ONCE

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Elisa le echó un vistazo a Charles, sentado en la misma mesa que ella durante su clase de Adivinación

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Elisa le echó un vistazo a Charles, sentado en la misma mesa que ella durante su clase de Adivinación. El muchacho veía fijamente las cartas del tarot exparsidas frente a ellos, con verdadera intensidad, como si en verdad pudiese seguir las instrucciones dadas para la clase. La profesora Trelawney pareció encantada porque Charles finalmente parecía interesado por su clase, e inclusive lo alentó a darle su mano para leerla. Elisa lo observó todo en silencio, desde que la profesora Trelawney se sentó a lado de su amigo y le cogió la mano palma arriba, hasta el como se inclinó para observar las líneas en ella. Murmuró un par de cosas, negó con la cabeza, y tras unos segundos dijo que lo sentía, que lo sentía mucho, pero que ese año él moriría. Elisa intentó no alarmarse. Cada año la profesora hacía lo mismo, y nada de eso nunca se había cumplido. Aquel pensamiento no logró mantenerla tranquila, y tras terminar la clase, tomó a Charles del brazo para que la siguiese. 

— ¿Estás bien?—preguntó, aunque ella misma ya tenía la respuesta de sólo verlo: ojos tristes, hombros caídos y enormes ojeras. Thomas le había comentado un par de días atrás que escuchaba a Charles despierto hasta muy tarde, y que además lo habían despertado un par de veces porque lloraba en sueños. Ya había visitado inclusive la oficina de la profesora Sprout en una ocasión por su comportamiento, pero Charles no le había comentado nada de ello, y le dolía más que no pudiese ayudarlo a que no confiase lo suficiente en ella para contarle.

—Si, si—dijo él, tallado su rostro—. La clase es muy aburrida y me ha dejado con sueño, eso es todo.

Elisa lo abrazó a pesar de su respuesta. Charles le correspondió de inmediato, y eso la hizo enormemente feliz.

—No debes preocuparte por lo que dijo la profesora Trelawney—murmuró contra el hombro de su amigo, sorprendiéndose al notar lo mucho que había crecido. ¿Cuando había sido la última vez que ambos se habían abrazado? Quizás el día de su cita con Oliver... Si, definitivamente. Elisa recibió muchos abrazos ese día, y preguntas sobre cómo había sido todo, los lugares a dónde fueron y si ambos se habían besado ya. Inclusive la profesora Sprout le preguntó sobre el tema después de su clase de Herbología, y Charles... Charles la había abrazado, escuchó toda la historia de lo de Mandame Tudipié, Las Tres Escobas, el paseo en la nieve hasta su regreso, cuando Oliver y ella sólo se despidieron de un beso de la mejilla. Pero algo no andaba bien con Charles, ni siquiera aunque aún hacia unas cuantas bromas o continuaba su apetito voraz. Algunos de los comentarios que decía eran de mal gusto o un tanto crueles—. Sabes que hace eso de predecir una muerte cada año...

Charles suspiró, dando un paso atrás y dejando sus brazos.

—Lo sé. Aunque no es nada agradable que te digan que vas a morir, pero no me importa. Lo que me preocupa es el resto.

—¿El resto?—preguntó Elisa confundida.

Él negó.

—Son más tonterías, ni siquiera sé porque lo dije—su rostro cambió abruptamente, dejando toda señal negativa y formando una sonrisa—. Navidad está cerca, ¿no es genial?—rodeó un brazo de ella con el suyo, caminando—. ¡Haremos tantas cosas en las vacaciones! Nos escabulliremos a la cocina por panecillos, jugaremos con la nieve, ¡beberemos chocolate caliente hasta saciarnos! También podremos desayunar con la profesora Sprout y ayudarla en los invernaderos. ¿No tienes problema con ensuciarte con un poco de tierra, cierto? Porque definitivamente habrá mucha tierra.

—Charles—dijo Elisa, intentando frenarlo.

—¿Aún no te sale el encantamiento de la última clase, verdad? No creo que el profesor Flitwick se moleste si le pedimos ayuda extra en su materia—su sonrisa se enanchó—. ¡Tendremos tanto tiempo juntos, haremos tantas cosas! Creo que serán las mejores fiestas.

Elisa lo obligó a dejar de caminar. Charles se mostró sorprendido por tal acción y calló. Miró a su amigo, y se sintió de pronto tan culpable y tan triste.

—Charles, esta mañana llegó una lechuza de parte de mis padres—dijo en voz baja y lo más tranquila que pudo—. No irán al viaje de excavación, se quedarán en casa para navidad. Yo... Yo iré a casa para navidad.

La sonrisa de Charles tembló un poco, pero no desapareció de su rostro. Oh bueno, más bien si lo hizo, porque esa era ahora una falsa sonrisa.

—¡Eso es estupendo, Elisa!—exclamó, fingiendo alegría—. Navidad con tus padres, estupendo.

—Tu también estás invitado—se apresuró a decir—. Mis padres no se molestaran, ellos te adoran y estarán encantados de tenerte en casa.

Charles soltó una pequeña risa.

—Estaré bien, Elisa. Sólo es navidad, y no estaré solo. Creo que Rose... No, ella irá a casa. Bueno, entonces Liam o Thomas, ellos seguramente me acompañarán—se encogió de hombros—. Aún podré ayudarle a la profesora Sprout y ver si Flitwick me quiere dar unas asesorías. Todo irá bien. ¿No quieres ir un rato al patio y dormir en una banca? No, no... No puedes dormir, debes ir a hacer la maleta. No vayas a olvidar algo importante... Mejor iré a buscarte algo de comer y lo llevaré a la Sala Común.

Antes de que Elisa pudiese protestar, Charles ya se había alejado. Una mueca de tristeza se dibujó en su rostro. Aquella sería la primera navidad en el colegio de su amigo.

Fever; Oliver WoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora