Capítulo veinticuatro.

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RIVER.

—¿Qué  es?  ―pregunté.  Me  senté  en  el  sofá  en  la  posada, mis piernas dobladas debajo de mí, hojeando una novela que me había prestado June.
―Oye. Tengo que salir por unos minutos ―dijo Elias, mirando a su teléfono. Su voz  era tranquila, estable, pero me di cuenta de que sus pensamientos estaban revueltos―.Tengo que encargarme de algo.
―¿Es serio? ―pregunté.
―Probablemente no es nada ―comentó―. Realmente no lo sé.
Estaba mintiendo. Pude decirlo al momento en que las palabras salieron de su boca. Su voz sonaba tensa cuando me mentía.
Me pregunté qué diablos estaba haciendo que tenía que encubrir a dónde iba.
―Está bien ―le dije, en tono cortante―. ¿Va a tardar mucho?
―No  ―dijo,  y  luego,  al  ver  mi  expresión―:  No  es  nada  raro.  Lo  prometo.  No  voy  a  conectar con una chica o algo así. Voy a mandarte la dirección en caso de que haya una emergencia. Te lo explicaré más tarde. Tiene ese nuevo teléfono que conseguimos, ¿no?
Me encogí de hombros, tratando de parecer más indiferente de lo que me sentía.
―Está bien, señor Misterioso ―dije―. Ve a hacer lo que sea que vayas a hacer, rescata  a un gato de un árbol o lo que sea. Tengo el teléfono. Tengo mi libro aquí, de todos modos. Es algo agradable poder relajarse.
Elias me besó en la frente.
―Te veré en un rato.
No pasaron más de cinco minutos cuando oí pasos en el porche. Abrí la puerta antes de que June siquiera golpeara. Por mucho que me gustara mi libro, la posibilidad de salir con June y el pequeño Stan era mejor que mi novela.
―¿Dónde está el pequeño Stan?
―Cade lo está cuidando ―comentó. Su expresión parecía afligida. 
―¿Que está mal? ―pregunté.
―No has estado en internet, ¿verdad? ―Levantó la computadora en sus manos.
Gemí.
―No ―dije, mientras me seguía dentro―. He estado en un apagón informativo. En  serio, no quiero saber qué es. ¿Acaso Viper escribió otra canción terrible de disculpa de nuevo? Déjame adivinar. Se llama ¿Quiero tener tu beb?
Ella negó.
―No es eso.
―¿Qué  es,  entonces? Sabes que si es chisme no voy a querer verlo. No he estado prestando atención a nada de esa mierda.
Incluso los periodistas parecían haberse aburrido con la falta de movimiento por aquí. Después de que Elias y yo decidiéramos escondernos durante toda la semana, habían desaparecido, uno por uno. Había oído que uno de ellos todavía estaba en la ciudad, pero al menos, todo el mundo se había ido de la parte delantera, persiguiendo a alguna persona.
―Bueno ―dijo June―. Vas a verlo con el tiempo. Y es probablemente mejor que lo veas ahora, antes de que te sorprendas por ello.
Puso uno de los sitios de chismes, el título estampado en la pantalla:
Viper Gabriel le propone matrimonio a la modelo Brenna Andrews en un Club de Hollywood: River Andrews ¡devastada!
Examiné el artículo, mi mano en la boca.
―Estoy segura de que ni siquiera es cierto ―le dije. Mi voz sonaba suave y vacilante, nada como yo.
Me sentía mareada.
―Hay  un  video,  River  ―dijo  June―.  De  la  propuesta.  Pero, ¿tal vez es falso? ¿Se puede fingir, verdad? Quiero decir, es, obviamente, no del todo cierto, no tienen acceso a ti, así que no saben tu reacción.
Sonaba como si estuviera tratando de consolarme. Tal vez me veía como si me sintiera devastada. ¿Se suponía que debía sentirme devastada?
Me sentía entumecida.
―Quiero decir, supongo que si son felices ―dije, sacudiendo la cabeza―. ¿Por qué iba  hacer esa estúpida canción de disculpas? Ugh. Quiero decir, sé por qué. Eso es típico de Viper, para sacar provecho de algo así, del frenesí de los medios y mierda.
―¿Estás enojada? ―preguntó June.
Me encogí de hombros.
―Se  merecen  el  uno  al  otro  ―le  dije―.  Viper  puede  tenerla.  Si  eso  es  lo  que  quieren  hacer, está bien conmigo.
Pero todavía me sentía mareada, aturdida. Tomé el respaldo de la silla, entumecida, y me desplomé en ella, sin dejar de mirar a la pantalla.
―¿Quieres una taza de té? ―preguntó June.
Asentí.
―Eso estaría bien. Gracias.
Hice clic en su computadora, mirando en unas cuantas páginas más que describían los "¡detalles exclusivos!" de la relación entre Viper y Brenna. Decía que había estado sucediendo desde hace un año.
Un puto ao.
No puedo creer que jodidamente lo leste en la prensa, me recordé.
June puso una taza de té sobre la mesa.
―¿Estás bien?
Asentí.
―Me  importa  una  mierda  Viper  comprometiéndose  ―dije―.  Es  solo  que... mi hermana, ¿sabes?
Qu putos traidores. Ambos.
Y mi madre... ella y mi hermana eran cercanas. Ella lo habra sabido.
―Elias parece un buen tipo ―dijo.
Solo escuché a medias, mi mente preocupada con pensamientos de mi madre. Ella lo sabía, estaba segura de ello. Después de todo lo demás que había hecho, toda la mierda que yo había pasado, fue el colmo.
Dejar que mi hermana apoye su culo.
―Tengo que hacer una llamada ―dije, preocupada por lo que tenía que hacer.
June tenía una expresión divertida en su rostro, pero no quería pensar en lo que significaba.
―Claro ―dijo―. Déjame saber si necesitas algo, ¿de acuerdo?
Cuando se fue, hice una búsqueda rápida y, a continuación, marqué el número de mi contable. Esta fue la línea en la arena. Estaba cortando a mi madre.
El golpe en la puerta me sobresaltó. Acababa presionar "colgar" en el teléfono. Cuando  me asomé por la cortina, suspiré.
―¿Es en serio? ―Abrí la puerta, y mi representante entró.
―Este pequeño truco tuyo no podría haber sido mejor publicidad para Small Town Love―dijo―.  Quiero  decir,  la  ciudad  es  jodidamente  perfecta,  ¿no?  La  maldita película podría haber sido grabada aquí.
No había conocido al hombre en traje que estaba de pie a su lado, sosteniendo un maletín, pero supe de inmediato que era del estudio. Él gruñó algo en respuesta, su expresión se torció mientras miraba alrededor de la habitación con evidente disgusto.
Él era lo suficientemente importante como para no ser molestado con presentaciones.
―Mi  punto  es,  River  ―dijo―.  Hiciste  tu  dramática  salida  al  campo,  hemos  cambiado  la historia. No estabas huyendo, la posición oficial del estudio es que te retiraste en busca de tu papel como una chica de pueblo para la película.
―¿Durante el rodaje? ―pregunté, sacudiendo la cabeza―. Es increíble.
―Sí ―dijo―. Lo es. Es in-jodidamente-creíble que alguien de tu calibre haría algo tan ridículo como esto. Quiero decir, se espera de alguna actriz que no conoce nada mejor. Pero eres River Andrews. Has estado alrededor de la cuadra. Entiendes cómo son las cosas. Tú. Jodidamente. No. Te. Vas. En. Medio. De. Una. Grabación.
Resaltó cada palabra en la última frase, como una pistola.
―No me voy a ir contigo ―dije, molesta con el hecho de que me había rastreado hasta  aquí, voló todo el camino hasta aquí para obligarme a regresar. No era completamente irresponsable. Nunca había hecho algo como esto antes. Sabía las consecuencias de huir a mitad de una grabación.
Ya sabía que tenía que volver. Solo... quería fingir con él un poco más de tiempo.
―River ―dijo―. No estás lo suficientemente delirante para pensar que te vas a quedar aquí. ―Estudió mi rostro por un momento―. Jesús, ¿en serio? ¿Eso es todo? ¿Es el tipo con  el que estás, el lisiado? ¿Su polla es tan mágica que de repente te ha sacado el cerebro por los oídos?
Sentí la sangre bombear con fuerza en mis oídos.
―Él es un veterano ―dije, de repente enojada. Sabía que tenía que volver, pero estaba  recordándome exactamente por qué no quería volver a Hollywood―. Vete a la mierda.
Ella rió.
―Solo  para  refrescarte  la  memoria  ―dijo―.  Tienes  un  contrato  con  el  estudio,  que  aquí el señor Ellis estaría más que feliz de refrescarte.
Como si fuera su señal, el hombre de traje metió la mano en su maletín y sacó un fajo de papel.
―El  día  después  de  mañana  ―dijo―.  Si  no  se  presenta,  estará  incumpliendo  y  el  estudio no dudará en hacer cumplir nuestro contrato. La posición del estudio es que se le envió aquí para hacer una investigación más a fondo para su papel. No huyó del set de grabación.
Crucé los brazos sobre mi pecho.
―Jódanse los dos.
―Desafortunadamente, River ―dijo mi representante―. Tú eres la que se va a joder si  no te presentas para la grabación. No olvides, soy muy consciente de que no tienes los recursos financieros para pagar una enorme demanda.
Enderezó el cuello de su blusa, su rostro retorcido con disgusto cuando se volvió para irse.
―Espero que sea digno volver a caer en bancarrota otra vez.
La puerta se cerró detrás de ellos, la casa envuelta en silencio. La cabeza me vueltas. ¿Valía la pena arriesgarlo todo?
l es solo una aventura.
T no sabes nada. No lo vale.
¿Verdad?
Enciendo la pantalla del teléfono y miré el mensaje de Elias con la dirección del bar al que aparentemente había ido.
Sabía lo que tenía que hacer.

ELIAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora