Skaði. The Goddess of winter.

❄Capítulo 20❄

Salimos de mi habitación y nos encontramos con Lord y Lady Siggeir quienes se sentían de una forma un poco difícil de definir. En parte parecían estar muy orgullosos de Harry y de mí, pero a la ves lucían afligidos por el terrible momento que estaba pasando su querida hija Gemma. Ella se encontraba en el gran salón del trono junto con los Twist (según dijeron sus padres). Se mantenía firme e inquebrantable por el momento, llevando la situación con mucha fuerza pero el príncipe y yo estuvimos de acuerdo en algo que sí es seguro. Eso no durará y en muy poco tiempo se quebrará.

Llegamos al salón del trono seguidos por todos los demás miembros de la corte de Fired. El Rey y la Reina iban a la cabeza tomados del brazo, luego Harry y yo de la misma forma y detrás nuestro nos seguían los Washburn de cerca con el parlamento completo.

Dejamos el castillo en manos de Faure porque sabemos que es uno de los pocos que puede dominar a los Flanke. De todos modos ésta misma moche todos volverán excepto los reyes ya que una ves más se reunirán para discutir los nuevos cambios.

Aún no sé si Harry y yo nos quedaremos porque todo depende de lo que Lord y Lady Siggeir decidan. Por mí me quedaría porque pienso acompañar a mi amiga. No quiero abandonarla y mucho menos después de esto.

Los 6 Reinos estábamos Reunidos en el gran salón del trono en el palacio Blanco de Twisted, esperando a que llegaran el Rey, las chicas (Gemma y Leyla) y los que serán ejecutados...

Ellas fueron las primeras en llegar.

Gemma mantenía la frente en alto y su tiara de Twisted bien colocada sobre su cabeza intentando parecer inexpresiva al igual que su hermano, pero aún luce algo demacrada. No por a la falta de maquillaje, sino por la evidente amargura que le está causando el estar obligada a tener que presenciar este momento. Naturalmente ella es muy bonita (igual que su hermano). Estaba usando un fantástico vestido de encaje natural con mangas largas y cuello cerrado. Era el espíritu de una mujer que alguna ves fue resplandecientemente feliz.

Por otra parte, Leyla no se veía para nada mal. Es más, parece más pensativa y perdida que triste, como si no supiera si esto es real o todo es un sueño del cual pronto iba a despertar. Está usando un largo vestido gris que no era en nada parecido a lo que comúnmente suele usar, totalmente simple. Su tiara de amatistas y platino también estaba apagada como si el resplandor eléctrico de ésta dependiera de su estado de ánimo. Lo único resplandeciente que lleva puesto es su grueso brazalete con una amatista morada brillante y "eléctrica" (por así decirlo) que la identifica como una Princesa Silverlight, ya que nadie mas posee una igual aún en la familia Real.

Ambas quedaron de pie a la derecha del trono para esperar la llegada del Rey. Oímos ruidos de cadenas que se acercaban pero en un momento se detuvieron porque finalmente llegó Louis. Él entró a la sala y una ráfaga de viento comenzó a circular en el ambiente. No era demasiado fuerte pero sí inquietante porque era debido al terrible humor que le causaba el tener que soportar ésta desagradable situación. Cuando llego a estar junto a su trono frente a todos nosotros creó un enigmático silencio en el ambiente que me a puesto los pelos de punta. Recorrió todo el salón con su profunda mirada y de repente se puso un poco mas tranquilo... Creo.

- Reyes y Reinas de Woodland y demás miembros de la realeza, los he reunido hoy aquí en mi gran Palacio para que sean testigos de la condena de 3 conspiradores, traidores de la sangre. Conspiradores en contra de la corona y violadores de las 6ª,12ª y 15ª orden...

Ahora todos los que no conocían la causa de todo éste lío abrieron los ojos como platos, horrorizados de oír aquello. En parte me dio cierto grado de gracia sus expresiones, pero no es el lugar ni el momento para reír. Miré a Harry que estaba tenso con su mirada en la entrada al gran salón, esperando a que los portadores de esas pesadas cadenas tintineantes aparecieran frente a nosotros. Seguramente está practicando o pensando cómo controlar sus deseos de ir hacia ellos e impartir su propio juicio.