Silencio.

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Emma.

Me encontraba en mi habitación, acostada en mi cama y tapada hasta la cabeza, cuando escuché que la lluvia comenzaba a caer. Al principio noté que eran un par de gotas. Pero luego el sonido se fue intensificando hasta desembocar en una gran tormenta. Podía escuchar como el viento movía los árboles de un lado a otro, mientras algunas de sus hojas caían en el techo de mi pieza. Caminé hasta la ventana y me senté en el sillón para poder observar las gotas de lluvia.

La mayoría de la gente que caminaba por la calle corría de un lado a otro intentando no mojarse, mientras que algunas disfrutaban de la lluvia. Sin dudarlo agarré mi cámara para fotografiar las diferentes situaciones. Era uno de mis hobbies favoritos.

El cielo estaba completamente oscuro, y este hacía parecer que era de noche, cuando en realidad era la tarde.

Pensé en lo aburrida que estaba y decidí ir al hospital, para ver como se encontraba Logan, y como estaba su madre con todas las cargas que estaba teniendo.

Agarré mi piloto y me dispuse a ir caminando. Me hacía bien hacer algo de ejercicio, además la lluvia me encantaba.

Salí de la casa y lo primero que sentí, fue el aroma a tierra mojada. Cerré los ojos y me transporté a mi infancia, donde mi hermano y yo solíamos jugar en el patio de nuestros padres.

El viento chocó contra mi cara, haciendo que esta se me congele. Instantáneamente comencé a caminar para hacer que el frío en mí se apaciguara un poco.

El agua seguía cayendo y yo amaba ver como las gotas rebotaban en la calle, al mismo tiempo que el viento acompañaba su fluir.

La calle estaba silenciosa, no había mucha gente que deseara salir a caminar un día de lluvia. La mayoría de las personas, preferirían quedarse viendo una película en su cama. Yo hubiera hecho lo mismo, pero necesitaba tiempo para estar sola, no precisamente porque necesitara pensar, sino porque quería un momento conmigo misma.

El hospital se encontraba a unas cuadras y no tardé en llegar. Médicos y enfermeras pasaban de un lado al otro. Al igual que algunos enfermos en sillas de ruedas.

Me acerqué a la oficina, donde había un chico moreno, de ojos verdes. Antes de poder entablar una conversación con él. La madre de Logan se acercó a mí.

—Hola Emma, me alegra que hayas venido. Vén te llevaré a donde él se encuentra.

—Hola, gracias.

Subímos por las escaleras hasta el tercer piso. Y nos detuvimos en frente a una puerta blanca.

—Es aquí. Creo que es mejor que entres sola—dijo su madre para luego marcharse.

Me sentía algo nerviosa, podía sentir los latidos de mi corazón retumbando fuerte dentro mío.

Entré a una sala donde había muchas camas separadas por cortinas, hasta que llegué a donde Logan se encontraba.

Sus ojos estaban abiertos, su pelo despeinado demostraba que se había despertado recientemente. Sus rodillas estaban flexionadas debajo de las sábanas y estaba leyendo un libro, no pude notar su nombre, pero parecía de fantasía por la portada que tenía.

Me acerqué a él y en cuanto me miró, no pude evitar la sonrisa que se escapó de mis labios. Simplemente me daba felicidad verlo sano y salvo.

—Hola—Dije ocupándo una silla que estaba a su lado.

—Hola—Respondió confundido—. ¿Porqué viniste?

—Yo... quería saber como te encontrabas.

Una risa burlona asomó por sus labios.

—Increíble.—Dijo en tono sarcástico.

—¿Disculpa?

—Es irónico que tú me hayas salvado, cuando fue por tí que terminé decidiendolo.

Me quedé estupefacta ante esa confesión. Las palabras se atoraron en mi boca, y mi única reacción fue cruzarme de brazos y mirarlo. Me parecía demasiado que él me culpara.

—¿De qué estás hablando?

—Permitemelo recórdartelo, decías algo como que yo era un depresivo.

—Escúchame, mis intenciones no eran de hacerte daño, ¿sí? Solo, estaba defendiéndome. No fue apropósito.

Dió un suspiro largo. Para luego seguir con su lectura. El silencio no tardó en llegar. Su cara demostraba estar contento por haber recibido mi disculpa, además de la concentración por estar leyendo el libro. Sus ojos levemente entrecerrados se movían rapidamente por las páginas, y sus labios juntos, formaban una delgada linea.

La verdad es que quería decir algo más, algo que me hiciera sentir menos culpable por su casi-suicidio. Pero cuando el notó que yo estaba por hablar me calló enseguida con sus palabras.

—Me gusta el silencio— afirmó mirándome a los ojos.- Y si vas a quedarte deberás aprender a respetarlo.

Asentí con la cabeza. La verdad es que a mí, también me gustaba el silencio, solo que no todo el tiempo. Necesitaba acallar mis pensamientos con palabras.

Nos quedamos un par de horas acompañados de ese extraño silencio, que no era incómodo, pero tampoco agradable. Mas bien era una extraña mezcla de ámbos. En cuanto te acostumbrabas a el, parecía que no estaba pero al cabo de segundos, un simple ruido te recordaba la calma y tranquilidad en la que estábamos sumidos.

—Emma, ¿podemos hablar un momento?—dijo la madre de Logan, entrando en la habitación. Llevándose todo el silencio que con tanto esmero habíamos contruido.

—Claro.

Me acerqué a ella y me guió fuera de la sala.

—Antes que nada, quiero que sepas que estas en todo tu derecho, de darme una respuesta negativa a lo que voy a pedirte.— dijo sin apartar los ojos de mí.

—Está bien.

—Se me hace muy difícil, pedirte esto.—dijo suspirando-. Tú y Logan van juntos al colegio ¿no es cierto?

—Sí. Hicimos un trabajo juntos también.

—Excelente. Entonces ¿podrías acercarte a él y mantenerlo vigilado? Desde que intentó suicidarse no dejó de pensar en que él lo hará de nuevo. No puedo arriesgarme a perderlo. Y no se como ayudarlo.

—Claro, haré lo posible.—Dije con una sonrisa sincera.-¿Cuánto tiempo se quedará aquí?

—Un par de días. Y luego volverá a su rutina. Esperó ser todo lo que él necesite—Dijo a punto de llorar.

—Claro que lo hará. No se preocupe.

Volví con Logan y me quedé haciendole compañia, hasta que se quedó dormido, y yo decidí volver a casa.

Sálvame De Mis Demonios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora