras sin hacer apenas ruido. Quería saber si aquella mujer sólo cambiaba de día o sería así para siempre. Llegué al punto de destino, la mujer estaba tirada en el piso, ya no tenía ese tono raro en la piel, parecía normal.

Fui corriendo hacia ella, le dije: "¡Oye, despierta joder! ¡No te mueras ahora!" Escuchó mis palabras, abría los ojos poco a poco. Me dijo: "Que pasa, ¿me pasó algo raro anoche?" Le conté todo lo que pasó, se quedó sorprendida ante lo que le dije. Le pregunté: "¿Acaso no te acuerdas de lo que pasó?" Me respondió que no, que no recordaba nada de nada. Me sentía extrañado, ya que parecía consciente pero no ella exactamente. Le dije: "No te preocupes, pienso quedarme esta noche para ver que pasa, quiero resolver esto de una vez." Me contestó lo siguiente: "No quiero hacerte nada, si notas que estoy muy mal, corre, sólo quiero que escapes de mí en caso de que sea algo extraño y sea un monstruo, por favor, solo escapa." Estaba de acuerdo con ella pero yo mismo sabía que iba a conseguir algo esa noche.

Le pregunté que si le había hecho algo a alguien, me dijo que no. De eso ella estaba segura. Me fui del lugar durante un rato para que se hiciera de noche pero yo seguía por esa zona.

Ya eran las 21:30, hora de que anocheciera. Me dirigí al hotel, cada poro de mi cuerpo sudaba sólo por el hecho de que me encontraba sólo en esa situación.

Subí aquellas escaleras, así fue, ella estaba ahí, con ese tono verde en la piel. Estaba cagado, no se dio cuenta de que yo estaba a unos metros detrás suya. Sólo se me ocurrió fijarme bien en las escaleras para saber donde estaban ubicadas para cuando tuviera que salir por patas. Ya sabía lo que iba a hacer, tiré una piedra cerca de dónde se encontraba ella, se giró. Su cara... No era su cara, ni mucho menos, iba avanzando de pie poco a poco hacia a mi. Estaba paralizado ante lo que estaba viendo, le apunté con la linterna e hizo un gesto con el brazo como para taparse y echarse hacia atrás. Gritó por el dolor que le causó la luz, no fue un grito muy fuerte pero sí fue lo suficiente como para que yo saliera corriendo y volviera a mi casa ya mismo.

No tenía ni la más mínima idea de si esa noche iba a dormir bien.

Sin rastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora