V E I N T I C I N C O

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Vagar por la vida no es bueno cuando no tienes un pilar al qué agarrarte

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Vagar por la vida no es bueno cuando no tienes un pilar al qué agarrarte. Las recientes circunstancias de mi existencia me demuestran que un cambio radical en la vida no necesariamente toma días, meses o años; pueden ser minutos, pueden ser segundos, pueden ser suspiros. Salí de mi casa hace unos minutos únicamente y he de admitir que esperaba que mi padre o mi madre me dijeran que no me fuera. Pero no fue así.

Estando tan arriba en la ciudad y siendo más de las cinco de la tarde, puedo observar el atardecer sentada en está fría banca de la calle. Mis ojos se secaron, al menos por ahora parece que las lágrimas decidieron tomarse un descanso, lo cual es bueno. Me encuentro completamente desorientada, sin saber qué hacer aunque le daré puntos a mi subconsciente por tener arraigada la decisión de irme. No puedo volver a las cadenas de mi hogar y si bien no tengo ni idea de a dónde va mi vida ahora, ese sentimiento de paz interior puede opacar el de temor a lo desconocido.

Sé que los miércoles son las reuniones de la iglesia por el curso vacacional de Alex así que asegurándome de que ya no están en casa, entro hasta mi habitación para sacar algo de las cosas indispensables. Mi costado sigue doliendo endemoniadamente con cada paso que doy y al ver la mesita con la que choqué el recuerdo fresco acude a mí. Me obligo a no mirar sino a subir directamente a mi habitación.

Mi mochila no es realmente grande pero algo ha de caber. Meto unos pantalones, camisetas, ropa interior y los productos de aseo. Todo sin llorar, todo en silencio como la culminación de algo que quizás internamente sabía que iba a pasar tarde o temprano. Mi habitación tiene llave y le pongo el seguro provisional hasta que vuelva en unos días por el resto de mi ropa. Tengo la fortuna de no cruzarme con mi madre y ya estando a una calle de distancia, me detengo para meditar lo siguiente por hacer.

No voy a llamar a Luka. Me siento tan avergonzada que es imposible que llame al chico que tanto me encanta a que sienta lástima de mí. Eso, definitivamente no es una opción. Dylan tampoco, no sé exactamente qué planeaba él conmigo pero ya que no estoy bajo la obligación de mi madre, asumo que mi contacto con él se ha perdido. Tengo a mi mejor amigo y es sinceramente, lo único seguro que tengo en mi vida en este momento.
Llego a su casa y toco, es su madre quien me abre la puerta.

—Buenas noches, señora María —saludo. Ella me responde con una sonrisa—. Busco a Kevin.

—Lo siento, Cinthya, no está. Esta noche había un partido y se fue a casa de su primo.

Genial.

—Oh, bueno. Le dice que me llame, si es tan amable.

—Claro que sí, Cinthya.

Cierra la puerta dejándome de nuevo en la calle. La señora María es un amor de persona pero es amiga de mamá y no voy a contarle mis problemas a ella. Lo más probable es que el chisme le llegue en menos de veinticuatro horas y no vale la pena que la señora María sea mal vista por escuchar primero mi versión.

La no protagonista de una historia de amor •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora