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28. Deuda

Habías escuchado que la bondad va de la mano de la ambición, nadie es capaz de tender una mano sino está seguro de recibir algo a cambio. Todo tu vida viviste encerrada en un castillo de cuento de hadas donde estuviste protegida de algo que desconocías; sin embargo, a pesar de haber vivido en una burbuja, la realidad te abofeteaba con un guante blanco.

Tu mente había sido moldeada al propio beneficio de Karl Heinz, después de todo el humano es un ser que necesita del amor de otros para sentirse completo y al ser una niña cuyos padres abandonaron, ellos de aseguraron de darte todo el amor que necesitabas para que finalmente te vieras obligada a pagar esas migajas de afecto. Te dejaste caer sobre la cama mientras mirabas el techo pensando en lo sucedido, estabas decepcionada de ellos y aquellas palabras que gritaste en el salón te lastimaron mucho más de lo que pudieron lastimarlos a ellos.

Unas lágrimas resbalaron por tus mejillas, inmediatamente las limpiaste dado a que no podías mostrar debilidad, no ahora que debías poner en marcha tu plan.

—Mañana será otro día —susurraste antes de quedarte profundamente dormida.

Te encontrabas en una oscura habitación, no había señales de que hubiese una salida, tan solo oscuridad que se hacía pasar por un espeso manto, después un extraño frío recorrió tu cuerpo dándote un sensación familiar al miedo.

<<Tú tienes la sangre de la profecía, en ti  corre la sangre que todos deseamos. Cada vez estoy más cerca de ti querida, no hay lugar donde puedas esconderte. Siempre te encontraré>>

Abriste los ojos de golpe. Te reincorporaste sobre la cama y llevaste una mano a tu pecho, sentías tu corazón palpitar con fuerza a causa del miedo. Había sido una pesadilla muy real puesto que pusiste sentir como la oscuridad se coloba entre tu cuerpo como si intentara poseerte. Sin embargo, tan solo había sido un sueño y solo eso, pero a pesar de eso, aquella voz seguía en tu mente.

¿De quién era esa voz?

De pronto notaste que la ventana se abrió de golpe haciéndote respingar, había comenzado una fuerte tormenta y gracias a esta, la mansión se sometió a la penumbra debido a un apagón. Desde que eras niña podías recordar que solías ver rostros que sobresalían de las sombras, ellos intentaban llevarte y gracias ello apareció tu miedo a la oscuridad; gracias al apagón habías comenzado a alterarte y es por esa razón que en el internado solías dormir con la luz encendida y con el peluche que Kanato te había regalado, pero en este momento nada de eso te servía, no después de aquella pesadilla.

Te levantaste rápidamente en busca de tu móvil para poder tener un poco de luz, pero la batería había muerto, así que te dirigíste a la comoda en busca fósforos y una vela, pero no lograbas encontrarla. Habías comenzado a entrar en pánico y estabas completamente asustada.

—Al parecer le sigues temiendo a la oscuridad —un voz provenía de tu cama, así que, miraste entre la oscuridad.

Se trataba de Shu.

—Shu —su nombre salió de tus labios de manera involuntaria, a pesar de lo que habías dicho, te alegraba tenerlo a él.

Lo viste abrir los ojos, la intensidad del azul de sus ojos parecían iluminar la habitación, Shu acomodó ambos brazos debajo de su cabeza para mirar hacia el techo.

—Tiempo atrás dije que serías una molestia cuando fueras mayor —dijo —parece que no me equivoqué.

—Si soy una molestia ¿qué haces aquí? —Preguntaste a la defensiva.

Él cambió de posición para quedar sobre su brazo y mirarte.

—Tal vez porque esta cama es más cómoda —no pudiste evitar rodar los ojos; sin embargo, antes de que pudieras decir algo, Shu tomó tu brazo para hacerte caer junto a él —ven aquí.

Su rostro estaba tan cerca del tuyo que era casi imposible no mirar aquellas bellas y definidas facciones, era la primera vez en tanto tiempo que le mirabas de cerca. A pesar de ese rostro cansado podías notar la belleza y ferocidad de su mirar.

—¿Qué haces?

—Sigues siendo una ruidosa —se quejó mientras cerraba los ojos —cállate y duerme —ordenó; sin embargo, no pudiste acatar su orden dado que rápidamente intentaste ponerte de pie, pero él te lo impidió —¿tanto te molesta mi presencia?

Por un momento desviaste tu rostro, tenías tantas emociones encontradas en ese instante que te era imposible encontrar una respuesta coherente. 

—No —fue tu respuesta final. 

Sus ojos se abrieron al escucharte. 

—¿Realmente nos odias? —Shu se reincorporó un poco al mismo tiempo que se acercaba un poco más a ti, él estaba tan cerca que podías sentir su frío aliento rozar tu piel. 

—No —susurraste. 

¿Realmente los odiabas?

Shu se recostó sobre la almohada dejando que tu cabeza descasara sobre su brazo. Tu cara estaba tan cerca que podías rozar su pecho haciéndote inhalar su perfume. 

—¿Qué tanto me miras?

—Nada —mentiste —solo pensaba que no has cambiado en nada hermano —dijiste intentando sonar lo más normal posible. 

—Tsk —él hizo un chasquido con la lengua —sabes, es molesto que me llames así, ahora que tienes que elegir a uno de nosotros, no me agrada mucho que me digas hermano —sentiste que tu corazón comenzaba a acelerarse ante tal confesión. 

—Creí haber dicho que no elegiría a ninguno. 

—Entonces ¿cómo planeas pagar esa deuda que mencionaste?

—Mi sangre debería ser suficiente —tenías planeado que ellos te vaciaran antes de elegir, pero esa idea no era muy sensata después de todo. 

—Parece que no tienes más opciones ¿o sí? —Shu dejó salir un largo bostezo —ahora duerme —en ese instante en cuanto cerró los ojos, él se quedó dormido mientras tú mirabas hacia el techo pensando en lo que dijo. 

Debías pensar muy bien tu siguiente movimiento si deseabas dejar tu corazón fuera de ese preligroso juego. 

Diabolik Lovers x lectora:La Sangre Mestiza [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora