Capítulo 4

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Tengo una terrible jaqueca, es como si todo mi cráneo doliera. Estoy a punto de colapsar. Esto me sucede cuando recopilo demasiada información o cuando me pasan cosas fuera de lugar, cosas interesantes, cosas que no me pasan diariamente.

La lluvia continúa, amo la tormenta. Pero en estos momentos ya no sé qué es lo que amo y que es lo que no. Me siento perdida, estoy divagando… flotando en el espacio… hasta que me pierdo en un largo y profundo sueño.
Y sueño lo mismo. Ben descubriendo mi gran secreto y yo muerta del miedo… me acusa de fenómeno en las autoridades. Dios, que ridículo todo esto.

-Cassie, cariño – escucho una voz dulce – por favor despierta.

Ignoro esa voz que no reconozco y trato de volver a sumirme en mi sueño o pesadilla, nunca se sabe pero con tal de seguir dormida y no vivir la emoción de la realidad soy capaz de hacer cualquier cosa. Lo que sea.

-Despierta…

Demonios.

Abro lentamente los ojos para ver un rostro familiar y a la vez desconocido para mí. Frunzo el ceño porque aún no estoy acostumbrada a la luz blanquecina de mi cuarto, gimo y vuelvo a dormir.

-¡Por el amor de Dios, Cassandra!

¿Quién osa interrumpir mi preciado sueño? Merece la muerte.

Estoy mirando fijamente unos grandes ojos grises como los míos, una dulce sonrisa y el olor a vainilla hace cosquillas a mi nariz.

-Cielo – ella me abraza muy fuerte.

-¿Mamá? – le devuelvo débilmente el abrazo - ¿qué estás haciendo aquí?

Se aparta y me mira con lágrimas en los ojos. Su pelo castaño largo y ondulado caía como cascadas sobre sus hombros y estoy segura que en gran parte de su espalda también.

-¿No te alegra verme? – parece ofendida.

-Por supuesto que me alegra.

Salgo de la cama y la abrazo como es debido. El olor de su pelo me recuerda a mi niñez y también empiezo a lagrimear. Mi madre.

-Quería darte una sorpresa – murmura.

-Pues me sorprendiste – admito.

Tiene puesto un largo vestido que le queda súper bien como siempre, unos altos tacones pero aun así seguimos teniendo la misma estatura ya que soy bastante alta y ella muy baja.

-Te ves tan madura – una sonrisa de orgullo ensancha sus labios color rosa pálido.

Me vuelve a abrazar hundiendo su cabeza en mi cabello.

-No exageres, mamá, no nos estamos viendo después de cinco años – estaba tan feliz de verla.

-De todos modos. Mi Cass – empieza a sollozar – no tienes idea de cuánta falta me hiciste en todo este tiempo, no tienes ni idea de cuánto te quiero. Te adoro.

La aparto para que pueda tomar un poco de aire (me estaba sofocando).

-Está bien, mamá. Ya estamos juntas – trato de tranquilizarla, pero es una misión imposible.

-Abajo está alguien que quiero que conozcas… y… - lucía raramente nerviosa.

-¿Algún pariente? ¿Una amiga? – sugiero arqueando las cejas.

-Nada de eso, hermosa, te esperamos abajo.

Esto es terriblemente sospechoso y no sé por qué pero algo me dice que no me va a gustar. Arrugo la nariz y le digo que me espere, que voy a tomar una rápida ducha porque soy consciente de que más desaliñada no puedo estar.

Detrás De EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora