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Sam simplemente me ignoro el resto del día. Por alguna extraña razón me estaba aplicando la ley del hielo. Lo malo es que no recordaba si habría hecho algo mal para provocar que se enojara conmigo. Intente recordar algún momento durante el fin de semana pero lo único que conseguí fue un dolor de cabeza.

Sam me evitó completamente a la hora del receso. Apenas me acerque a él con mi café Sam se levanto de la banca donde estaba sentado comiendo y se retiro dejándome ahí. Mejor me senté en mi butaca, hable con algunos de mis compañeros sobre muchas tonterías pero aun con eso no podía evitar el extrañarlo ahí sentado a mí lado contando chistes bobos. 

Eran poco más de la once de la mañana cuando el profesor dio terminada su clase,  era la última del día así que en ese momento todos mis compañeros e incluido yo, empujamos nuestro cuadernos y bolígrafos dentro de nuestras mochilas. Todos comenzaron a salir del salón con sus respectivos grupos de amigos. Los observe abandonar el salón haciendo planes, cuando por fin salieron todos  yo también salí, cuando pase por el aula de clases de mi amigo lo busque con la mirada, ahí estaba charlando alegremente con sus demás compañeros. Como si no pasara absolutamente nada. Sonriendo. Desearía poder estar con ellos divirtiéndome.

En la entrada principal de la preparatoria como siempre había muchos de los alumnos reunidos, unos entrando a toda prisa hacia sus clases, otros que igual que yo se retiraban a sus casas, otros entraban tranquilamente sosteniendo un humeante vaso de café, otros estaban charlando y obstruyendo el paso al resto. Salude a algunos de los conocía, un simple choque de puños o un golpe en el hombro.

¿A dónde crees que vas? – escucho que pregunta alguien, su voz era imposible de no reconocer, me de inmediato me di la vuelta. Tecno estaba ahí de pie justo al centro del pasillo, los demás pasaban a su lado y lo esquivaban, el sonreía de oreja a oreja, me detuve en seco

Voy a casa – respondí – al fin no tengo más a donde ir y pues las clases ya terminaron – dije mostrando la mochila que colgaba de mi hombro. Hice una mueca. Tecno levanto una ceja por un momento.

¡Genial! – Exclama y se acerca a mí, me pone su mano el hombro y me hace dar la vuelta y sigue caminando – que no tengas clases es justo lo que necesitamos. Ya que tenemos muchas cosas que hacer.

Cosas que hacer, ¿Qué cosas? – pregunte, seguíamos caminando con dirección hacia la catedral de la ciudad que estaba a solo dos cuadras.

Entrenar obviamente – respondió alegremente – como cegador, aun tienes mucho que aprender y también tienes mucho que aprender de esa guadaña que tienes en tu poder.

Seguimos caminando, estábamos en la plaza, cuando de pronto comienzan a sonar las campanas de la catedral. Inmediatamente sentí como Tecno  apretó fuerte mi hombro. El sonido de las campañas era diferente, más dulce, melódico, el sonido más hermoso que pudiera haber oído jamás. Entonces me doble de dolor.

Dolor. Era todo lo que podía sentir en cuanto comenzó el repicar de las campanas de la catedral que estaba justo frente a nosotros. ¿Cómo era eso posible?, ¿Por qué me causaría tan terrible dolor el sonido más dulce que pudiera existir en el mundo? Mire a Tecno, estaba tranquilo y sonriente como siempre. Fácilmente podría decir que se burla de la situación, ya que estoy doblado del dolor y cubriendo mis oídos como puedo, pero claro no funcionaba, era como si es sonido del repicar de las campanas entrara directo a mi cerebro.

Que terrible contradicción. Un dulce sonido, un dolor horrible. No poder disfrutar la música hermosa. El dolor era insoportable sentía como si los oídos me fueran a estallar en cualquier momento, podía sentir como mi tímpano sangraba.

Tecno estaba tranquilo, solo estaba mirando hacia la catedral como si pudiera ver cuando el martillo golpeaba el interior de la campana para poder producir ese hermoso sonido.

CegadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora