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2. Nueva ¿qué?

Él  miraba los enormes edificios de la ciudad quedar atrás dando paso a la entrada de un espeso y oscuro bosque a las afueras de Tokio. Karl Heinz se encontraba dentro de una limusina con su pequeña hija, cuyo nuevo destino era la mansión Sakamaki.

—¿Está seguro señor de dejarla con sus hijos? —Preguntó uno de los sirvientes más leales de Karl Heinz mientras conducía el auto.

—En realidad no —en ningún momento, él dejó de mirar la ventana —esos seis son incapaces de cuidar de sí mismos, no creo que puedan cuidar de un bebé. Sin embargo, ellos no pueden encontrarla y dejarla con mis hijos es el mejor plan que tengo por ahora. 

—Podría dejarla con sus otros hijos —sugirió. —Tal vez los Mukami sean más responsables.

—Ellos ya tienen suficiente con sus propios problemas y a mis otros hijos no no les vendría mal un poco de responsabilidad fraternal ¿o sí?

—Como usted diga señor —después de esa corta charla, el resto del trayecto continuó en silencio hasta que el auto se detuvo frente a una enorme mansión. —Hemos llegado.

Karl Heinz se dirigió hacia la entrada de la mansión, al abrir las puertas el familiar aroma a muerte lo recibió y tal y como había de esperarse todo estaba sumido en una completa oscuridad y silencio, el cual duró muy poco hasta que una voz llamó su atención.

—¿Qué haces aquí? —Cuestionó un joven de cabello azabache. 

Karl Heinz lo miró, aquel porte refinado y adornado dialecto le resultó familiar. Inmediatamente el recuerdo de su segunda esposa aterrizó en su mente, Beatrix, ese era su nombre; habían pasado varios años desde la última vez que lo vio, pero podía asegurar que ese joven era hijo de Beatrix. 

—Vamos Shu —dijo con reclamo —esa no es manera de recibir a tu amado padre.

—¿Cómo puedes ser bien recibido cuando no sabes ni el nombre de tus propios hijos? ¡Soy Reiji! —respondió de manera irritable.

—Are~are que tenemos aquí Reiji-kun parece que tenemos visita ¿eh? —dijo otro joven castaño de ojos verdes.

Otro rostro conocido se unió a ellos y tal como era de esperarse, se trataba del hijo mayor de su primera esposa. 

—Eso es obvio Laito la cuestión es ¿por qué? —Respondió el azabache acomodando sus lentes.

—Que molestia —dijo un joven recostado en un sofá.

—¿Qué es esto? Ore-sama no soporta tanto ruido y ¿qué mierda haces aquí? —gritó un joven pelirrojo dirigiéndose a su padre.

—Ayato modera ese lenguaje. —Le recriminó Reiji.

—Tsk ¿qué hace el viejo aquí? —Gritó un joven albino entrando a la habitación.

—Teddy quiere saber que tienes en los brazos ~nee Teddy~ —un joven pelilila abrazando a su oso de felpa fue el último en unirse. 

Al parecer todos estaban concentrados en la razón por la que su padre estaba ahí que ninguno se percató del pequeño bulto que cargaba entre sus brazos.

—¡Ah! Mis queridos hijos a caso ¿no extrañaron a su padre?

—La verdad es que no, ahora Ore-sama te exige saber que es eso que traes ahí —dijo Ayato algo impaciente mientras que Karl se limpiaba una lágrima imaginaria fingiendo estar triste.

—Bueno ya que todos mis hijos están presentes es momento de que conozcan a su nueva hermanita —dijo Karl alegremente mientras mostraba a la pequeña.

Todos se quedaron estáticos al escuchar lo que su padre había dicho.

—Nueva ¿qué? —Gritaron todos al mismo tiempo aún sorprendidos.

—¿Cómo es eso posible? —Preguntó el albino algo enojado.

—Nfu~nfu Subaru-kun todos aquí sabemos como fue posible o ¿quieres te lo explique detalladamente? —Dijo Laito sonriendo.

—¡Idiota! No me refería a lo que tu mente enferma piensa —respondió Subaru algo sonrojado.

—Esa cosa apesta a humano —espetó Ayato cubriéndose la nariz. 

—Es obvio que padre está empeñado en ensuciar la pureza de nuestra sangre —Reiji llevó una mano a su frente mientras quitaba un par de mechones que obstruían su visión. —Sin embargo,  no entiendo como es que sigues teniendo tantos hijos ¿no te basta con nosotros y los impuros?

—Con nosotros seis, los cuatro adoptados y ella ¡Ahora somos once!¿que pretendes? Que nos convirtamos en una madriguera de conejos —el enojo del menor de los trillizos era evidente. 

—¡Vaya Ayato-kun! Felicidades ya sabes sumar —dijo Laito con cierto aire de mofa. 

—Tsk ¡cállate imbécil! No le faltes al respeto a Ore-sama.

—Shu ¿tú sabías algo de esto? —Preguntó Reiji al chico que seguía recostado en el sofá ignorando a sus otros hermanos.

—No. —Respondió Shu secamente.

—En realidad ella no es su hermana biológica —explicó Karl Heinz —ella también es adoptada.-

—¿Qué? —Preguntaron al unísono.

—Desde ahora ustedes la cuidarán y la criaran —dijo Karl entregándole a la bebé a Reiji.

—Ni creas que Ore-sama será niñera de esta pequeña bolsa de sangre —la idea de cuidar de una bebé humana le parecía denigrante —es más, dudo que dure una semana mejor llévala con los adoptados, ya que, es igual a ellos.

—Más les vale que ella esté bien sino quieren lamentarlo, además ella no es una simple humana como ustedes creen. Ella nos será de mucha utilidad en el futuro —respondió Karl —A sí que, cuídenla Shu y Reiji.

—¿Y por qué habríamos de hacerlo? —Habló por primera vez Shu aún recostado sobre el sofá.

—Simplemente porque ustedes son los  mayores y no se preocupen en la sala se encuentra todo lo necesario para ella, así que, buena suerte —dijo Karl Heinz dirigiéndose a la puerta.

Diabolik Lovers x lectora:La Sangre Mestiza [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora