Me Soltaste

Es ella

Es ella

–Tabata se levantó de sopetón de la silla no podía creer las palabras de Rafael–

– ¡estás Idiota! –Expresó molesta– ¿cómo puedes estar pensando en casarte con esa?

– ¿Qué haces aquí? –Rafael la miro molesto–

–Eso que importa ¿cómo te puedes casar con Paola? Por dios Rafael no te das cuenta la clase de víbora que es

–No voy a permitir que hables así de ella y ahora vete de mi casa –Alberto se puso al lado de Tabata y rodeo con su mano la cintura–

–No la puedes correr está también es mi casa –el tono de voz de Alberto provocaron que Rafael frunciera el ceño–

–No es necesario que me defiendas –le dio una pequeña sonrisa a Alberto– lo mejor es que me vaya, sé que te vas a arrepentir de lo que estás haciendo y espero que no sea tarde

–No voy a dejar que te vayas sola –le acarició el rostro con ternura– te llevo –Tabata negó–

–No es necesario creo que tú y Rafael tienen que hablar –se acercó a Alberto dejando un pequeño besos en sus labios–

–Te amo –expresó Alberto al sentir como sus labios y los de ella se alejaban–

–Te marcó en la noche –él asintió y Tabata salió del despacho–

–Ahora sí ¿cómo es que te vas a casar con Paola? –preguntó sin entender la decisión que Rafael había tomado–

–Paola ha estado conmigo todo esté tiempo, me ha apoyado –Rafael lo observó y Alberto se dio cuenta del dolor que esté reflejaba en su rostro–

–Pero eso es agradecimiento no amor –Rafael se sirvió una copa de wiski–

–Y de que me sirvió amar si me destrozaron la vida

–Rafael Tabata tiene una coartada –Rafael lo observó atentó– ella –Rafael lo interrumpió–

–No me interesa nada que tenga que ver con la vida de Ariana

–Tú la amas no arruines tú vida uniéndola al lado de una mujer que no quieres

–Yo no la amo, yo la odio ella mato lo más importante que tenía en mi vida –sus palabras estaban cargadas de dolor–

–Ariana observaba a Said incrédula de lo que le había pedido, él agradecimiento hacía él era mucho pero no suficiente para unir su vida a la suya, Ariana estaba haciendo un esfuerzo por olvidar a Rafael, pero tampoco quería lastimar a Said dándole esperanzas cuando ni ella misma sabía que iba a pasar cuando saliera de esa prisión–

–Said –tomó sus manos con cuidado cerro la cajita donde estaba el anillo– yo no puedo aceptarlo

–Pero Ariana por favor acéptalo –Ariana negó–

–Said yo estoy muy agradecida contigo por lo que has hecho por mí –Acarició su vientre– por nosotros, pero no puedo aceptar un compromiso así, porque ni yo misma sé cuánto tiempo voy a estar aquí –Said le tomó las manos con dulzura–

–No importa el tiempo, sé que en un par de meses estarás fuera y disfrutaras de él –acaricio con mucha ternura su vientre– sólo te pido una oportunidad –Ariana se acercó a él y le acaricio el rostro–