En sus tres años de estadía en Hogwarts, Elisa se había topado con diversas sorpresas y cosas que la confundieron terriblemente (como las instrucciones del profesor Snape para envasar una poción, el cómo volar sobre una escoba sin caer en el intento, o tener un sombrero en la cabeza que le habló y parecía conocerla muy bien). A pesar de todo eso, y todo lo demás que había visto con el tiempo, Elisa no pudo evitar sentir lo mismo que en aquellas situaciones cuando momentos antes de un juego de quidditch, el pelirrojo y estirado Percy Weasley se acercó a hablarle mientras caminaba con un muy contento Charles, quién no dejaba su costumbre de apostar contra Peter Tyler a favor de los leones, para ver el partido.
—Wood quiere hablar contigo, según él es algo urgente—fueron exactamente sus palabras utilizadas. No se le veía de muy buen ánimo. Charles se preocupó tanto como Elisa al principio al ver su cara seria, aunque Percy Weasley era bien conocido por ser inteligente y la casi pareja del reglamento, algo así como Oliver al quidditch. Elisa no pudo evitar sonreír al pensar en la comparación. No hacía eso a propósito, pensar en Oliver Wood, simplemente se había transformado en un tipo de parásito en su cerebro... Aunque parásito no era exactamente la palabra que utilizaría para describir sus pensamientos sobre el muchacho. Oliver no era para nada un parásito malo y dañino, sino todo lo contrario.
Mientras caminaban, después de que Charles prácticamente la empujó para seguir al pelirrojo, Percy, un poco fastidiado por las preguntas de Elisa, le aseguró que Oliver tendía a exagerar todo y que en realidad él no lo consideraba un asunto de vida o muerte como su amigo decía.
Al llegar a los vestidores del equipo, Elisa saludó a quienes reconoció: Charlie Weasley, el hermano de Percy; Dalia Nave, el bastante agraciado del rostro Gale Smith... Pero ni rastro de Oliver.
—Él ni siquiera está...—se giró para reclamarle a Percy, mas éste de había esfumado—... Aquí—finalizó, mirando al resto de los miembros del equipo, quienes reían por lo bajo—. ¿Ustedes tienen idea de lo que le sucedía a Oliver?
Dalia soltó una carcajada.
—¡Wood, llegó tu amiga!—gritó al fondo—. ¡Puedes dejar de dar vueltas como un león enjaulado!
—¿Él está bien, cierto?—Elisa le preguntó a Charlie—. Tu hermano me dijo que no era nada grave.
Charlie negó, riendo igual.
—Oliver sólo está teniendo un ataque —dijo, y por la expresión de espanto de Elisa agregó:—. Un ataque de los buenos.
Por suerte, Oliver apareció más pronto que tarde. Vestía su uniforme ya, como sus compañeros. Y Elisa tenía que admitir que le sentaba muy bien el rojo.
—¡Oliver!—lo saludó sonriente—. ¿Todo bien?
Oliver se rascó la parte trasera de la cabeza.
—Si... Bueno no, no exactamente—alzo la mirada, haciendo que sus ojos se encontraran—. Hay algo que me tiene un poco inquieto, y temo que eso afecte mi desempeño en el partido de hoy.
—¿Cómo puedo ayudarte?—inquirió Elisa preocupada—. ¿Quieres que te acompañe a ver a la señora Pomfrey? Porque si es así, ya sabes que no puedo acercarme a la enfermería a menos de que esté realmente enferma o herida, pero bueno, puedo fingir sentirme mal o solo pedirle a Charles vuelva a darme de esos horrorosos panecillos que me provocaron alergia y me hicieron ir la semana pasada después de la cena. No lo culpo, él no sabía que tenían canela y yo que era alérgica a ella, de hecho, no tenía idea de que era alérgica a algo, ¿horrible, cierto?
—Es tan adorable—murmuró el de rostro muy agraciado, Gale Smith, junto a una risa—. ¿Cómo dices que te llamas?
Oliver lo miró mal.
—Eso a ti no te importa.
—La verdadera pregunta aquí es cómo pudo decir tantas palabras en tan poco tiempo—Charlie Weasley frunció el ceño—. Eso simplemente no es normal.
—¡Oh, basta!—Oliver se quejó.
—A mi me parecen geniales—Elisa se encogió de hombros, consiguiendo que Gale Smith le diese una deslumbrante sonrisa—. Ustedes son geniales, chicos—reafirmó. Después, se dirigió a Oliver con una ceja arriba—. Y tú todavía no me aclaras nada. Si quieres ir a la enfermería deberíamos apresurarnos, porque el juego no tarda mucho en empezar, y no creo que eso sea algo que quieras perderte.
Oliver se mordió el labio. Elisa pensó de que pronto si que lucía un tanto enfermo, porque el color se había ido de sus mejillas y estaba segura de que temblaba.
—Esto quizás puede ser algo extraño, o bueno, ellos dicen que lo es, pero yo lo veo absolutamente necesario por el bien del equipo—empezó a decir. Tomó una gran respiración—. Elisa, ¿me acompañarías a Hogsmeade la siguiente semana?
Elisa lo miró sorprendida. ¿Oliver Wood le pedía eso, en los vestidores, poco antes de un partido de quidditch?
—¿Estás hablando en serio?—inquirió—. ¿Me hiciste venir preocupada hasta acá para pedirme una cita?
Él asintió.
—Iba a hacerlo después del partido, pero me puse tan nervioso al pensar en ello que asumí que me distraería todo el juego—Oliver la miró como si fuese la cosa más obvia del mundo—. Así que le dije a Percy que fuese por ti.
— Para quitarte el peso de encima—Elisa negó, riendo—. Bueno, al menos nunca nadie me había invitado a salir porque quisiese evitar ser distraído.
Oliver frunció el ceño.
—¿Qué tantas otras veces te han pedido una cita?
Se encogió de hombros, fingiendo contar y luego se detuvo con una risa.
—No muchas en realidad—dijo riendo, pero se detuvo al percatarse de una cosa—, no tantas como a Charles, de hecho. Aunque eso no importa, porque sólo he aceptado una.
El ceño de Oliver se frunció más.
—Pero, ¿quién...?
—Oh, chico idiota—Dalia lo regañó—. Se refiere a ti, ¡acaba de decirte que si!
Los ojos de Oliver se iluminaron de pronto. Pero Elisa estaba muy segura de que nadie en la habitación había mencionado la palabra quidditch, así que debía ser porque su plan había funcionado... Los ojos de Oliver Wood brillaban porque tendrían una cita.
—Gryffindor, a la cancha—una voz los hizo reaccionar.
Los muchachos cogieron sus escobas y se dirigieron a la salida tras despedirse de Elisa con un gesto. Todos ellos, a excepción de Oliver, quién no dejaba de ver a Elisa con una sonrisa y viceversa.
Entonces Elisa se acercó a él, se puso de puntillas para alcanzarlo y besó su mejilla.
—Mucha suerte, Oliver.
Gyrffindor ganó aquel juego. E irónicamente, Oliver le confesó tiempo después que a pesar de haberle preguntado lo de la cita previo al juego, aquel beso sólo logró distraerlo más.
***
Bieeen, perdón por haber tardado tanto en actualizar, la inspiración tardó en venir a mí y ahh, éstos dos me encantan tanto que me emocioné toda al escribir esto.
Quiero anunciarles algo: recién abrí un libro donde pueden pedir moodboards (o aesthetics, idk), por si gustan pasarse a echar un vistazo.
¡Gracias por leer!
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Fever; Oliver Wood
FanfictionOliver tiene una obsesiva fiebre por el quidditch... Y por su novia, Elisa. [Portada por @iamdaisy2] EN PAUSA