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Todo parecía tan pequeño desde las alturas, los edificios, casas, arboles y principalmente las personas.  Recorría la ciudad desde las alturas en un deslizador creado por Tecno y me sostenía de su camisa aunque eso fuera realmente innecesario, ya que mis pies estaban literalmente adheridos al deslizador por medio de una descarga eléctrica.

Miraba hacia un lado y otro del horizonte. Desde lo alto la  ciudad se ve hermosa, los antiguos pero bien cuidados edificios de cantera que conforman el centro de la ciudad demuestran el hermoso color rosa con el brillo del sol de la tarde. A pesar de ruido de los autos.  La vista es realmente maravillosa. Tecno tiene la vista fija hacia el horizonte frente a nosotros.

Es hermosa – dije en voz baja, disfrutando de aquella vista casi privilegiada, aquella vista de la ciudad que solamente pueden apreciar las aves y claro ahora yo y Tecno.

¿Qué es hermosa? – me sobresalto por la pregunta de Tecno pensé que no me había escuchado.

La ciudad – digo y dirijo mi vista hacia la ciudad que discurría por debajo de nosotros en aquel momento.

Claro que lo es – contesta Tecno, giro la cabeza y me miro por el rabillo del ojo, pude ver como se formaba una media sonrisa en su rostro – siempre lo ha sido.

Era un paisaje maravilloso. Al poco tiempo comenzamos a descender, no estábamos acercando al suelo poco a poco. Mientras bajábamos pude ver varios edificios conocidos de la zona comercial de la ciudad, ahora podría saber con exactitud cómo llegar al Bella Vitta.

Descendimos del deslizador justo frente al bar, Andrés  estaba afuera observando nuestra llegada. Apenas bajamos con un rápido relámpago de colores el deslizador se convirtió en la guadaña de Tecno que había visto antes la cual también estaba surcada por muchas líneas de colores.

Recorría todo la calle con la vista para poder ubicarlo bien y con la referencia que tome desde el cielo, jamás hubiera pensado que era un lugar tan fácil de localizar. Ahora estaba seguro que podría regresar cuando yo quisiera. Sabía el camino o más bien a qué zona llegar.

Una vez dentro Andrés nos guio hasta una mesa desocupada cerca de la ventana, repase con la mirada todo el lugar mientras caminábamos, había algunas caras que ya había visto en mi visita anterior, y muchas otras que no. Pude ubicar a la chica que me había ayudado la noche anterior estaba sentada con otro muchacho más o menos de la edad, me saludo con un pequeño gesto de su mano, acompañante  me miro por un segundo por el rabillo del ojo, su mirada era fría, inexpresiva ambos volvieron a sus bebidas.

Su mesa – indico Andres, con su mano y pronto se retiro hacia la barra  ya que lo llamo el bar tender.

Al cabo de un rato  Sandra nos tomo la orden, nos indico que debíamos esperar ya que el lugar estaba bastante concurrido. Tecno me explico que al lugar se permiten la entrada a los vivos, pero solo determinados días. Quince minutos después teníamos nuestras bebidas. Conforme  se acercaba la noche Andres ya no permitía la entrada a nadie a menos claro que se tratara de una segador de almas, los vivos se fueron retirando. Me levante al baño, ya había tomado demasiado refresco y justo cuando iba entrando me tope con el mismo muchacho que acompañaba a la cegadora que me había ayudado. Apenas  cruzamos la mirada el muchacho rápido miro hacia el suelo, paso a mi lado y choco su hombro con el mío, no dije nada e hice mis necesidades. Cuando regrese a mi asiento tecno había acabado con su bebida y estaba charlando con otro segador  de la mesa de al lado. Apenas me senté tecno me  hablo.

¿Cómo te sientes?

Ah – su pregunta me había tomado por sorpresa – ¿a qué te refieres?

Lo de anoche – dice el de forma natural y en voz baja. Me quede mudo por un momento no sabía que decir – ya sabes, lo del poseído que te ataco.

CegadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora