Capitulo treinta y nueve: ¡Mierda! ¡No te violé! ¡Loca!
Narra Roxy
- Ey- susurraron, volteé a ver a Faith medio dormida, medio con resaca moviendo sus pelos desordenados- ¿Dónde vas tan temprano?- sonreí
- Loquita… son las dos de la tarde- me encogí de hombros
- Es temprano para la gente normal… ¿sabes que es sábado?- asentí con una sonrisa
- Tengo que hacer el trabajo de castellano… ¿sabes que es para el lunes?- rió
- La parte de saber seducir como Roxana Nieto es hacer que los chicos hagan los trabajos que no sabes hacer- reí en voz baja tratando de no despertar a los demás
- Eres increíble- susurré, ella sonrió
- Aprendí de la mejor- me guiñó un ojo, suspirando volvió a enterrar la cara en la almohada- Suerte- suspiré
- La voy a necesitar- susurré para mi misma, miré a todos antes de cerrar la puerta, todos seguían en la misma posición de antes, miré a la cama donde ambos chicos abrazaban una almohada en el medio aparentando ser yo, solo me quedaría para verlos despertar a enemigos en la misma cama… por suerte estás hablando de mí así que no me iba a ir sin dejar la cámara encendida a un costado de la cama. Con mis jeans, buzo suelto gris y mis infaltables gorro de lana y botas a la rodilla salí de la casa. Algún día me compraré un auto… cuando no me tome toda esa adrenalina cuando estoy al volante. Recuerdo una vez que By me dijo que Cassandra vivía a pocas calles de la plaza. ¿Por qué todo tiene que estar tan cerca de todo? Aunque era bastante bueno, y bastante cerca, me fui en la skate
Cuando llegué a la casa/mansión me sentí rara… muy rara, era intimidante a decir verdad, aunque tenía que recordar que Cassandra era la persona más idiota que conocí en mi vida… bueno ella y el grupo de mi viejo colegio, juro que esas chicas iban a sacarme de mis casillas, estúpidas sin vida, metidas chicas, y pensar que yo tenía de amiga a una de ellas… mierda ¿Por qué me acuerdo de cosas feas en este momento?
Toqué el timbre y unas campanadas se hicieron presentes, una señora de unos sesenta años abrió la puerta, frunció el ceño
- ¿Sí, dígame?- sonreí, tiene un acento latino
- Hola…- alzó ambas cejas, ella también lo notó- Mi nombre es Roxana… vengo a hacer un trabajo con Cassandra- le dije sonriente, después de unos segundos asintió con una gran sonrisa
- Pase usted…- asentí y pasé por su lado- ¿Requiere algo para…?- la interrumpí
- Odio que me traten de usted- le dije en español, rió
- Yo también lo odio, a veces no puedo soportar hacerlo siquiera- reí
- ¿Ella está aquí?- asintió
- Está arriba- le sonreí
- Gracias…
- Ay que tonta… soy Rosa- le sonreí
- Bueno, es un placer, extrañaba hablar en español- asintió
- No me pasa seguido… aquí hay bastante gente que habla como yo- rodé los ojos
- Ya no me sorprende de que me haya dicho inmigrante y sirvienta, algunas veces- frunció el ceño, pero luego se encogió de hombros
- A mi tampoco me sorprende que te haya dicho eso… ella es bastante…