CINCO

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—A pesar de que lo hiciste estupendo, no estoy seguro de que el movimiento correcto era ése—Charles frunció los labios, pensativo, mientras observaba a Elisa repasar la última lección de la clase (la cual tendrían que revisar mañana y aún no les s...

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—A pesar de que lo hiciste estupendo, no estoy seguro de que el movimiento correcto era ése—Charles frunció los labios, pensativo, mientras observaba a Elisa repasar la última lección de la clase (la cual tendrían que revisar mañana y aún no les salía del todo bien, a pesar de que llevaban un buen rato practicando)—. Insisto en que debías desplazar la mano de un lado a otro con más energía.

—¿Qué están haciendo, chicos?—se acercó Rose, una chica rubia de Hufflepuff de su mismo curso. 

—Repasamos lo del profesor Flitwick—contestó Elisa, frunciendo el ceño por la concentración empleada—. Por alguna razón, no parece tan sencillo como en primer curso.

—¿Estás haciendo bien el movimiento de mano?—preguntó Rose, acercándose como Charles a verla—. Yo también tuve unos cuantos problemas con ello.

—¡Fue lo mismo que yo le dije!—exclamó Charles, alegre por unos instantes, al mismo tiempo que Rose le devolvía la sonrisa emocionada. Ambos volvieron a su expresión seria y analítica poco después—. ¿Crees que sea por falta de concentración?

—Lo más probable—Rose asintió—. ¿Algo te molesta, Elisa?

Elisa negó efusivamente.

—No realmente.

—Es cierto, creo que últimamente la he visto más feliz de la normal—dijo Charles.

—Yo también lo he notado—concordó Rose—. Te escuché cantar toda la semana al levantarnos, pero bueno, eso es común en ti ahora que lo pienso.

—Aunque ha perdido un poco de apetito, de verdad. La otra noche, cuando intenté convencerla de ir a la cocina por un pastelillo me dijo que no, y hoy no se terminó sus galletas...

Charles y Rose continuaron hablando sin parar, y Elisa decidió dejar de prestarles atención para concentrarse en su varita. Entre todas las palabrerías de sus amigos y la preocupación por lograr el encantamiento, Elisa apenas se percató de la figura que corría en dirección a ella.

Oliver Wood.

—¡Lo hice, Elisa!—gritó el muchacho. Rose y Charles callaron súbitamente—. ¡El equipo hará una de mis estrategias!

—Me alegro tanto, Oliver—le sonrió—. Sabía que lo del pastel de manzana los convencería.

Oliver rió. Se le veía muy emocionado.

—Tengo que ir a entrenar, hoy practicaremos la nueva jugada. Yo... Quería que lo supieras.

—¡Arriba Gryffindor!—agitó las manos al aire, riendo—. Estoy ansiosa por el próximo partido.

Él sonrió, a ella. Una sonrisa hermosa y exclusivamente dedicada a Elisa Sparrow.

Si, Oliver Wood tenía una sonrisa hermosa.

—Espero verte pronto—dijo él antes de irse, alejándose velozmente hasta el final del pasillo.

Elisa lo siguió con la vista hasta que su figura desapareció. Después, se giró para encontrarse con una Rose y un Charles muy sonrientes.

—Creo que ya sé por qué no te sale el encantamiento—murmuró Charles—. Alguien parece muy emocionada por su pequeña conversación con Oliver Wood.

—¿No es el chico que sólo duro dos minutos en el otro juego de quidditch?—inquirió Rose, confundida.

Ella sonrió. No pudo evitarlo, inclusive si eso enanchó la propia sonrisilla de suficiencia de Charles y aumentó las arrugas en la frente de Rose.

—El mismo—fue todo lo que dijo.

Fever; Oliver WoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora