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33. Escuela otra vez

¿Qué había hecho? 

Esa era la pregunta que atravesaba su mente cuando vio tu cuerpo inconsciente descansar sobre el húmedo césped del jardín. Subaru se sentó a tu lado y pasó ambas manos por su cabello. Hace un momento había perdido el control, estaba tan molesto que dejó que el odio de apoderara de él y solo por una razón, no podía soportar verte al lado de ese idol, él no merecía nada de ti. Ni una mirada, ni mucho menos una sonrisa, por eso cuando te miró junto a él y cuando Kou te besó tan cerca de tus labios, no pudo soportarlo más. 

Sus ojos se clavaron en tu cuerpo mientras seguías desmayada. Te veías tan dulce, frágil e inocente. Emanabas un aura pura que era tentación para cualquier vampiro, no por el hecho de poseer la sangre mestiza, eso ya era punto y aparte; sin embargo, lo que te hacía más atrayente era esa ingenuidad y ternura. Subaru quería eso, ser el primero en corromper esa aura inocente, eso ya lo había decidido en el momento que te besó. 

Tú debías ser de él y solo de él. 

Uno de sus dedos acarició tu mejilla y pudo percibir tu baja temperatura, así que, sin perder más tiempo, te tomó en brazos y te condujo hasta tu habitación, no quería que los demás te vieran en aquel estado porque esa faceta tan vulnerable solo podía verla él. Suabru se deshizo de las sábanas y con cuidado te quitó los zapatos para meterte debajo de ellas, un mechón de tu cabello cubría parte de tu rostro y tu cuello, este cubría la marca que te había hecho, así que no dudó cuando lo apartó para dejar la roja marca a la vista. Él acercó sus labios a tu piel con la única finalidad de lamer la herida y sanarla, pero antes de hacerlo se detuvo. 

Él dejaría la marca tal y como estaba, ya era momento de que todos se dieran cuenta a quien le pertenecías. 

Se acercó a ti quedando a pocos centímetros de tu rostro, esa noche habían pasado muchas cosas, entre ellas el primer beso entre ambos. Jamás imaginó que en diez años, él se sentiría de esa manera junto a ti, un extraño sentimiento había crecido en él esa noche solo necesitaba confirmarlo, así que, te besó una vez más. Solo fue un simple roce, pero fue suficiente para hacer vibrar su frío corazón, él te miró como si fueses la criatura más hermosa del mundo y cuando él sintió tu cuerpo moverse entró en pánico, pero cuando notó que seguías dormida se tranquilizó, así que, él se acomodó a tu lado y acarició tu rostro. Subaru tenía la intención de quedarse el resto de la noche contigo, después de todo, él sabía que seguías temiendo a la oscuridad. 

—Dijiste que nunca me lastimarías —te escuchó murmurar provocando que aquella calidez se esfumara. 

Subaru se apartó de ti de inmediato como si le hubieses dado la peor de la puñaladas. Tú tenías razón, él te había hecho daño y mientras te miraba sobre esa cama, él no podía dejarse preguntar ¿por qué siempre lastimaba lo que más quería? 

[...]

<<Ven a mí. No te resistas porque te aseguro que no podrás escapar, eres mía y todo tu ser, tu sangre, me pertenece>>

Te levantaste de golpe, pudiste sentir tu respiración entrecortada y los acelerados latidos de tu corazón. No era la primera vez que escuchabas esa voz en tus sueños, todo había comenzado a finales del año pasado cuando comenzaste a tener ese tipo de pesadillas, solías escuchar esa voz y recordabas despertar justo a la mitad de la noche con la ropa adherida a tu cuerpo debido al sudor y tu corazón a punto de salirse de tu pecho. Llevaste una mano a tu cabeza y sentiste como un intenso dolor que te obligó a recostarte de nuevo, inmediatamente supiste que ese dolor se trataba gracias a la pérdida de sangre. 

Los recuerdos de la noche anterior te golpearon, desde la repentina confesión de los Mukami hasta la mordida de Subaru ¿cómo habías dejado que eso pasara? Él te había tomado como una presa más y te había desechado como si fueras nada. 

—¿Dormiste bien? —Diste un respingo cuando lo escuchaste. Él se encontraba en tu habitación, había sido tan cauteloso que no habías notado su presencia. 

—Es algo estúpido que me hagas esa pregunta ¿no crees? —Dijiste con ironía. 

—Tch —le escuchaste gruñir —solo vine a traerte esto —él dejó cerca de tu mesita de noche un suplemento de vitaminas y jugo de arándanos. 

—No quiero verte —dijiste rechazándolo.

—Oye —Subaru intentó acercarse a ti, pero lo detuviste. 

—No voy a perdonarte esto —llevaste tu mano a tu cuello dejando a la vista las heridas que él te había hecho. 

—Tómalo como una advertencia —dijo poniéndose de pie —recuerda a quien le perteneces y así no tendré que recordártelo otra vez —después de eso Subaru se fue.

—Idiota —murmuraste. 

Decidiste tomar un baño para despejar tu mente, así que mientras dejabas que el agua caliente relajara tu cuerpo decidiste en pensar en la nueva situación en la que te encontrabas. Este era el inicio de una pesadilla, ahora que Subaru había sido el primero en morderte, estabas segura que los demás harían lo mismo, así que, si deseabas seguir con vida debías poner en marcha tu plan antes de que fuera demasiado tarde. Envolviste tu cuerpo en un toalla y cuando saliste, notaste un uniforme sobre tu cama con una nota adherida a él. 

<<Desde hoy asistirás a la escuela con nosotros, este es tu uniforme. R.>>

Nuevamente tendrías que asistir a la escuela otra vez y por su fuera poco, además de tomar clases aburridas, estarías bajo la supervisión de los chicos. Esto iba a ser una pesadilla para ti. 

Diabolik Lovers x lectora:La Sangre Mestiza [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora