La junta

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¿Y nunca más la volviste a ver?
Estando despierto, nunca más.

Anónimo.

Lex

—De ninguna jodida manera.

Los hombros de Rocco se sacuden con sus carcajadas. Calvin por el contrario y como cada vez que está en esta ciudad se mantiene pensativo y con la vista perdida. Estoy seguro de que ni siquiera se enteró de la estupidez que Scott me acaba de sugerir.

—Inténtalo, verás cómo hace todo mucho más fácil.

—No pienso disfrazarme para subir a un escenario y mucho menos para dar entrevistas.

—No te estarías disfrazando, únicamente cambiarías de estilo. Así, vistiendo uno diferente al tuyo, te sentirías otra persona y quizá puedas volverte más extrovertido y dejar de ser tan contenido. Podría ayudar también con la presión...

Pero ¿es que no se da cuenta que el problema es precisamente ese, que cuando subo al escenario me siento otra persona?

Quizá Toxicity no sea una banda de rock al uso, no hacemos cosas raras ni acostumbramos a romper guitarras en el escenario. Calvin no tiene ningún tatuaje en su cuerpo a excepción de uno que compartimos los tres, y yo no voy por allí luciendo cortes de cabello extraños ni vistiendo ropa negra y mucho menos pantalones ridículamente pegados. No tenemos ningún escándalo en nuestro haber aparte del concierto en Londres que se canceló y mi ya muy sonada última hazaña de la cual prefiero no hablar. Antes de eso mi drogadicción era un secreto a voces, algo que ya muchos consideraban que hacía pero que solo se mantenía en eso, especulaciones. Ahora Scott quiere que vista como integrante de un maldito club de motociclistas sólo porque cree que eso me ayudará con mi timidez en el escenario. Y es que a casi trece años de carrera aun no puedo sentirme menos cohibido y nervioso arriba de uno. Hay una enorme razón por la que Calvin era antes el vocalista de la banda aparte de esa cara de niño bonito, y eso es porque él tiene más actitud de frontman que yo, que tan solo me paro y hago lo que me gusta hacer: cantar. En las entrevistas siempre divago, miro hacia todas partes o de plano mantengo los ojos en el suelo. Me incomoda que me hagan preguntas sobre mi vida y sobre todo que parezcan tan interesados por lo que hago con ella. Rocco siempre se burla de mí, pues dice que parezco convertirme en otro cuando tengo un micrófono en frente, y es que mi personalidad no coincide en nada con mi actitud ante el público o las cámaras. La explicación es fácil: a mí me gusta la música; cantarla, oírla, producirla, escribirla o tocarla, pero no la falta de privacidad y el punto de enfoque en el que ella me coloca. Estoy a muy poco de tener pánico escénico y mis padres jamás me han visto tocar y cantar en vivo porque de saber que lo harían me congelaría allí mismo y no habría poder que me hiciera mover los dedos y la boca. Las manos me sudan cada que debo cantar o dar una entrevista, el corazón me va muy fuerte y lo único que disfruto de cuando estoy arriba de la tarima es oír a la gente corear nuestras canciones, saberse nuestras letras y ese maldito ambiente que se crea. Me llena el pecho de algo que no sé describir y me convence de que todo vale la pena por volver a sentirme así. Me da combustible para soportar días de grabar videos, promociones y meses fuera de casa.

—Está bien —cede Scott—, pero debes hacer un esfuerzo por al menos en las entrevistas ser un poco más interactivo. Intégrate, joder, que pareciera que estás en un maldito juicio en lugar de hablando de tu música.

—No preguntan por la música —rebato.

Lo veo soltar una respiración y mirar unos cuantos segundos de más hacia Calvin que mantiene sus ojos azules perdidos en la nada, ajeno a nuestra discusión. Como dije, nos falta mucho para ser la típica banda de rock. Nuestro bajista tiene más porte de aparecer en las revistas de GQ que de Rock star. Va por allí rompiendo corazones de pobres incautas que caen rendidas ante él con su metro ochenta y ocho, cuerpo delgado, cabello rubio largo hasta debajo de los hombros que jamás corta y su barba de leñador como le llama Rocco. Éste por su parte es de cabello castaño oscuro, misma altura que Calvin pero con un cuerpo más robusto y una barba pelirroja que nos da mucho para molestarlo. De los tres, Rocco es quien lleva más tatuajes en el cuerpo. Yo tengo, pero no estoy cubierto de ellos. Sólo tengo una manga al completo y llegando hasta mis nudillos, en el pecho y espalda llevo unos cuantos, pero sin duda tengo demasiado espacio en blanco que quizá más adelante quiera llenar.

Nunca digas que no te amé [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora