DOS

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Oliver despertó en la enfermería una semana más tarde, con un fuerte dolor de cabeza

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Oliver despertó en la enfermería una semana más tarde, con un fuerte dolor de cabeza.

El muchacho apenas recuperó la conciencia y soltó un gruñido al percatarse dónde se encontraba. No recordar gran parte del partido no significaba una buena señal. 

Oliver se talló los párpados al acomodarse para sentarse. En el proceso, aún un poco adormilado y mareado, apenas les prestaba atención a las sombras nítidas que se notaban en la habitación. La lámpara a un costado, sus guantes sobre la mesa de noche, la cortina que separaba su cama de las otras... Y una chica.

Oliver pegó un brinco y abrió los ojos por completo. No era producto de su imaginación como primeramente había creído, sino una chica de verdad, ¡y bastante guapa!

¿O quizás estaba teniendo esa clase de sueños...?

—Fue un buen juego—dijo la muchacha. Su rostro le era bastante familiar, y aunque no era capaz de recordar su nombre, si recordaba haberla visto en diversas ocasiones en los salones y pasillos... Bah, a quién engañaba. Oliver no tenía ni idea de quién era—. Gryffindor perdió y Charles casi vomitó al pagarle la apuesta a Peter Tyler, pero fuera de eso, fue un buen juego. 

Oliver frunció el ceño. 

—¿Cuánto tiempo duré?

La muchacha, quién había estado sonriendo desde el principio, hizo una mueca.

—Dos minutos—contestó, y parecía apenada de ser ella quien le informara aquello—. Una Bludger te derribó.

Oliver se cubrió el rostro con ambas manos, soltando un gemido. ¿Dos minutos? Después de tanto entrenar y estudiar estrategias ese era un resultado terrible. Los chicos del equipo seguramente se burlarían de él, y ni hablar de su estúpido rival, Marcus Flint.

—Al menos te divertiste, ¿cierto?—continuó hablando la morena. Oliver alzó la mirada, confundido—. La diversión siempre es una buena satisfacción.

—No me divertí lo suficiente en dos minutos—murmuró, más molesto de lo que me hubiese gustado contestar—. Y no ganamos el partido, ¿cómo es eso divertido?

La muchacha volvió a fruncir los labios en una mueca.

—Mira, la enfermera Pomfrey me ha dejado entrar después de muchas suplicas y prometerle mantenerme alejada el resto del año de aquí, ¿sabes lo que eso significa? A mi me gusta venir a visitar a mis amigos cada vez que algo les sucede y el hecho de que ahora ya no puedo hacerlo porque decidí visitarte a ti en su lugar durante toda una semana...—negó con la cabeza—. Al menos sonríe un poco, te ha golpeado un balón, no es el fin del mundo.

—Yo no te pedí venir a visitarme—exclamó, sin querer admitir que se sentía impresionado después de saber que en primer lugar, había estado inconsciente toda una semana y en segundo, que ella lo había visitado cada día. Lanzó un suspiro—. Era mi primer juego, mi oportunidad de demostrar todo mi potencial, ahora simplemente...

—Seguirás en el equipo y tendrás otro partido—lo interrumpió—. Oh vamos, no eres la primera persona a la que la golpea algo y lo deja fuera del juego, así que deja de darte lástima y sonríe.

—Yo no me estoy dando lástima, sólo señalo el hecho de que pude haber desempeñado un mejor papel y yo...

—Yo no me estoy dando lástima—lo imitó en tono burlón. Oliver no pudo contener una risa. Su voz aguda había sonado ridícula fingiendo ser más profunda—. Sé que te ríes de mi, pero al menos he logrado divertirte—se puso de pie, chocando sus manos entre sí—. Ha sido un placer alegrarte el día, Oliver Wood y me da gusto que hayas despertado. 

—¿Te vas y ya?—se apresuró a preguntar.

Enarcó una ceja.

—Pues si, ¿qué no ves? Vaya, ese golpe te afectó más de lo que creía—se acercó a él, señalando su rostro—. ¿Cuántos ojos tengo?

Oliver volvió a reír. Y sólo para molestarla, observó detenidamente su rostro, fingiendo contar. Pronto, la sonrisa se les borró a ambos del rostro. Oliver la veía fijamente, y ella a él... Sus ojos eran tan hermosos, muy oscuros, y aún así, Oliver estaba seguro de que brillaban más que el resto.

—Sólo son tres—terminó diciendo con seriedad—. Ya sabes, lo normal.

Ella asintió.

—Todo en orden—sonrió y empezó a alejarse—. Lo que sea que la señora Pomfrey te diga que te tomes, hazlo sin dudar. 

Oliver abrió la boca para decir algo, pero lo único que llego a su cabeza fue una sarta de cosas respecto al quidditch y lo mucho que debía ponerse al día con los entrenamientos.

—Mi nombre es Elisa Sparrow—dijo ella deteniéndose—. No me enfadaría ver un dulce o dos en mi escritorio los próximos días. Mi lugar es el segundo al frente, fila de la derecha.

Ni siquiera después de que ella se fuera la sonrisa no se esfumó de rostro de Oliver.

Fever; Oliver WoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora