13.- Surge una buena -mala- idea que debíamos efectuar.

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Surge una buena —mala— idea que debíamos efectuar.

Sentí algo golpear mi cabeza, algo blando cosa que me despertó, pero no tenía intenciones de levantarme. Los ojos me pesaban como si fuera imposible abrirlos. Me sentía como mierda, literalmente. Parecía que la cabeza me iba a explotar y que mi cuerpo pesaba más de 300 libras. Aún así recordaba todo, y sabía exactamente que me encontraba en el apartamento de Audrey. Al pensarlo bien, estuve a punto de levantarme ya que, por obvias razones, ella debía estar furiosa. Sabía que Audrey odiaba que entraran a su apartamento, y más si se trataba de mí.

—Diablos, duerme como tronco —Escuché la voz de Seth, así que preferí que no sepan que estaba despierto para que no se burlara de mi fracaso como bebedor.

—Eran las cuatro de la mañana cuando llegó —comentó Audrey—. ¿Qué crees que pasó?

—Sus compañeros de trabajo me llamaron —Volvió a hablar Seth—. Vine en seguida y... bueno lo que menos esperaba era encontrarlo aquí.

Audrey le dijo que llegué demasiado ebrio con Des, le contó que decía cosas sin sentido, y omitió lo demás. Ustedes son testigos de cada una de las palabras que solté la noche anterior, para mí todas fueron claras y coherentes. A lo que nos lleva que Audrey, no se porqué, trató de no humillarme con mi amigo diciéndole todos los detalles de la miseria que viví aquella noche. Lo ocultó, como si se lo hubiese pedido telepáticamente.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —indagó Seth luego de que Audrey le haya explicado todo.

—Al fin y al cabo la vas hacer —respondió ella. Quería reír, pero preferí seguir fingiendo para escuchar que era lo que tenía mi amigo en mente.

—Bueno más que una pregunta es... No sé cómo explicarlo —Hizo una pausa y luego chasqueo la lengua—. Si yo estuviera en tus zapatos —Volvió hacer una pausa—. Si hubiese sido a mí a quien hayan encerrado en una celda por culpa de Gus, y si a mí me hubiesen dicho que tendría que ayudarlo a cuidar un perro que NO es mío, al menos yo siendo tú, no lo hubiese ayudado. O sea sí lo ayudara porque es mi amigo, pero tú eres una desconocida ¿por qué ayudarlo?

—No soy una desconocida, soy su vecina —habló detenidamente y luego añadió—: En verdad no sé a donde quieres llegar.

—Audrey, sé que eres suficientemente inteligente para entender. Ustedes dos apenas y se conocen, ninguno de los dos sabe algo sobre el otro —Muy cierto—, ni siquiera sabías que Gus trabajaba en Always. A mi parecer son simples desconocidos. Así que te lo repito ¿por qué ayudar a un desconocido? Al menos en el modo que tú lo haces.

Sí, creo que la misma pregunta había pasado por mi mente en algún momento, incluso cuando Audrey dijo que no podía dejarme solo con un perro, me sorprendí con ello. Llegué a creer que ella me ayudaría, me daría consejos o cosas de ese estilo, pero no ayudarme a tal punto de recibirme a las cuatro de la madrugada, eso ni siquiera tenía nada que ver con Des. ¡Diablos, si que me pasaba de imbécil!

—Bueno. No lo sé, soy una buena persona —balbuceó ella.

—¿Buena persona? —Seth soltó una suave carcajada un poco burlona—. No creas que me tragaré eso.

—¿Por qué?

—Porque sé que no harías lo mismo por otra persona. No harías lo mismo por mí, porque tú y yo somos amigos.

—¿Y qué tiene eso? Te ayudaría a ti, ayudaría a un amigo.

—Sí, pero no de la misma forma que ayudarías a alguien por quien sientes algo más. En este caso Gus.

La mejor pesadilla de GusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora