Ella no era una chica como las demás, ella era espectacularmente maravillosa, difícil de describir, veía algo diferente desde qué la vi entrar, con ese maravilloso y deslumbrante vestido blanco.
Su forma de ser era muy peculiar, bastante interesant...
Eran las 5 de la tarde y nos encontrabamos en nuestra habitación viendo la tele, ella no tenía ganas de hacer nada, se le notaba porque su cabeza se encontraba en mi pecho, mantenía su mirada fija en el programa de televisión. Le acariciaba ligeramente su cabello, era hermosa y no me cansaba de decirlo.
-No dejes de hacer eso.-Dijo volviendo a poner mi mano sobre su cabeza.
-Qué tierna te vez así.- Dije soltando una carcajada.
-Tú haces qué saque ese lado.- Dijo apagando la televisión.
-¿Qué ocurre?.- Pregunté todavía riendo.-¿Por qué la apagas?
Me tomó por los hombros y se subió arriba de mí, sin antes, quitar la estorbosa sábana qué nos separaba.
-Estoy cansada, pero te deseo dentro de mí.- Dijo haciendo su cabello a un lado y abriendo lentamente su blusa.
Sin decir nada más, tomó mi cuello y me atrajo hacía ella, sus piernas estaban a cada lado de las mías.
-¿Ahora por qué tan flojita?.- Dije quitándole por completo su blusa, llevaba puesto un brassier de encaje, se le veía jodidamente bien. Mierda.
No me respondió y solo se ocupó de quitarme el bóxer, no llevaba más qué esa prenda. Su boca fue directamente a esa zona qué difícilmente podía controlar.
Pasaron apróximadamente unas dos horas mientras nos dábamos amor el uno al otro. Después de eso, decidimos ir por ahí, así qué nos cambiamos y nos dirigimos a un lugar muy bonito.
Salimos cerrando la puerta y dejé qué ella se adelantara. Estaba metido en mis pensamientos. Qué raro.
¿Y si le decía?. ¿Y si mejor no?.
-¡Vamos Mike!- Dijo ella dando vueltas y sonriendome.
Guardé las llaves de la casa en el bolsillo izquierdo y caminé más rápido.
Ella se veía tan linda y tan feliz, no le arruinaría el hermoso día con algo tan estúpido qué estaba cometiendo.
Por lo menos hoy no.
Fuimos a un hermoso lugar muy cerca de nuestra casa, nos sentamos en ese fresco pasto, con algunas flores bellas de color lila, qué hacían qué pareciera aún más maravilloso el lugar. El ambiente era un tanto cálido, pero frío a la vez. Astrid disfrutaba del lugar, lo pude notar en su blanca sonrisa, sus ojos brillaban, ella adoraba la naturaleza tanto como yo lo hacía, la respetaba y eso es algo agradable, por lo menos para mí.
Al momento de sentarnos uno frente al otro, tomó una pequeña flor lila y me la dio.
-Esta hermosa y frágil flor, me recuerda a ti.- la miré un tanto confundido, Astrid solo se burló y me miró.
-.. ¿Sabes por qué?. - negué rápidamente. - Porque.. a pesar de qué intentes ser una persona "ruda" no lo eres, vamos cariño, a quien engañamos, eres un chico sumamente lindo, con hermosos sentimientos y eso es lo qué más me gusta de ti. Tu bondad hacia las personas, eso para mí, vale oro.- No pude evitar sonreír ante sus palabras, tenía razón, tenía un porte de chico rudo o al menos eso intentaba parecer, pero en el fondo, pocas personas sabían de mis buenos sentimientos y ella, era uno de esos pocos.
Tomé sus manos y les di un suave beso, las mejillas de ella tomaron un color rojo intenso. Me gustaba cuando se sonrojaba, se veía súper tierna.
-Muchas gracias cariño.- le sonreí y volví a besar sus manos. - Aunque... sé qué te gusta mi actitud de chico rudo.- le guiñe un ojo.
-¿A quién no le va gustar esa actitud?, te hace ver más jodidamente sexy.- Me guiño un ojo, ahora yo reí.
Pasamos algunas horas en ese lugar tan agradable, luego la invité a comer y regresamos a casa. Me sentía tranquilo junto a ella, me hacía olvidar algunas penas externas, me sentía aliviando, su gran carisma te hacía olvidarte de los problemas y eso señores, esta muy bien.
¦SPAMTIME¦ Hace tiempo escribí esto y pues no sé, se me hizo una gran idea compartiles otra historia muy diferente a esta, se los agradecería mucho si la leyeran 🌚 {Pd: La historia es 100% mía}
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