¡Está muerta!

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¡Está muerta!


–Rafael no podía creer lo que tenía frente a él y mucho menos lo que sus manos tocaban, Alison rompió en llanto y Rafael hizo lo mismo llorar–

– ¡Papi! –Volvió a repetir la pequeña niña con su voz quebrada por la emoción–

–Mi niña –Rafael acariciaba el rostro de la pequeña con ternura no podía creer que la tenía frente a él– ¡estás viva! –expresó con asombro Alison lo volvió a abrazar–

–Papi queremos estar contigo –Rafael esbozo una pequeña sonrisa llena de ternura–

–Nunca más nos separaremos –los ojos de él empezaban a pesar, el alcohol seguía haciendo de las suyas y recargó su cabeza en el sofá, Alison lo miro emocionada se sentó a su lado tomó su mano–

–Nunca más me soltaré de ti –la niña jaló la mano de su padre aferrándose a ella, mientras el trataba de luchar porque sus ojos no se cerraran pero no pudo lograrlo, el sueño lo invadió–



–Alberto pasó por Tabata a la casa, cuando él llegó Mónica ya se había ido, y Paola seguía encerrada en su habitación–

– ¿estás bien? –Preguntó Alberto a Tabata–

–Sabes lo que me pidió Mónica –Alberto la observó negando– quiere que yo me haga cargo de su hija –Alberto sonrío de una manera muy tierna–

– ¿Qué le contestaste? –Tabata suspiro–

–Que eso no sería necesario pero si necesitaba sentir segura que claro que lo haría –Alberto le tomó la mano–

–Gracias –Tabata lo miró– te amo y sé que aunque no lo quieras aceptar tu sientes algo parecido –ella sonrió–

–Claro que te amo, si no fuera así no estuviera a tu lado –se acercó a él y dejo un pequeño beso–



–Matilde después de que Anacleto se fue buscó a los niños, los encontró escondidos en un closet muertos de miedo, los abrazo y trato de tranquilizarlos para después sacarlos de ahí, ella tenía una vieja cabaña a las afueras de san Miguel allende, cerca de la hacienda que Teodoro le dejo a su hijo, pero que muy bien sabía que nunca iban a visitar, en cuanto llegó lo primero que hizo fue hablar con Marcia una mujer adulta pero con una gran ternura que había borrado todos los recuerdos de su mente y cuidando a Marcia se encontraba Janet una joven de unos diecisiete años, sus padres habían fallecido y Matilde se hizo cargo de ella siempre y cuando la ayudara a cuidar a su hermana–

– ¡Ali! –Gritaba Thiago tomado de la mano de Janet–

– ¡Alison! –Gritaba la joven mientras se acercaban a la hacienda– ¡Alison! –la pequeña le dio un beso en la frente a su padre y salió de ahí, no sabía si era bueno confiar en Janet y mucho menos en Matilde y su padre estaba demasiado tomado para darse cuenta que la pequeña había estado a su lado, con miedo de que si lo encontraran le fueran hacer algo y con la ilusión que su padre regresara por ellos, salió de la hacienda por la puerta trasera, evitando que Janet se diera cuenta en donde estaba–

–Aquí estoy –Thiago salió corriendo a abrazarla y ella le dio una manzana–

–y ¿esa manzana? –preguntó Janet sorprendida–

–Me la encontré

–Ali no puedes entrar a las casas y tomar cosas

–Tenemos hambre –reprochó la pequeña–

Me SoltasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora