Esta vez no te fallaré... ¿o sí?

994 117 59
                                    

A veces,
darle a alguien una segunda oportunidad,
es como darle otra bala,
porque la primera no te mató.

Desconozco al autor.

Liam

«Todos tienen un límite», mamá solía decirme esas palabras cuando yo era un niño, y a mí me gustaba averiguar dónde estaba el de cada uno, gozaba de llevarlos ahí y, luego, un poco más lejos. Desde muy pequeño supe cómo torcer la voluntad de quienes me rodeaban, algunas veces consiguiendo que lo hicieran de forma directa, otras de manera inconsciente. Era demasiado divertido, ni siquiera se daban cuenta que "haciendo lo que querían" estaban en realidad yendo en la dirección contraria, hacia donde YO quería. Camila nunca tuvo una oportunidad conmigo, sin embargo quitó tanto como me dio. La historia parece repetirse.

Sigue enfada, algunas veces el temperamento me traiciona y no abordo los temas con el enfoque que necesito. No volverá a sucederme. La presencia del drogadicto en su vida y la de mi hijo es inaceptable y tendrá que irse, penosamente no será tan rápido como quería sino gradualmente, "ella misma" se dará cuenta que no es alguien que quiera como amigo. 

He tomado una decisión, una que me asusta y emociona a partes iguales. Me siento como algunos años atrás, cuando le pedí a Paul que arrendera un departamento en Paramos y se hiciera cargo del bufete por un año más. Nuevamente, Camila es la causante. Solo ella ha conseguido encontrar mi debilidad, la única que tengo: miedo. Estoy tan aterrado de perderla que acabo de pagar diecisiete millones por una casa en la 40 East y la calle 67 del Upper East Side que puse a nombre de nuestro hijo. Ahí viviremos los cuatro, pediré la custodia de Max y hablaré con ella sobre él. Sé que lo aceptará. Paul tendrá que ayudarme una vez más.  

—¿Está desocupado? —pregunto a la secretaria de mi amigo, señalando en dirección a su despacho.

Sus dedos dejan de teclear, su lengua repasa sus labios antes de mirarme y lanzarme una sonrisa que sobrepasa la amabilidad.

—Buen día, señor Marsden. No, tuvo citatorio hoy y no estoy segura de que regrese, después de los juzgados iba a salir de la ciudad... ¿Quiere que le diga que lo busque en cuanto llegue? —Su lengua vuelve a asomar de manera sugerente para humectar sus labios.

«Ay, Paul, estás bien jodido».

—No, déjalo, ya le llamo yo más tarde —respondo con sequedad.

Giro en mis talones y voy directo a mi despacho. Hoy será otro día en que no pondré en marcha mi divorcio. Ya sea porque Paul y yo no coincidimos en horarios, porque él se está follando a su secretaria en la oficina o porque a mí me entren las dudas, se ha postergado demasiado mi separación.

Trato de sumergirme en el trabajo, pero mi cabeza no deja de bombardearme con posibles escenarios que se me pueden salir de las manos. Lo primero: Camila no tomará bien que sea hasta entonces que le hable de Max, sin mencionar la edad tan cercana a la de Axl. Eso la hará preguntarse qué otras cosas le he ocultado, querrá saber si la madre de Max sabe de la existencia de Axl. No podré mentirle en eso ya que eventualmente tendrán que verse y ella puede preguntárselo directamente. Mi respuesta negativa la hará aun más desconfiada, sospechará que no le he hablado a mis padres sobre nuestro hijo. Lo segundo: la personalidad de Camila es demasiado marcada, no es una mujer que se preocupe por las apariencias o la opinión de los demás; no será fácil convencerla de tomar clases de etiqueta. Lo tercero: Owen, mis padres; saber de la existencia de Axl los llevará a hacerme muchas preguntas. 

Nunca digas que no te amé [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora