18.- Parte en la que me volví loco.

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Parte en la que me volví loco.

Seth se fue, me dijo que tenía algo en el hospital, en donde es algo similar a enfermero. No sé si decía la verdad o sólo era una excusa para librarse de una noche llena de quejas de mi parte, porque parecía que estaba mintiendo. No era una noche como para salir y acabar de cabeza en El oscuro -o Lights, como quieran llamarlo-, era más bien de esas noches en donde las nubes negras cubrían tranquilamente toda la ciudad dando paso a una tormenta que enfrió la situación.

Las gotas rebotaban danzantes en la ventana del balcón, y en el balcón en si, formando una delgada capa de agua en el piso de este. Sabía que llovería, lo pronosticaron y además era muy obvio. Me gustaba la lluvia, no era fan así como las niñas de ahora, porque muchas veces las tormentas te arruinaban algunos planes, pero no tenía nada en contra de ellas, ni mucho menos me daba el gusto de poner música corta venas y ver la lluvia por la ventana.

¿Se imaginan algo así?

Y Gus Lewis colocó un disco en su reproductor, dando paso a Let her go -no se me ocurrió otra- mientras miraba a la ventana y pensaba en lo miserable que es su vida.

Pensándolo bien, es algo que siempre hago (pensar de mi miserable vida), pero sin música triste, y para ustedes ya no debería ser ninguna sorpresa, es normal que me vean quejarme por cosas por las cuales ni debería hacerlo. Para mí eran situaciones que de verdad dolían, pero habrán dolores mucho peores, cosa que no sabía. Y cosa que en este momento que estoy contando está historia lo podría catalogar como un dolor mucho peor, algo que en verdad ha superado todo. Así que ese momento no debía de estar triste, a comparación de ahora.

Estaba solo, mirando a las gotas de agua deslizarse por la ventana del balcón.

Señores y señoras preparen sus cámaras fotográficas que lo que pasará luego de esto solo se verá una vez cada siglo. El hecho de arriesgarme a algo es similar a un eclipse solar.

Salí al balcón haciendo que algo de lluvia moje mi cabello que supuestamente estaba peinado, me acerqué y miré hacia la ventana de Audrey. La tela de una cortina evitaba que viera más allá, tenía derecho a ver que la luz y algunas sombras. No había duda que ella estaba ahí.

Volví entrar a mi casa y luego fui por mi celular. ¿Había guardado su número? Sí, claro pero el de su móvil, ella no me contestó al móvil durante más de dos semanas. Era más que obvio que esa noche no sería la excepción.

La cosa es que cuando se piensa positivamente, por decirlo así, se puede encontrar alguna solución. A parte estaba emocionado por querer escuchar su voz, porque estaba seguro de que pasaría.

Tomé mi móvil y marqué a la única persona que creí que podía ayudarme con su número.

-Edificio North Park -La voz cansada y de "Me da asco todo el mundo" resonó en mi oído luego de un par de pitidos.

-A-J ¿Qué hay hermano? Soy Gus, necesito que me hagas un favor -anuncié mientras jugueteaba con el cable del teléfono que al parecer estaba lleno de marcas de mordiscos.

Al paso que íbamos Des terminaría destruyendo toda mi casa.

-¿Favor? No destapo inodoros y lo sabes. Nada que tenga que ver con pararme -Este tipo era único.

-Necesito el número convencional de la chica del noveno piso, mi vecina emm...

Traté de restarle importancia, en plan de no la conozco muy bien y quiero su número solo para llenar mi libreta de números, no para algo importante.

-Audrey Blakeway. No te hagas el pendejo sabes su nombre. No te puedo dar su número, puedes ser un acosador o violador.

-¡Vamos me conoces desde hace tres años! No soy un violador. Además es un número de teléfono, no puedes violar a alguien por línea telefónica.

La mejor pesadilla de GusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora