Me Soltaste

Necesito verla...

Necesito verla...

–Qué sí hay alguien detrás de todo esto –Said asintió–

–Debes tener cuidado, la forma en cómo lo asesinaron fue cruel –Said miró fijamente a Tabata ella se moría por escuchar la forma que ese hombre había sido asesinado– lo descuartizaron

– ¡qué! –estaba realmente impresionada– ¿cómo que lo descuartizaron?

–sus restos aparecieron en la orilla de una carretera poco transitada, en bolsas negras

–Eso es –Said la interrumpió–

–Horrible, digo eso no quiere decir que quien le haya hecho eso sea para callarle la boca con referente al caso de Ariana, él llevaba otros casos, igual de peligrosos

–Claro sé que el manejaba algunos casos de narcos ellos pudieron dar esa orden

–Así es, pero bueno no está de más que tengas cuidado

–Tranquilo que yo estaré alerta

–Eso espero –le tomo la mano con ternura a Tabata–

–Ahora a lo que venimos, voy a verificar si Ariana ya está en su celda –Tabata asintió–

–Sí mientras verifico algunos pendientes –Said se dirigió a las celdas–

–Alberto subió a la habitación de Mónica, la observó llorando con amargura–

– ¿cómo estás? –Ella alzó la mirada–

–Mal, cómo quieres que esté me voy a morir –Alberto se sentó al lado de ella y tomó su mano–

–Eso no va a pasar –Mónica bajo la mirada– vamos a buscar un tratamiento que te de esperanzas mayores de vidas –Mónica negó–

–No sé si pueda pagar eso –Alberto le sonrió con ternura–

–Yo me encargó de eso, no debes preocuparte –Mónica lo miro fijamente–

–Alberto te puedo hacer una pregunta –él asintió, Mónica suspiro buscando las palabras indicadas para poder preguntar– ¿Alguna vez me has amado? –Alberto la miro sin saber que responder– quiero que por primera vez en tu vida seas sincero

–Mónica yo creo que debes de descansar –ella negó–

–Contéstame por favor –le tomo las manos– no importa lo doloroso que sea, necesito saber si alguna vez me amaste –Alberto se levantó y se dirigió a la ventana–

–Mónica eres una mujer muy guapa, hemos vivido lindos momentos, pero –suspiro y la miro con pena– nunca he olvidado a Tabata –Mónica trató de sonreír entre el dolor de escuchar esas palabras–

–Sabes, creo que lo mejor será que yo me vaya a mi casa, le avisare a mi madre –Alberto al observo y se sentó a su lado nuevamente–

–Quiero cuidarlos –miro su vientre– déjame por favor estar al pendiente de ustedes

–Sí claro que nos puedes cuidar, pero no me quiero quedar aquí

–Por lo menos quédate unas semanas, en lo que tú mamá viene, para ella no será fácil

–Si ella no puede venir yo me voy a Coahuila, quiero tener a las personas que me quieren a mi lado –Alberto le tomó las manos–

–Por favor Mónica no me alejes de ustedes