22

4 0 0
                                    

Por mucho que tratara de imaginar a mi mejor amigo como había visto a su padre hacía apenas unos momentos, me resultaba prácticamente imposible. ¿Porque siempre es tan complicado aceptar la verdad? Quizá por qué es más sencillo, seguir creyendo una mentira.

La persona que había conocido por años, no era quien yo creí. Me había engañado. O quizá al igual que yo tenía prohibido decir lo que era. No podía concentrarme en ninguna otra cosa. A pesar de que el viento golpeaba mi cara con fuerza por la velocidad que llevábamos, nos dirigíamos hacia la casa de mi mejor amigo. Nos enfrentaríamos de nuevo a Alberto solo que ahora en su propia casa. Casi estábamos por llegar así que comencé a descender.

Tecno también  comenzó a descender a mi lado. Yo mismo tuve que guiarlo hasta la casa de mi amigo. Ramón nos había encomendado revisar la casa, buscar cualquier cosa que nos ayudara a localizar a mi amigo. Aunque de hecho nos pidió algo personal de Sam para poder localizarlo y rescatarlo, mientras que Tiburón se dirigió  hacia el último domicilio que se sabía Colibrí con la esperanza de encontrar algo que nos ayudara a encontrarla.

Talle mis ojos con la mano, me ardían. La noche en vela comenzaba a cobrar su precio. Me sentía cansado y somnoliento. Tecno también lucía un tanto cansado. 

Esa es la casa – dije señalando la casa de dos plantas color café. Dos enormes y frondosos árboles  daban la bienvenida. Mire la casa y también se me vino a la mente el rostro de Alberto como incubo que me había causado miedo. Me arme de valor y toque la puerta con el puño. Al cabo de un momento la puerta se abrió.

La madre de  Sam se encontraba en el umbral de la casa. Sostenía un trapo manchado de rojo, sus ojos estaban rojos e hinchados, había estado llorando era evidente.

Erik – dijo mi nombre apenas me vio – que haces aquí. ¿Quién es tu... amigo?

Buenas noches – Tecno se adelantó y comenzó a hablar con la mujer – mi nombre es Tecno. Estamos investigando la desaparición de su hijo.

La madre de mi amigo deslizaba la mirada entre Tecno y yo  un tanto desconcertada.

¿Que hacen en mi casa segadores? – trono la voz de Alberto desde el interior de la casa, entonces el hombre también hizo aparición en la puerta de la casa. Nos miro con desprecio. Enojo. Fijo su mirada principalmente en mi – Sabia que en algún momento nos causarías problemas – espeto – ¿Qué quieren?

El muchacho no tiene culpa de nada – Tecno me defendió yo me había quedado mudo ante la afirmación del hombre. – al igual que tu hijo, él también es víctima, la segadora que se presentó aquí utilizo a este muchacho para poder localizar a tu hijo. Al parecer le chico tenia impregnada algo de la energía de tu hijo. Pero nosotros no nos habíamos percatado de ello.

Alberto indico a su esposa. Que entrara que él se encargaría de atendernos. La mujer obedeció y entro rápidamente a la casa dejándonos solos con él.

No tengo idea de cómo fue que eso paso – explico Tecno con su habitual sonrisa de oreja a oreja dibujada en su rostro – pero eso él también fue atacado antes.

Alberto se froto la sien con su mano por un momento.

Fui yo quien le impregno el poder de incubo a este chico y sus amigos. – declaro el incubo. – pensé que de esa forma el poder de mi hijo podría esconderse o confundirse de ustedes para que no lo detectaran. Y como tú tenías un poco de más energía que los otros te impregne un poco más que  los demás, esa fue la única razón por que le permití a mi Samuel que se quedara contigo. Hasta que me percate que te habías convertido en segador de almas que le exigí a Sam que se alejara de ti, por su seguridad y la nuestra.

CegadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora