Emma.
Había llegado al hospital hacía tiempo, y este parecía burlarse de mí, haciendo que las horas sean eternas. Intenté matar el aburrimiento usando el celular, pero al cabo de un rato, ya había revisado todas mis redes sociales, y me encontraba como al principio. Llegué a la conclusión que lo mejor era intentar tener una conversación, hasta que recorde que él, era malo socializando. Me quedé ahí siendo presa de mis palabras y pensamientos. Intenté calmarme tarareando alguna canción, pero me frené al ver su cara de disgusto.
Mis manos se movían con impaciencia mientras miraba a Logan de la misma manera.
—¿Qué estas leyendo?—solté sin pensar.
Me revolví en el asiento esperando una respuesta por parte de Logan, que nunca llegó.
Comencé a caminar, impaciente, alrededor de la habitación, que ahora era individual. Definitivamente eran de esos días en donde no podía estarme quieta, y no podía permitirme estar en silencio.
No se cuanto tiempo había pasado exactamente, hasta que se digno a hablar. Posiblemente si me lo hubieran preguntado, hubiera afirmado que habían sido un par de horas largas.
El sonido de sus palabras fué un golpe seco en aquella silenciosa habitación.
—Un libro.— dijo sarcástico.— Y deja de hacer eso.
—¿Hacer qué?
—Caminar, esta impacientándome el sonido de tus pies cuando choca con el suelo. Tac, tac, tac.— dijo imitandolo.
—Lo haré, si respondes las preguntas que atormentan mi mente.—dije, sintiendo que le había ganado esa pelea al silencio.
Mi boca se sintió extraña al pronunciar tantas palabras seguidas. Y yo me sentí bien por poder largarlas de una vez.
Asintió dando un largo suspiro y dejó el libro arriba de la mesa, con la portada para abajo, como si quisiera mantener en secreto su nombre. Me encontró con la mirada, viendo aquella escena y una sonrisa arrogante asomó por sus labios.
—¿Y bien?—dijo mirándome fijo.
Todas las preguntas que para ese entonces, estaban en mi mente, fueron desechadas. Dejándome completamente en blanco. Me quedé quieta, reteniendo el aire de mis pulmones. Como si ese acto fuera a lograr retener las preguntas.
—¿Y bien?—preguntó otra vez, impaciente.
Moví mis labios de forma inútil, ya que de ellos no lograba salir nada. Cerré mis ojos y me concentré en lo que había querido preguntarle desde que lo había visto saltar.
—¿Por qué un puente?
Me miró esperando que dijera algo más.
—Supongo que te refieres a porque no elegí otro método.
Asentí con la cabeza, lento, para no interrumpirlo. Inconscientemente comencé a sentirme nerviosa y agitada.
—Quería sentírme libre. Irme con una sensación diferente.
—¿Por qué?
—Mi vida no fué nada fácil, y estaba dispuesto a dejar todo. A mi madre, mi único amigo, y a mí. Y no iba a permitir que sea en vano, sin ningún tipo de sentimiento.
Su voz fue bajando de intensidad hasta dejarlo callado completamente. Su cara había cambiado y en sus ojos se notaba que estaba dolido. Quedarme allí parada viéndolo me generó muchísima angustia.
Caminé hasta la cama, de sábanas blancas y lo abracé con fuerza. Al principió su cuerpo estaba tenso y sorprendido, pero luego cedió, dejándose llevar.
—¿Por qué estas aquí, Emma?— preguntó, safándose del abrazo.
Me quede allí, mirándolo fijo y pensando un respuesta, coherente, pero mi mente se negaba a reaccionar.
Tomé aire y corrí la mirada, depositandola en el suelo.
—Quiero ayudarte, me sentiría culpable si no lo hiciera... Además encontré tu carta en el suelo asi que se por lo que estabas pasando.
Estuvo a punto de hablar, pero sus palabras fueron apagadas por el ruido de la puerta al abrirse, dejando entrar al médico de Logan.
—Tengo buenas noticias para ti, saldrás mañana en la mañana, para continuar con tu rutina. Le avisaré a tu madre de la noticia.—dijo dandose la vuelta para marcharse.
—¡Logan! Eso es genial.— le dije con una sonrisa.
El solo se limito a observar mi felicidad y dar una sonrisa falsa, para luego cruzarse de brazos y suspirar.
—¿Dije algo malo?— pregunte medio confundida.
—No, es solo que no quiero volver a mi rutina. Mi vida es un desastre...— comentó apoyando la cabeza en la pared.
—Logan, todo estará bien, mejorará, lo prometo. Solo tienes que cambiar tu forma de ver las cosas. Ten fé. Y en todo caso, estaré aquí si me necesitas.
—Está bien. Confiaré en tí.—dijo agarrando el libro para continuar con su lectura.
Esa fue señal suficiente, para darme cuenta que la charla había acabado. Por lo que comencé a agarrar mis cosas para irme. La tarde estaba cayendo lentamente por la ciudad y hoy me tocaba cocinar, ademas de que mañana tenía colegio.
Iba a saludarlo, pero estaba tan concentrado en su libro que no quise molestarlo. Suficiente había logrado que hablara por el resto del día. Abrí la puerta y antes de salir, escuche:
—Gracias por salvar mi vida, Em.
Volteé con una sonrisa en el rostro y le respondí:
—Ha sido un placer.
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Sálvame De Mis Demonios.
Teen FictionDicen que todos venimos a este mundo a cumplir una misión. Y que todas las personas tenemos un ángel guardian que nos guía y nos protege. En la vida nos cruzamos con gente que nos marca para siempre y quizás ese era el destino de Emma, quien en su...