¡Te amo!

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¡Te amo!

–Los brazos de Alberto detuvieron a Tabata de caer inconsciente–

–Tabata mi amor –golpeó un poco su rostro y no reaccionaba sin pensarlo la sacó del lugar subiéndola en su auto, llamó a uno de los de seguridad que lo esperaban afuera y dio la indicación para que se llevaran el auto de ella–


–Ariana estaba recostada en esa cama tan incómoda pero no era ese el motivo por el que no podía dormir, él motivo era Rafael, no podía dejar de pensar en él, en lo que Tabata le había contado, cómo podía casarse con Paola la viuda de su padre, sus ojos estaban llenos de lágrimas pero de coraje de rabia su mente trabajaba y maquilaba cualquier situación de ellos dos cuando todavía ella estaba casada con él–

– ¿estás bien? –preguntó Matilde al darse cuenta que su compañera de celda tenía horas en la misma posición–

–Sí –expresó sin moverse de donde estaba acostada–

– ¿segura? –se sentó a un lado de su cama– no te veo bien

–y cómo quieres que esté bien si estoy aquí encerrada, en unos meses nace mi hijo y –guardo silencio–

–Tú amiga te va a sacar, Ariana deberías de sentirte feliz, tú madre viene todos los días de visita, tú amiga viene todos los días, y Said tampoco ha faltado ningún día a pesar de todo lo que la prensa dice –Ariana se limpió una lágrima–

–No sé si Tabata pueda sacarme, me da miedo que no lo haga, yo no quiero que mi hijo crezca aquí

–Pero aquí lo puedes tener, hasta que cumpla los cinco años –Ariana negó–

–no voy hacer tan egoísta de permitir que él esté aquí encerrado cuando el no hizo nada –Matilde la observó y veía cómo se limpiaba las lágrimas–

–Y tú –Ariana la miró– ¿hiciste algo? –Ella negó– entonces ¿por qué te castigas?

–Por qué no los supe cuidar –su rostro se inundó de lágrimas– porque eran mi responsabilidad y no pude hacer nada por ellos –estallo en llanto, Matilde le tomó la mano–

–Ariana eso no le hace bien al bebé, debes de tranquilizarte –Ariana lloraba descontrolada, las dos giraron su vista cuando escucharon como abrían la celda–

–Buenas noches –la voz de Rafael hizo que Ariana se limpiará las lágrimas inmediatamente– me puede dejar unos minutos a solas –Matilde asintió y salió de la celda–

– ¿Qué quieres? –Ariana se sentó en la cama mientras terminaba de secar las lágrimas de su rostro–

–Necesitaba cerciorarme que mi hijo este bien –miro con ternura su vientre, quiso acercarse pero ella no lo permitió–

–No entiendo Rafael porque sigues diciendo eso, cuando ya te dije que no es tu hijo –Ariana estaba enojada–

–Claro que es mi hijo –la seguridad de Rafael hicieron que Ariana se molestará más, se levantó de la cama y se puso frente a él– o acaso es de Said –Ariana lo observó molesta y antes de decir una palabra Rafael la interrumpió– ¿desde cuándo te acuestas con él? –Preguntó con coraje, Ariana estampó su mano en la mejilla de Rafael–

–no sé a qué viene tú pregunta cuando es más que obvio que tú con Paola se revolcaban desde hace años, que sentías cuando traicionabas a tu padre revolcándote con su esposa –Rafael la miro mientras se acariciaba la mejilla–

–Estás loca, yo con ella nunca me acosté cuando era la esposa de mi padre –Ariana sonrió negando–

–Deja de mentir sé que lo hacían ella me lo dijo, pero bueno eso no era necesario ahora se van a casar –Rafael la miro y sonrió–

Me SoltasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora