10. Una lección de skate

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Capítulo 10. Una lección de skate

NARRA LAURA

Sábado 7 de octubre de 2017

Ya ha pasado semana exacta después de todo lo de la fiesta.

Estos días he intentando llevar el hecho de que mi abusador esté en mi instituto lo mejor posible. Pensar en ello se me hace terrible, sin embargo, no se compara ni en lo más remoto a la sensación de verle por los pasillos o transitando las mismas zonas por las que yo estoy.

Es una pesadilla viviente.

A veces me pregunto qué hubiese pasado si ese día no hubiese preparado la fiesta en casa de Sara. Tal vez fue el destino quién me castigó por ello.

Nunca he sido la mejor persona y ahora con todo esto que me estoy pasando me estoy dando cuenta de que la vida me está devolviendo todo lo malo que alguna vez hice.

Cada vez que le cuento eso a Diego, él dice que exagero y que no es así pero yo sé perfectamente que sí que es verdad. ¿Y qué es lo peor de todo lo que estoy viviendo? No poder contarle a nadie lo que pasó.

Hablar del tema me aterra, me produce escalofríos, ganas de llorar, incluso de dormir y no despertarme más. Es como una herida que tengo que sanar yo misma para después poder contárselo a los demás.

Eso sí, por muy malo que parezca lo que me ha ocurrido también me ha traído sus cosas positivas, como el hecho de conocer mejor a Diego, apreciar más a mi mejor amiga y ver la vida de otra manera.

—Toc, toc —Diego imita el ruido que se supone que se genera al tocar una puerta antes de entrar.

Estos días él ha estado prácticamente entrando y saliendo de mi casa, incluso mis padres ya le conocen.

—¿Qué haces tú aquí? Pensé que ibas al parque con los chicos —digo recordando perfectamente lo que dijo ayer Benjamín en el comedor cuando Diego me hizo sentarme con ellos.

Diego camina hacia mi y se sienta en la esquina de mi cama.

—No quería dejarte sola —Él aplana sus labios y se encoge de hombros.

Yo ruedo los ojos y suspiro.

—Te he dicho que ya estoy mejor.

—Guárdate tus palabras para quien las crea —manifiesta él dejando ver que no me cree.

—Creo que te preocupas demasiado por mi.

Ahora es él quien rueda los ojos.

—¿Tan raro te parece que alguien te quiera ayudar? —cuestiona mirándome fijamente.

Yo me aferro más aún a la sábanas.

Sé perfectamente que la gente se suele ayudar mutuamente, lo que pasa es que nunca nadie, o más bien un chico, me ha demostrado que le importe tanto como lo está haciendo estos días Diego.

Es extraño porque en el fondo siento que lo está haciendo porque se siente culpable, lo cual es irónico teniendo en cuenta de que él no fue el responsable de lo que ocurrió.

Las diferencias entre Sara y LauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora