Capítulo 8

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Esta vez no estaba de ánimos para verlo, no después de lo sucedido. El beso fue hermoso y todo lo demás pero ese momento en el que casi cambié… nunca en mi vida había sentido tanto miedo, el terror se había apoderado de mí. Definitivamente no quiero que se entere nunca de quien en realidad es Brenda. Nunca. La ama y no quiero que ese hermoso sentimiento se termine.
Pero él, Ben, me había mandado a , Cassie, un mensaje haciéndome recordar que hoy teníamos que vernos porque quiere decirme Dios sabe qué. Lo peor es que me estoy imaginando todo tipo de cosas, odio ser tan paranoica…
Nicole quería que la ponga al tanto de todo pero creo que ella puede esperar, en estos momentos quiero dormir y simplemente dormir.
Y eso sucede. Me duermo y para mi buena suerte despierto unos minutos antes de las seis, que dicho sea de paso es el horario que me dijo para encontrarnos… pero ya con más ánimos me meto en la ducha y hasta me lavo el cabello.
Decido usar lo típico, unos jeans y una blusa color lila oscuro que me queda un poco holgada.  Me seco el cabello y lo dejo suelto. Al final decido ponerme un perfume de mi mamá para que no me salga con que Brenda y yo tenemos el mismo olor.
Cuando estoy a punto de salir mi madre me detiene que estaba en la cocina.
- ¿A dónde vas? – me pregunta con el ceño fruncido.
- Eh, pues… - demonios, piensa – a la casa de Brenda.
- ¿Brenda? – ella profundiza su ceño fruncido.
- Exacto. Una nueva compañera y bueno… yo me ofrecí a ayudarla con lo que sea necesario.

- ¿Tienes una nueva compañera a mitad de año? – ahora está frente a mis narices.
- Es de intercambio, tú sabes… ese tipo de cosas.
Asiente pero no me cree del todo.
- Está bien. Tu abuela Coralina y yo nos iremos de compras  y Tim… creo que lo tragó la tierra.
- Eso es normal en él pero creo que deberían ponerle un límite, se ha vuelto tan rebelde - digo.

Eso definitivamente era cierto. Tim cada día se vuelve más insoportable. Esta mañana me cerró la puerta en la cara y a la hora del almuerzo me lanzó un huevo crudo y justo llevaba mis gafas. Lo quería matar. En serio.

- Sí, supongo pero tú eres mi prioridad, ya sabes, la única esperanza de la familia.

- Basta, mamá – la detengo y ruedo los ojos – abuela y tú deberían ponerle más atención a mi hermano, lo tratan como si no fuese tu hijo.

Abre grandes los ojos y se da la vuelta haciendo gestos con su mano y murmurando cosas intangibles.

Ya visualizo el parque donde habíamos quedado vernos. El lugar se encuentra vacío y me encanta. Amo los lugares así. Creo que Ben y yo tenemos tanto en común.
El susodicho está sentado en un banco sonriendo a su celular y mis mejillas arden. Que ni se lo ocurra engañar a Brenda porque lo mato.

Me siento a su lado y cuando creo que no se dará cuenta voltea a verme y sus ojos brillan con diversión y murmura un hola tan bajo que apenas logro escuchar. Sin decirle nada le pregunto qué es lo que quiere.

- Pensé que nunca llegarías – me dice.
- Lo siento, estaba con mi novio.
- ¿Tienes novio? – me mira como si fuese la especie más rara del planeta, ¿por qué le sorprende?

- Por supuesto que tengo novio – lo miro de manera somnolienta como si estuviera tan aburrida del mundo entero.

- ¿Ah, sí? – sonríe – no me lo esperaba.

Por un momento dejo de respirar. Esa sonrisa, Dios…

- ¿Cómo se llama? – pregunta.

- Daniel – digo el primer nombre que se me viene a la cabeza.

- ¿Daniel? – bufa - ¿quién demonios es Daniel?

- Mi novio – ruedo los ojos – no es de por aquí.

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