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Su auto no estaba lejos tan solo  a unas cuantas calles. Un Nissan Altima color negro, último modelo. Nos dirigíamos hacia la zona de las plazas comerciales.

¿A dónde me llevas? – pregunte, mi estomago volvió al sonar, intente acallarlo poniendo mis brazos alrededor sin suerte alguna, vi pasar por unas tiendas se las mencione, pero no hizo caso omiso.

Ya lo veras – responde después de un momento.

Pasó todos los centros comerciales de largo, no le di importancia, me limite a mirar por la venta. Dio una vuelta, con dirección hacia otra avenida. Para después tomar otras calles en las cuales dio unas cuantas vueltas. Parecía tener  la intención de perderme, lastima eso nunca funcionaria.

Tu dijiste que íbamos a tomar algo – reclame, lo mire fijo. El por su parte jamás despego la vista de la carretera solo se limito a sonreír y contestar.

Si eso vamos a hacer – aseguro.

Pues hubiéramos podido tomar cualquier cosa en una tienda o en la plaza que pasamos hace un rato – estaba comenzando a malhumorarme. El hombre solo sonreía – a ¿dónde me llevas?

Ya te lo dije, vamos a tomar algo yo también tengo ganas de beber algo – volvió a dar vuelta en otra calle, por un momento no la reconocí, rápido dio otro giro, entonces si me confundí en la dirección que estaba – además ya estamos por llegar.

Empezaba a desconfiar en él, aparentemente supo ganarse mi confianza. Quizá planeaba otra cosa. Robarme mi poder quizá. Por eso inspecciono la guadaña en varias ocasiones. ¿Los cegadores hacen eso? Como saberlo, todo es prácticamente nuevo en ese mundo lleno de espectros y espíritus trasparentes. Metí mi mano en el bolsillo y tome mi llavero sosteniendo la pluma con fuerza.

Ni se te ocurra – dijo con voz sombría – si liberas aquí esa arma vas a dañar mi coche y no creo que tengas de donde pagarme los daños o si chico.

¡Me vale! – Grite – lo hare si no me dices a donde vamos.

Suelta tu arma, ya llegamos – aclaro y bajo la velocidad de auto. Se aparco junto a una casa, era un vecindario poco conocido para mí, pude ver a lo lejos la tienda comercial a unas cuantas calles. Supe donde me encontraba o hacia donde escapar si intentaba algo.

BELLA VITTA. Decía el letrero del bar frente al que estábamos. Un sujeto salió del bar para recibirnos. En cuanto salió se me quedo mirando al ver a tecno su mirada cambio. No era para nada amenazador, parecía ser casi de la misma edad de Tecno, un poco más joven, piel morena y pelo muy corto.

Tecno, ¿Por qué traes a tus estudiantes aquí? – Exclamó y me miro de reojo, un hueco se formo mi estomago como era posible que ese hombre supiera  el nombre de mi acompañate – sabes que los niños no pueden entrar.

No es un niño Adrian.

Ya sé que es un adolecente pero...

Ya Adrian déjanos pasar – lo interrumpió Tecno.

Conoces las reglas Tecno – Adrian miro a Tecno, este solo hiso una mueca y me hecho la mano al hombro.

Viene conmigo o eso no te es suficiente para dejarlo pasar – el hombre me miro nuevamente, yo hice lo mismo en forma desafiante, hiso un gesto y nos dejo pasar. Entre por delante ya que tecno me adelanto con la mano, el hombre nos detuvo apenas entramos.

¿Quién es el chico? – cuestiono adrian a mi acompañante,  lo mire.

Ya lo veras – hiso una mueca y levanto una ceja – te vas a sorprender – el otro hombre miro a Tecno, movió la cabeza y nos señalo un asiento – no  te preocupes – le explico tecno  a Adrian mientras caminábamos hacia la mesa – no vas a ser el único sorprendido, te lo prometo, va a ser divertido ver sus caras, en especial de los ancianos.

CegadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora