NUEVE

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—¡Finalmente llegó!

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—¡Finalmente llegó!

El grito de Charles resonó por toda la Sala Común de Hufflepuff, atrayendo la atención de quienes se encontraban ahí. Pronto, Elisa y él se vieron rodeados por sus amigos, y la carta que Elisa sostenía en su mano fue tomada por una muy emocionada Rose.

—¡Es su permiso!—exclamó la rubia con un gritillo de felicidad, subiéndose a uno de los sillones y alzando la carta al aire—. ¡Elisa tiene su permiso para su cita con Oliver Wood!

Las mejillas se Elisa se tiñeron de rojo. Después de que Oliver le pidiese la cita en los vestidores del equipo, ella había corrido a contarle a Charles, y Charles le había contado a Rose, y Rose a Claire, y Claire a Thomas, y Thomas básicamente al resto. En cuanto regresaron del partido Elisa recibió abrazos y felicitaciones, y cuando menos lo pensó, sus compañeros le tendían papel, pluma y tinta para escribir a sus padres por el permiso para ir a Hogsmeade. Pero al parecer, la lechuza había tenido unos cuantos problemas, puesto que había tardado un poco más de lo previsto (cosa que puso un tanto insoportables a sus amigos, quienes le preguntaban constantemente por el asunto).

—Viene con una nota—Lily indicó, tomando un pedazo de papel que Rose debió tirar al suelo por accidente.

—Eso seguramente es de mi madre—dijo Elisa, quitándose la bufanda al sentarse en el mueble próximo a donde se encontraba Rose—. Apuesto que pregunta por Oliver y si es tan guapo como mi padre decía ser cuando estaba en el colegio.

Charles hizo una mueca.

—Wood está feísimo, pero bueno, no te culpo, fue lo mejor que pudiste conseguirte con ese geniecito que te cargas...

Elisa no lo dejó terminar y lo golpeó con uno de los cojines en la cara.

—¡No puedo creer que a ti te pidan más citas que a mi! ¡Eres un grosero!

Rose frunció el ceño, dejando de leer el permiso.

—Un momento, creo que a Charles también le han pedido más citas que a mi.  

Claire y Lily empezaron a contar con los dedos, y tras unos instantes ambas se miraron boquiabiertas.

—¡Y que a nosotras!—exclamaron al unísono.

—¿Qué rayos le haces a las chicas, Tennison?—inquirió Thomas, mirándolo con admiración y temor, como si se tratase de una especie de ser poderoso.

Charles bufó, como si fuese tan obvio.

—Se llama encanto natural.

Todos, incluido a Charles, se carcajearon. 

—Hablando en serio—dijo él aún riendo—, creo que sólo soy condenadamente guapo, ¿o me equivoco? 

Elisa asintió, conteniendo una risa.

—Como soy tu amiga, diré que eres el chico más guapo de todos. 

—Pero yo soy más un conocido—intervino Thomas—, tengo que decirte que en realidad eres tan feo que hasta las plantas de la profesora Sprout...

—¿Mis plantas qué, señor Jacobs?—la voz de Pomona Sprout se hizo presente—. ¿Y por qué en el nombre de Merlín ha insultado al señor Tennison?—negó con la cabeza. Un par de chicos se acercaron de inmediato a ayudarle con las plantas que cargaba, las cuales pronto terminarían como decoración de la Sala Común, justo como el resto que había llevado con anterioridad—. Oh, Bryce y Gregor, son ustedes tan amables... Por la esquina, muchachos... No, esa esquina no. ¿Cómo se les ocurre si quiera que esas dos especies deben estar juntas? ¿Es qué acaso no han puesto atención en clase?—sacudió sus manos, las cuales desprendieron una pequeña capa de tierra—. ¡Elisa!—se dirigió al pequeño grupo—. Me he enterado que llegó tu permiso para ir a Hogsmeade el fin de semana. Quería felicitarte por tu salida con el señor Wood, ese chico si que es bueno en el quidditch.

—Pero está feísimo—repitió Charles—. Elisa, ¿no sabes si de casualidad es pariente de Peter Tyler?

—Usted está más feísimo, señor Tennison—la profesora Sprout exclamó con una risa, y el resto no pudo evitar contagiarse por la misma—. Y su peculiar obsesión con mencionar a Peter Tyler empieza a preocuparme, ¿seguro que ambos sólo se odian o...?

Charles fingió vomitar.

—¡Peter tiene una asquerosa cara de sapo! ¡Jamás! Si alguna vez llego a salir con un chico, ni de chiste sería Peter. Peter y su tonta cara de sapo...

—Resuelve tus problemas de identidad más tarde—Rose lo interrumpió, y una vez más, agitó la carta en sus manos—. Por si no lo recuerdan Elisa tiene una cita en dos días, y no estamos seguros de las intenciones de ese tal Oliver Wood.

—Ni tampoco tenemos idea de lo que se pondrá el sábado—señaló Claire.

Thomas la miró confundido.

—¿Así que su ropa es más importante que si Oliver resulta ser un cretino?

—El señor Wood es un buen muchacho—la profesora Sprout se apresuró a tranquilizarlos—. Un poco aficionado al quidditch diría yo, pero un buen muchacho.

—Él ama el quidditch—concordó Elisa, y sonrió al recordar a Oliver en el anterior partido. Ella le había dado un beso en la mejilla y él le había pedido una cita... ¿Era pura imaginación suya o de pronto el mundo lleno de hechiceros, varitas y encantamientos de pronto le parecía más mágico?

Oliver amaba el quidditch, y Elisa la sensación de felicidad que la albergaba al pensar en él.


Fever; Oliver WoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora