¡Las palomitas se quemarán!

267K 6.5K 847
                                    

Amanecí con una resaca de los dioses.

Que alguien me de un tiro, por favor.

No me acordaba mucho de la noche anterior. Lo único que sabía, era que me arrepentía, nunca debí acompañarlo.

¿Y si pasó algo más con Travis?

Cuando uno está borracho pueden pasar cientos de cosas que no deseamos.

Eran ya las doce del mediodía y yo seguía en cama. Odiaba a todo el mundo, no quería hacer nada y me apestaba la idea de pensar que mañana tenía escuela. El dolor de mi cabeza era terrible y me ponía de muy mal humor.

Un par de brazos comenzaron a agitarme.

- ¿QUIÉN DIABLOS ME INTERRUMPE MIS HORAS DE SUEÑO, JODER! -grité.

Su suave risa comenzó a estallar, y sus ojos juguetones reflejaban su personalidad traviesa.

- Tranquila, nena. -me calmó- Solo vine a decirte buenos días. Tienes a ti mejor amigo olvidado. -fingió un puchero.

No pude evitar sonreír, pero al mismo tiempo lo odiaba por despertarme, así que le tiré las almohadas e intenté ahogarlo con ellas mientras Chris estallaba en carcajadas.

-¡CLARA! -gritó- ¡JODER, QUE SALVAJE ERES NENA!

- ¡Tonto! -dije quitándome de encima de su cuerpo.

Sacó todas las almohadas que tenía encima sin parar de reír.

- No me mates, venía con buenas intenciones.

- ¡¿Qué manera de despertar es esa, idiota?! -exclamé.

- ¡Hey! -levantó los brazos inocentemente- ¿¡Qué manera de recibir es esa!?.

- La de Clara Williams cuando la despiertan de su sueño.  Sobretodo si está con resaca. Ya sabes, lo típico : Ahogarte con las almohadas como orangután.

- Es por eso que eres mi mejor amiga... -rió entre dientes- Ahora, ven aquí Claribú, -me indicó para que me acercara- Ven y besa a papi.

- ¿Claribú? -lo miré enarcando una ceja- ¿Es en serio? -comencé a reír- No te daré nada, por despertarme.

Me lancé de nuevo a la cama y me tapé con todas las mantas que pude. Christopher se acercaba de a poco, cada vez más,  hasta que se acostó a mi lado y trató de verme tras las mantas.

- ¡Sale de mi cueva! -chillé.

- Nopitinop. -me abrazó fuerte.

- ¡Sale, no te quiero, perro malo!

Se acercó más y logró destapar mi oído.  Luego comenzó a dar tiernos gemidos como los de un cachorrito mientras me lamía una parte descubierta de mi mejilla.

- Chris... -comencé a reír- Eres ridículo.

Me destapé y giré para poder mirarlo. Estaba ahí haciendo un pucherito, con ojos de cachorrito y gimiendo como uno recién abandonado.

Era imbécil.

Mi sentido de piedad despertó y le di un corto beso en la mejilla como saludo. A lo que él, emocionado, me tomó en brazos y corrió por toda la casa.

- ¡Suéltame, animal! -chillé mientras le golpeaba la espalda. Pude notar hacia donde iba su dirección y volví a exclamar- ¡Chris, que ni se te ocurra llevarme a la piscina!

El reía sin cesar, y yo me encontraba desesperada por la situación. Paró en el borde de la piscina y me balanceó.

- Hum... -decía- ¿Te tiro o no te tiro?

No soy otra típica rubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora