Una oportunidad...

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Una oportunidad...


–Said separó sus labios de los labios de Ariana lentamente, él la observaba mientras ella abría sus ojos despacio, todavía incrédula a las sensaciones que había sentido probando los labios de Said, pero y cómo no iba a sentir tantas emociones si ese hombre desde que lo conoció lo único que ha hecho es apoyarla, protegerla, cuidarla todo lo que Rafael en esto últimos meses no había hecho–

–Ariana yo –Said la miro con miedo, la última relación que había tenido fue muy complicada y se había prometido así mismo nunca más volverse a enamorar, pero cómo no enamorarse de la ternura e ingenuidad de Ariana, la dulzura esas ganas que de repente aparecieron por luchar por ella por su hijo– me enamoré de ti –Ariana lo miro con asombró nunca imaginó que esas palabras salieran de los labios de Said, ella estaba confundida–

–Said –él la miro esperando su repuesta y aunque tenía miedo de las palabras que Ariana iba a expresar necesitaba saber lo que pensaba pero sobre todo lo que sentía– yo estoy confundida –sus palabras estaban cargadas de sinceridad y Said inmediatamente se dio cuenta– aún no dejo de pensar en Rafael –Said le tomó las manos– pero tú has hecho tanto por mí que no es justo que siga sintiendo cosas por alguien que ya me sacó de su vida

–Dame una oportunidad –pidió Said en suplica, los ojos de Ariana y Said se miraron fijamente y una pequeña sonrisa ilumino el rostro de Ariana y él lo entiendo, se acercó a ella tomó su rostro con sus dos manos y acerco nuevamente sus labios a los de ella, Ariana correspondió el beso, sintiendo la necesidad de olvidar al lado de ese hombre a él único hombre que había amado pero con tristeza y dolor se daba cuenta que él hace tiempo que no sentía lo mismo por ella–



–Tabata se separó del beso y observó el rostro de Alberto, la sonrisa en los labios de él cuando abrió sus ojos y la observo mirándolo hizo que ella quisiera separarse pero no lo permitió–

–Te amo –volvió a repetir con seguridad–

–Alberto tú no –él no dejo que terminará de hablar y estampo sus labios nuevamente en los labios de ella– no puedes –su voz se cortaba entre los besos que Alberto le daba continuamente– estar –de nuevo él la besa para que dejará de hablar– besándome cuando quieras –los labios de él abandonaron su boca– yo te odio –su voz estaba envuelta en placer, le besaba su cuello bajando a sus hombros, Tabata cerraba sus ojos sintiendo pequeñas descarga en su piel, cada que el aliento de Alberto chocaba con su piel– tú no puedes –lo tomó de los rulos haciendo que alzará su cara– besarme así –tomó sus labios con pasión y él bajaba sus manos por su cuerpo– esto no –Alberto volvió a tomar sus labios mordiendo sus labio inferior–

–No digas nada, por favor no pienses, no hables solo déjate llevar por lo que sientes –Tabata lo miro directo a los ojos y él observó un azul intenso, ese azul que muchas veces antes había visto en su mirada sólo que ahora era diferente Tabata no era la misma niña alocada que el hizo suya ciento de veces, ahora era una mujer– te necesito –susurro en sus labios–

–Yo también –contesto ella vencida por el deseo contenido y él entendió que ella había dado la pauta para hacer eso que tanto se moría hacer desde que la volvió a ver, así que sin dudarlo bajo su mano acariciando su cuerpo, la tocaba de una forma tan delicada, tan sutil cómo si fuera una pieza preciosa y tuviera miedo de romperla, bajo su mano un poco más tomando su pierna y subiendo su mano por debajo de su vestido, ella acariciaba su torso sacó la camisa del pantalón y metió sus manos por debajo de la playera de Alberto, él sentía su piel arder con cada caricia que ella le estaba proporcionando, sin dudarlo más Tabata quitó con desespero la camisa de Alberto moría por sentir su piel rozar la suya y él bajo el cierre con sus mano quito los tirantes y se separó un poco de ella para ver su cuerpo semidesnudo–

Me SoltasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora