19

4.8K 439 62
                                    

19. Naoki

Diez años después

Una ligera luz se cuela debajo de la puerta, inmediatamente decidiste apagar la linterna y te escindirse debajo de la sábana para fingir dormir. La puerta se abrió dejando entrar a madame Philips, no podías verla, pero sabías que ella te miraba para comprobar que estuvieras dormida; sin embargo, después de unos largos minutos, finalmente cerró la puerta.

Eso sucedía cada noche desde hace diez años, en donde madame Philips hacía su inspección nocturna. Diez años habían pasado desde ese entonces, desde que permanecías en esa prisión en donde tu vida se había vuelto monótona y aburrida, llena de tareas y más tareas.

Una aburrida rutina.

Una vez que te aseguaste de madame Philips se había ido, seguiste con tu trabajo, gracias a las constantes pesadillas que te acogían cada noche habías tomado la decisión de dibujar, era algo terapéutico para ti, ya que en cada línea trazabas tus miedos y en ocasiones hasta sueños, es por esa razón que muchas veces terminaste castigada en la oficina de madame Philips.

Ella solía decir que no tenías remedio que eras un caso perdido y que jamás lograrías convertirte en una dama decente. Quizás ella tenía razón. Desde que llegaste al colegio, no lograste hacer amigos, los chicos de ese lugar te parecían bastante comunes y poco interesantes, ninguno era capaz de llamar tu atención, ni tampoco mostraba interés en relacionarte con ellos, así que, preferirías gastar tu tiempo descansando arriba de un árbol.

Miraste el reloj de la mesita de noche, una de las manecillas estaba sobre el tres y la otra sobre el doce. Eran las tres en punto y seguías sin poder conciliar el sueño, dejaste tu material de dibujo a un lado y te dejaste caer sobre la almohada, una de tus manos descansó sobre un objeto esponjoso e inmediatamente notaste que se trataba del conejo de peluche que te había regalado Kanato. Un suspiro se escapó de tus labios mientras sostenías el pequeño conejito sobre tu pecho.

En eso últimos años habías sabido muy poco de tus hermanos, al principio solías mandar cartas, las cuales siempre tenían respuesta, pero por alguna razón en los últimos meses estas jamás tenían respuesta, también solías llamar cada domingo del mes en donde todos los alumnos podían llamar a sus familiares; sin embargo, igual que con las cartas jamás respondían.

—Quizás ya se han olvidado de mí —dijiste en voz alta como si el conejo fuera capaz de entenderte o escucharte.

Sin embargo, no estabas del todo sola. Cada mes, tu padre solía visitarte. Él solía llevarte de paseo e iban de compras, siempre te daba todo lo que deseabas, además él era la única conexión que tenías con los chicos, ya que, solía contarte lo que hacían y sobre todo, con quien se relacionaban.

Eso era lo que más te desconcertaba.

Justamente el mes pasado durante la visita de cada domingo mientras tu bebias una malteada en Duthie Park, tu padre no dejaba de hablar sobre una chica que había llegado a vivir a la mansión meses atrás. Él te había dicho que se trataba de la hija de un viejo amigo, además que ella era una chica dulce y amable, que se había ganado el cariño de los chicos. En ese momento, el sabor dulce de tu malteada se volvió amargo, quizás aquella chica había logrado reemplzarte.

Cerraste los ojos con fuerza. Eso era absurdo ¿verdad?

—Espero que en las siguientes vacaciones puedas conocer a Yui —te había dicho.

—Suena bien —mentiste, aun no estabas convencida de querer conocer a esa chica realmente.

—¿Por qué esa cara hija mía? No me digas que estás celosa —sus palabras te cayeron como agua fría.

¿Celosa?

—¡Por supuesto que no! —Dijiste casi ofendida.

—Menos mal —tu padre volvió su mirada hacia el parque. —Porque al parecer Ayato está interesado en ella de una forma más íntima.

La forma en la que tu padre había dicho esa palabra te produjo náuseas.

—¿Realmente quiero conocerla? —Volviste a preguntarle a tu conejo.

Realmente no estabas segura, pero deseabas volver a verlos. Después de todo no había razón para estar celosa, ellos eran tus hermanos y debías apoyarlos; sin embargo, la simple idea de ser olvidada te dolía.

<<Hipócrita>>

Pensaste.

No tenías derecho de sentirte de esa manera cuando realmente tú habías hecho lo mismo. Dos años más tarde desde tu llegada al colegio, conociste a Naoki, un chico de tu edad con el cual solías compartir la mayoría de tus clases, al principio te parecía algo soso y aburrido, pero con el tiempo se había convertido en tu mejor amigo y durante ese tiempo jamás te hizo sentir sola.

Naoki era el hijo adoptivo de un importante empresario, él era un chico divertido y agradable al cual nunca le había importado su estatus, eso era lo que más te agradaba de él. Naoki se había convertido en tu sombra, él estuvo para ti en los momentos más difíciles y fue inevitable que tu corazón le comenzara a ver de otra forma.

Te habías enamorado.

Una noche, él te había invitado caminar por el jardín y te sorprendió organizando un picnic improvisado bajo las estrellas. Charlaron y bailaron, pero justo debajo de ese cielo estrellado, él tomó tu rostro entre sus manos mientras se acerca a ti con la única intención de unir sus labios con los tuyos. Recordabas que habías visto a Raito hacer eso innumerables veces y en ese tiempo lo habías considerado asqueroso, pero por alguna razón, con Naoki te sentías cómoda, así que, cerraste los ojos y dejaste que él tomara esa primera caricia de tus labios.

Él te había dado tu primer beso.

Después de esa noche, era imposible olvidar lo que había sucedido, así que, ambos decidieron comenzar una relación, pero nunca imaginaste que esa sería la peor decisión que habías tomado en toda tu vida.

Y todo comenzó ese día con la visita de Karl Heinz Sakamaki.

Diabolik Lovers x lectora:La Sangre Mestiza [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora