O C H O

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Estoy segura que Luka disfruta internamente de mi aturdimiento en su presencia y si bien quisiera no ser tan extremadamente obvia, no puedo evitarlo

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Estoy segura que Luka disfruta internamente de mi aturdimiento en su presencia y si bien quisiera no ser tan extremadamente obvia, no puedo evitarlo. Si frecuentara con chicos como él me sería más fácil lidiar con su postura pero por mi barrio no encuentro a un rubio y de ojos amielados ni por milagro. También quisiera olvidar el percance con mi rostro y si bien estarlo viendo me distrae, no merma la punzada y por fuerza mayor, declino la sonrisa hasta quedar en una expresión normal. Vuelvo a mis cinco sentidos y parpadeo varias veces para hablarle de nuevo.

—Hola. —Me avergüenza realmente lo átono de mi voz y el claro post-llanto que reluce—. Te debo un helado.

—¿No estás trabajando ahora? —pregunta con una voz que me resulta hipnótica. Entrecierro los ojos confundida y respondo dubitativa.

—Emm... sí... pero vendemos helado y son muy buenos. —Señalo tras de mi a la máquina de helados. Sonríe y niega con la cabeza.

—Creo que no me entendiste —objeta—. Me debes un helado pero para que vayas a comerlo conmigo.

Debería ser ilegal jugar así con el sistema circulatorio de una persona.

—Oh. —La coherencia debería ser inmune a los encantos de un hombre. Pero no es así. Al menos en mi caso.

—Por ahora solo vine con mi hermano a darle el gusto. —Mira hacia atrás donde su hermanito está en una mesa distraído mirando la pared—. Y de paso para cuadrar nuestra cita.

Dijo «CITA» con mayúsculas y en negrilla... así lo escucho yo y mis tonos en el rostro no tardan en cambiar. Algo me dice "no te ilusiones" pero prefiero ignorarlo; así no salga nada romántico, el solo hecho de comprarle un helado al rubio es un avance en mi sosa vida y si pudiera, enmarcaría este momento.

—Oh.

—No sueles hablar muchísimo, ¿verdad?

Con tipazos como tú, ni siquiera un poquito. Pienso para mis adentros; posterior a eso escucho su risa y volco la atención de nuevo a él.

—Pues gracias —exclama. Arrugo las cejas sin saber por qué me agradece y se apura a explicar—. Por lo de "tipazo", nunca había escuchado ese apelativo.

Quizás no lo pensé para mis adentros. La frase «qué vergüenza» se volverá la más usada en mi mente mientras frecuente con Luka como-se-apellide. En momentos así las pocas neuronas que hacen acto de presencia ven como única opción reírse de forma nerviosa y en un tono un par de decibelios más arriba de lo normal. ¿Pedir disculpas por eso? Sí. Pedirlas.

—Lo siento... —formulo con las orejas coloradas—. ¿Qué vas a ordenar?

—Un menú infantil para Mateo y para...

Mi querida compañera Cielo irrumpe en mi espacio personal casi empujándome lejos de la caja para sonreírle al cliente quien levanta una ceja al ver tal acto. Sabiendo que mi interacción con Luka ha terminado, me volteo sin apenas mirarlo para seguir con mi labor saliendo de mi trance. Escucho que Luka pide no sé qué hamburguesa y se retira a la mesa a esperar el llamado. Cuando se aleja lo suficiente, Cielo voltea para dame el recibo con la orden.

La no protagonista de una historia de amor •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora