No usen drogas, lo recomienda una persona que se arrepiente de haberlo hecho.
Tengo un problema con la negatividad, lo sé, pero es que no podemos evitar los días malos. No podemos evitar momentos desastrosos en nuestras vidas porque parece que las cosas malas deben pasar si o si. Es como si en un gran libro estuviese escrito cada suceso de nuestras vidas y que desgraciadamente no puedes cambiar, ni mucho menos tomar un rumbo diferente y en el peor de los casos de personas como yo que parecía que la historia de mi vida sólo estuviera llena de malos sucesos. Mamá se equivocó, no sólo los momentos gloriosos te hacían sentir vivo, los momentos desastrosos te hacían poner los pies sobre la tierra y aumentaban las ganas de querer morir.
Mi gran día desastroso no inició mal, no es como lo vemos en las películas.
Te levantas y resulta que se te ha inundado la casa. Sales a tu trabajo empapado y tu jefe te despide por llegar tarde, los autos pasan lanzándote el agua enlodada, chocas el auto y terminas durmiendo en una banca de un parque. Eso es cruel, porque las películas lo hacen ver de esa manera, como si los que dirigen la historia o los escritores dijeran: "¿Saben qué? hay que agregar un día malo, pero no solo malo, lo haremos pésimo, como para que el personaje intente suicidarse" y todos aplauden felices por la exitosa idea. ¡Compadezcan al hombre, no puede dormir en una banca!
En mi caso tal vez hayan dicho: "Miren, le pusimos un perro, se está acostumbrando, le está yendo bien ¿no creen? ¡Tengo una idea! A este idiota le hace falta un día terrible."
La diferencia de la película y mi vida, es que en la película hay un momento terrible que ayuda al personaje a encontrar algo que siempre quiso. Tal y como lo planeó el director. En el mundo real, solo es una prueba planeada por la maldita vida para saber si eres fuerte o te das por vencido.
Y al menos yo estaba optando por la segunda alternativa.
A todo esto ¿Qué fue lo que pasó? Se estarán preguntando.
Era un viernes, como cualquier otro viernes. Me levantaba a seguir una especie de nueva rutina en la que se agregaba sacar unos diez minutos a Des antes de salir al trabajo. Por ende tenía que despertar más temprano, lo que hacía que ya no viera a Audrey por las mañanas.
Había tomado el autobús como siempre sin conseguir ningún espacio, llegué a mi trabajo.
Camille me reclamó, me dijo que era un imbécil por haber usado drogas, que no me quería volver a ver con Audrey y que me deshaga de Des, ya que a ella odiaba a los animales, en un grado exagerado, incluso más de lo que yo lo hacía. Por esa razón trataba de patearlo la vez que fue a mi casa.
En fin, se fue molesta lo que era obvio. Fui a mi supuesta oficina que sólo era un simple cubículo entre más cubículos y... bueno saben con exactitud lo que hago y lo aburrido que es.
No les voy a contar cada una de las conversaciones que tuve con la gente mayor sin poder reiniciar su maldito móvil porque sería de cierto modo masoquista, no quiero que me comparezcan por mi jodida vida repitiendo una y otra vez las cosas malas de la misma.
Aquel día viernes pudo haber sido un viernes cualquiera. Incluso estaba a punto de sobrevivir otro día atado a la línea telefónica de la oficina. Sería otro gran logró -que de grande no hay nada-. Fue justo antes de salir, todo está bien hasta que Roger apareció.
-Ho-ho-hola Gus -saludó haciendo que me gire a verlo.
Se encontraba igual que siempre a excepción de que tenía una gran sonrisa plasmada en su rostro, algo anormal en él. En realidad podía ser anormal en cualquier otra persona. Sus pómulos se levantaban a tal punto que provocaba que sus ojos se achinaran y dos hoyuelos, que jamás había visto en él, aparecieron en sus mejillas.
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La mejor pesadilla de Gus
Teen FictionGus es, como dice su hermana, un chico inmaduro, fracasado y tonto. Jamás se ha arriesgado a nada, ni ha tomado buenas decisiones, tenía un trabajo, un apartamento, sin embargo jamás vivió una vida de aventuras que sean dignas de ser recordadas. Per...