4.- Momento en el que mamá me miente.

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Momento en el que mamá me miente.

—¿Saben qué? —Les dije molesto mientras me ponía de pie y caminaba hacia la salida—. Ambos púdranse.

Los señalé para luego abrir la puerta, tomé un abrigo que estaba en el perchero y salí de mi departamento. Escuché la voz de Ágata llamarme, pero me importó poco.

No quería discutir con Ágata ni mucho menos con Seth, porque sé que terminaría perdiendo. ¿Cómo lo sé? Porque, vamos, ellos tenían absolutamente toda la razón, no podía negarlo, es que como se los dije cuando ambos se unían y conspiraban bien juntos, era imposible pelear con ellos, eran de esas personas a las que no se las podían contradecir.

Caminé hasta la entrada del elevador en donde estaba Audrey esperando a que llegue.

No tardó mucho, al llegar entramos.

—Es un milagro que no hayas molestado —comentó ella presionando un botón. Las puertas se cerraron y este empezó a moverse.

—No estoy de humor.

—Desgraciadamente vivimos en apartamentos baratos con paredes delgadas así que para la próxima ¿le puedes decir a tu... Dama de compañía que no grite mientras hagan lo que hagan?

La miré y empecé a reír, esta chica me alegraba el día literalmente.

—No estaba con una prostituta, era mi hermana.

—Así que incesto, que asco que eres Lewis —Volví a reír.

—¡No! mi hermana es repugnante, odiosa, molesta —Empecé a decir hasta que Audrey soltó una carcajada.

—Se nota cuanto la quieres ¿cómo así está ella aquí? Muy pocas veces se la escucha chillar en tu apartamento.

El elevador se abrió y ambos salimos de el. Caminamos por el living hasta llegar a la salida del edificio.

—¿También le informas a los demás vecinos sobre mi vida? —pregunté mirándola con una sonrisa divertida.

Me imaginaba a Audrey hablando con alguien en el elevador y diciéndole que la hermana de Gustave Lewis estaba de visita, así como siempre lo solía hacer conmigo.

—Trataba de ser amigable, además con los demás vecinos tengo temas más interesantes de los que hablar.

—¡Ouch! —exclamé llevándome una mano al pecho—. Eso me hunde más en la Neighborzone.

—De donde no saldrás nunca —Me recordó y luego esbozó una sonrisa.

—En fin ¿A dónde irás? —Le pregunté ya cuando estábamos a fuera.

—Pues a trabajar no todos nos la pasamos de flojos como tú —respondió colocándose el casco.

—¿Flojo? No me conoces, ni siquiera sabes lo que hago —refuté abriendo los brazos.

—No lo sé y tampoco me importa —Me sonrió y luego prendió su motocicleta—. Por cierto, linda pijama.

Luego arrancó y se fue. Bajé la mirada notando que aún seguía en ropa de dormir, sin contar mi abrigo y los tenis.

La mejor pesadilla de GusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora