Parece que también me engañaron con lo de la resaca o las lagunas. O quizás no bebí tanto para llegar a eso. No me duele nada y recuerdo todo, incluyendo el infortunado descubrimiento/aceptación de que me enamoré del vecino. No sé exactamente cómo proceder desde acá ya que literalmente nunca había llegado tan lejos, solo sé lo triste que me siento de no ser nada con él. Es decir, yo sabía que iba a terminar enamorándome a lo pendejo e imprudente pero esperaba tardar más.
Aún tengo muchísimo que organizar acá porque ayer por salir no hice nada y aún hay ropa y cosillas qué desempacar. Debo admitir que esto de estar sola no es tan bonito, debo levantarme a preparar algo de desayunar si quiero comer y ahora sé que lo que necesite, debo hacerlo yo o no se hace. A eso no estoy acostumbrada, pero debo acostumbrarme y ya. Como hace una semana no lavo ropa y ya se me acaban las camisetas limpias, decido ir a la lavandería. Según el casero queda abajo en el sótano y está siempre abierta y ya que es miércoles tengo la esperanza de que no haya tanta gente.
Cargo mi lona de ropa sucia y saco dinero, mi celular y mis audífonos. Luego del primer piso, debo bajar diecinueve escalones y llego al desolado lugar que de no ser porque estoy segura que es el mismo edificio me asustaría por su aspecto, parece de película de terror y como la luz del sol no llega a estos lugares, se ve tétrico. Coloco mis audífonos y prendo la música para olvidar donde estoy y solo lavar la ropa. Al menos no es difícil usar estas lavadoras. Tomo dos lavadoras para que toda la ropa salga al tiempo y me siento en el suelo, cruzada de piernas. Intento con todas mis fuerzas ignorar el tintineo escalofriante de la luz del techo que combinado con el ajetreo de las máquinas me asustan un poco.
La música se detiene cuando una llamada entra. Sonrío al teléfono antes de contestar.
—Hola, Kevin. ¿Cómo estás?
—Hola, Cinthya. ¿Dónde andas? Hoy descansas, ¿no?
—Sí, hoy descanso. Estoy en el sótano del edificio, lavando ropa. Es sorprendente que haya señal en este hueco.
—Oh, con razón. Ya bajo, estoy en tu edificio, frente a tu puerta.
Y sin decir más, cuelga. Me levanto del suelo y voy sacando la ropa que casualmente ya estuvo seca. Al cabo de unos segundos, Kevin entra con un muffin de glaseado azul en su mano, con una velita en la parte superior. No puedo creer que lo olvidé.
—¡Feliz cumpleaños! —Se acerca de un solo paso y uno de sus brazos me apretuja fuerte. Al alejarse, alza el pastelito a mis ojos—. Pide un deseo.
Me toma un segundo descongelarme de mi asombro y ternura. Soplo la velita con el deseo sencillo en mi mente sin esperanza real de que se haga realidad y Kevin deja un beso en mi mejilla para luego mirarme de pies a cabeza.
—¿Por qué estás en esas fachas? ¡Es tu cumpleaños!
—Sí... yo lo había olvidado —murmuro—. Supongo que con todo lo que ha pasado no estoy muy en humor de celebración.
ESTÁS LEYENDO
La no protagonista de una historia de amor •TERMINADA•
Romance❝Todas las personas tenemos historia, pero no todas nacimos para ser protagonistas❞ |Sinopsis en el interior| -- SIN EDITAR Comienza: 10/junio/2017 Termina: 17/mayo/2018 Bienvenidos 💙