Hazlo.

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Emma.

No se que me había impulsado a agarrar su mano de esa forma tan firme. Quizá fue la desconfianza que su cara había tomado cuando todas las miradas se clavaron en él. Quizá solo fue un acto de bondad por parte mía. O quizá haya sido que yo entendía lo que se sentía pensar que estabas solo en el mundo, y lo que era que te juzgaran sin ningún motivo.

Sin embargo lo que yo había hecho, lo había dejado completamente paralizado, hasta que decidió irse sin ninguna razón. Y si bien su cara parecía decir que no necesitaba de mi apoyo, sus grises ojos decían todo lo contrario, y hasta parecían estar agradeciendo mi gesto.

Me quedé allí, en las escaleras, viendo como se abrían las puertas mientras la silueta de Logan se iba mimetizando con las siluetas de los adolescentes que, desesperados, entraban al establecimiento dando empujones y riéndose a carcajadas. Las voces fueron apagándose lentamente hasta que solo quedamos unos poco en el patio.

La campana sonó, avisando que las clases estaban por comenzar, así que comencé a caminar lentamente hasta el aula, donde la mayoría de mis compañeros estaban sentados en sus respectivos bancos. Todos menos Logan, que no estuvo en el transcurso de la clase.

El profesor de historia se encontraba explicando un tema nuevo, en el medio del aula, y yo lo estaba escuchando atentamente, hasta que una bolita de papel golpeó contra mi brazo, para luego aterrizar sobre mi hoja de apuntes. automáticamente supe que el mensaje era de mis amigas, ellas eran las únicas que usaban ese método antiguo pero efectivo para la comunicación. La abrí y comencé a leer:

"Así que no solo salvas personas, sino que luego las acosas."

Volteé con cara de "¿Cuándo dejarán de ser tan estúpidas?" Para recibir una fuerte carcajada como respuesta, lo que desencadeno que yo también comience a reírme. El profesor nos terminó diciendo que nos calláramos, o terminaríamos yendo a detención. Por lo que el resto de la clase continuó en silencio.

El recreo comenzó y yo estaba dispuesta a ir a buscar a Logan. Recorrí los pasillos, halls y patios en profundidad pero no lo encontré. Me adentré en un pasillo que estaba completamente vacío, salvo por la tenue música que se escuchaba. Me dejé guiar por el sonido de la melodía y finalmente llegué a lo que antes era la biblioteca.

La puerta de madera hizo un rechinido debido a su desgaste y se abrió dejándome entrar a un salón poco iluminado y con olor a encierro. El sol del día se filtraba por las cortinas, dejando a la vista pequeños rayos de luz. Los bancos estaban perfectamente ordenados, y algunos libros abandonados estaban tirados en el suelo de azulejos grises.

—¿Logan?— dije esperando una respuesta por su parte.

—Vete, Em.—respondió suspirando.

—No, te dije que me quedaría contigo. No me voy a ir.

Se levantó de detrás de uno de los bancos y me sostuvo la mirada de forma desafiante.

—El primer paso para dejar de estar mal es hablar. Asi que dime, ¿Qué fue lo que te hizo irte?

Su semblante cambió y pude notar que había bajado su mirada al suelo, como un niño al que lo estuvieran retando.

—No lo sé, tal vez es que no estoy acostumbrado a que la gente deposité confianza en mí. Ni tampoco a que quieran ayudarme. Siempre fui alguien que hacia las cosas solo, o tal vez...— movió la cabeza de un lado a otro, como si pensara que lo que iba a decir fuera una idea descabellada, y luego se quedó en silencio.

—¿O tal vez?—dije incitándolo a que siguiera.

—Olvídalo. He dicho bastante.

Entendí que él no seguiría hablando del tema, y que incitarlo a hablar sería algo inútil. Logan era una persona de pocas palabras y eso no lo iba a cambiar tan fácil. Tendría que tener paciencia para lograrlo.

—Ahora puedes irte.— dijo alternando la vista entre la puerta y yo.

Le dí mi mejor sonrisa y lo observé.

—¿Qué parte de "me quedaré contigo" no entiendes?

—¿Vas a faltar a clases por quedarte aquí en esta aula sucia, conmigo?

—Sí, y lo del aula sucia ya lo resolví.—dije con aires victoriosos.

—No entiendo.—dijo confuso.

—Salgamos de aquí.—le dije con una sonrisa, para luego tomar su mano y arrastrarlo por el pasillo casi corriendo. 


Sálvame De Mis Demonios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora