Tregua.

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¿Me estás webeando? - me reí - De verdad, tan cagá estás...

Me quise parar pero me tomó el brazo.

-No jugaría con algo así. - me respondió.

-Inventaste que te ibas a matar, eres capaz. - le dije.

-¡No le digas nada de esto al Juan Pablo! - me dijo y le negué.

No debería importarme pero no puede engañarlo con eso.

-No lo engañarás con algo así - la miré y me hizo sentar. - No te dejaré, Javiera.

-¡Si lo estoy! - me gritó. - ¿Tu crees que le suplicaria volver al JP por nada? Puedo meterme con cualquier weón y chao, pero no, porque es mi familia.

La miré buscando alguna señal de que está hueá es mentira, pero no encontré.

-Dile al director que yo no fui. - le ordené - Si no le dices yo... yo le contaré todo.

Se puso seria.

-Bueno. - me respondió. - Pero te alejas del Juan Pablo y sigues con tu "principito".

-No me molestes más, por favor. - le pedí. - No quiero más problemas, nos queda un año juntas, hagamos que se pase rápido.

-Tú tampoco me molestes más, no eres la víctima en esta historia, Josefa. - me sonrió - Todo lo que te pasa y pasará es porque tú te lo buscaste.

-Y sigues... - la miré seria - Basta, desde este día dejas de hacer cualquier cosa que me haga daño.

Levantó una ceja.

-Porque yo no haré nada que te lo haga a ti.  - terminé de decir.

-¿Entonces qué esto es una tregua? - me dijo.

¿Que es tregua? ah.

-Si. - la miré seria y se paró.

-Le diré al director todo, bueno... algo con tal de quedar bien las dos. - se encogió de hombros. - Espero que cumplas lo que dijiste.

Asentí.

-No lo hagas por mí, hazlo por mi hijo.

Aún no le compro esa hueá de la guagua.

Solo asentí para evitar conflictos de nuevo, respiré profundo y caminé hasta mi sala. No estaba ni ahí con darme vueltas por el colegio.

Quería mi casa y sobretodo mi cama.

-¡Josefa! - me habló una weona de mi curso, ni me acuerdo como se llama, solo que es la presi.

-Hola. - la saludé.

-Toma tu entrada para la fiesta.- me pasó una pulsera. - Te necesito ese día ahí.

¿Qué? No, no, no.

-Yo tengo que viajar ese día. - inventé. - Sorry, para el otro año.

-Pero como si tu mamá te ofreció. - me sonrió. - No hay excusas.

Me vendió la culiá.

-Dale. - pasé de largo para sentarme. Me siguió hablando.

-Estaremos a cargo de recibir a los alumnos y retirar entradas solo una hora después de que las puertas se abran. - me explicó y asentí.

Que paja, por qué maldita mamá.

-Después de que se cumpla ese tiempo podremos disfrutar de la fiesta. - festejó.

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