Al terminar las clases Tao se fue caminando a la casa en el camino pensaba sobre aquel chico nuevo, le era extraño que llegará a mitad del segundo semestre, pero lo que más le extrañaba era aquella energía que emitía, nada bueno suponía estaba en sus planes, si Satanás lo había mandado, era con alguna buena razón pero que solo lo beneficiaria a el y su secta de demonios. Gruño y apresuró el paso, debería importarle poco lo que hiciera y dejara de hacer Satanás o sus demonios, pero de cierto modo no podía, de principio, ese había sido su mundo, rodeado de criaturas, entre ellas demonios, era difícil separarse de las antiguas costumbres; apretó sus manos en los bolsillos de su pantalón y apresuró un poco el paso para llegar a casa pronto y tal vez olvidar el asunto del nuevo.
La realidad era que su preocupación no era por tooodos los humanos, habían algunos que si merecían morir, ser extinguidos de la tierra, y que no dejaran descendencia, ya que solo contaminan lo poco y nada bello y puro que estaba quedando del planeta. Pero por otro lado, estaban aquellos que no merecían eso, que se habían ganado como derecho el vivir y el hacerlo de forma grata, sin que nada ni nadie les truncara su felicidad, un ejemplo de ellos eran sus padres...Lay y SuHo, ellos eran buenas humanos, y él, era un ejemplo de las buenas obras de ambos, pasó de ser un muchacho vagabundo y sin hogar a ser lo que se podría considerar un buen "chico".
Llegó a casa y encontró a Lay paseándose en la casa, caminaba de lado a lado, hasta que le vio y se tiró a abrasarlo.
—Ay! Panda, me tenías preocupado, no sabía donde estabas!— le abrasó con fuerza por el cuello, Tao arrugo un poco el entrecejo y miró el reloj del muro a espaldas de Lay colgado entre algunos cuadros de paisajes y fotos familiares. Eran recién las 07:00p.m, no comprendía la preocupación de Lay.
—Pero Lay...son recién las 07:00p.m — se excusó.
—Por eso mismo, hoy es viernes y sales a las 05:00 p.m— dijo, separándose un poco del abrazó para verle el rostro a su querido hijo panda. Tao le miró con extrañeza, era lunes y el salía a las 06:30 p.m, se demoró treinta minutos en llegar.
—Lay...— le nombró con suavemente y le tomó por los hombros con delicadeza, mirándole a los ojos.— Hoy es lunes y estoy en clases hasta las 06:30 p.m...— dijo juntando toda la delicadeza posible en su voz para que el aclararle la fecha no fuera tan duro.
—¿Qué...?— preguntó con sorpresa...comenzó a sentirse mal...consigo mismo, había confundido los días y las horas de llegada de su hijo...¿Qué pasaría después? ¿Olvidaría su nombre? ¿A su propia familia...?. Retrocedió despacio y se soltó del agarre de Tao, caminó hasta un sillón y se dejó caer mirando fijo a la nada. Tao le siguió y se sentó a su lado.
—Lay...— le llamó, pero éste no reaccionó.— Papá— le llamó por segunda vez y le tocó un hombro sobresaltado a Lay quién le miró con ojos sorprendidos, con una fina capa de lágrimas.
—Tao...perdón...— se disculpó— Yo....olvidé que hoy es lunes...— murmuró. Tao no atinó a nada más que abrasarle.
—No pasa nada...tranquilo...— trató de consolarle, pero no funcionó; Tao era malo demostrando cariño físicamente, jamás lo recibió por parte de sus padres de sangre, su padre era muy frío, serio, indiferente en gran parte de las ocasiones con el, mientras que su madre, era un poco más de piel, pero tan solo un poco, pues su padre siempre les prohibió mucho afectó; así que Tao era demasiado torpe.
Tao no pudo mantener ese abrazo por más de un minuto y lo soltó, le miró al rostro y le sonrió. Lay lo imitó y limpio sus lágrimas.
—SuHo ya llegará— dijo Tao poniéndose de pie.
—Es tu papá Kim Tao— le dijo Lay apuntándole con un dedo. Tao sonrió débilmente.
Pasaron 10 minutos antes que llegará el señor Kim.
—Llegué!— dijo alto, para que le escucharán y fueran a recibirle a la puerta, pero eso no pasó. Se adentró un poco más a la casa dejando sus llaves y unas carpetas sobre el mueble cerca a la entrada. Asomó la cabeza al living y no vio a nadie, eso le pareció extrañó; según él, Tao debería haber llegado, y si no era así debió avisar que llegaría tarde y si no avisó se las vería con él. De repente algo le distrajo, un olor...proveniente de la cocina, olía delicioso, parecía ser carne, algo muy exquisito a su paladar; empezó a hacérsele agua la boca y caminó a la cocina, casi flotó siendo guiando por el olor.
—Llegaste!— dijo Lay al verle entrar a la cocina con los ojos cerrados, sacándole de su transe por el exquisito aroma.
—¿Eh? Sí! Llegué— dijo y se acercó a Lay, notándole algo extraño. Le dio un pequeño beso en los labios y luego depositó otro en su frente.— ¿Sucede algo?— le preguntó, arrugando un poco el entrecejo.
Lay dudó un poco en contestar no quería preocupar a su querido esposo, quién llegaba cansado del trabajo, para que él, además, le fuera una carga más.
—No. Nada.— dijo con una pequeña sonrisa. SuHo dudó de su repuesta, pero lo dejaría así por el momento, solo por el momento.
—¿Dónde esta Tao?— preguntó.
—Le pedí que fuera a comprar algo de beber para está cena— sonrió. SuHo dio un pequeño suspiró. En el refigerdor tenían bebestibles...pero no le diría a Lay, dejaría que creyera que no habían.
«°»
Tao sabía muy bien que no necesitaban nada para la cena, habían bebestibles en casa, pero prefirió no decir nada y así aprovecharía de "comer" algo. Ya estaba oscuro, así que no sería difícil encontrar a alguna presa despistada con quién poder saciar su hambre; hace aproximadamente una semana que no probaba gota alguna de aquél líquido rojizo. Lo necesitaba. Y con urgencia.
Caminó unas cuantas cuadras de más, buscando a su cena, de esa noche y alimentó de los siguientes días; puso en funcionamiento sus sentidos y con su olfato comenzó a escanear su alrededor en busca de algún aroma fuerte, que le diera la suficiente energía, pero no tuvo éxito. Lo único que encontró fueron humanos enfermos, borrachos o con droga corriendo por sus venas; no quería ninguna de esas tres alternativas, ninguna le ayudaría a sobrevivir la semana.
Gruño por lo bajó mostrando sus colmillos crecidos por el hambre; al final se dio por vencido y decidió volver al negocio cercano de la casa para comprar los refrescos antes que sus padres se preocuparan por él y salieran a buscarle; pero a mitad de camino una figura a lo lejos llamó su atención, le parecía haberle visto antes, sentirla, a la vista era alto, su silueta le decía que era hombre. Inhaló profundo con disimulo, para ver si aquella persona podía ser su cena, pero resultó ser que su olor no llegó a su nariz, no lo sintió. Frunció el ceño he inhaló de nuevo, pero nada, gruño de nuevo siguió su camino hacía el pequeño local para comprar.
Luego de comprar, salió del local y en el justo momento que lo hacía aquel chico nuevo de la universidad entró, Tao le miró con cierto asombró disimulándolo. El chico, que se llamaba Wu Kris, compró una cajetilla de cigarrillos y salió; Tao inhaló cuando pasó por su lado, pero no le sintió olor alguno. Se dio la vuelta y le encontró observándole sin disimulo alguno de pies a cabeza.
—¿Qué me ves?— gruño disgustado, no sólo por la mirada de aquél chico si no también porqué tenía hambre.
— Tienes un buen cuerpo— le dijo con un tono entre juguetón y seductor. Tao bufó y caminó alejándose del local.
—Cuidado, no te van a sacar los ojos por mirar a la gente así— dijo, mientras caminaba hacia su casa, dandole la espalda al nuevo. Kris solo sonrió y se llevó un cigarro a la boca para luego encenderlo con un dedo y caminar en dirección opuesta a la del chico.
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Descubriendote.
Hayran KurguTao, un vampiro expulsado de su familia; es adoptado por una humilde pareja, que le da más amor de lo que alguna vez pudo recibir a lo largo de su vida. Kris, un demonio mandando a la tierra con el "propósito" de causar caos. Sus caminos se cruzan e...