El beso más caro del mundo

CAPÍTULO VEINTE

Sentado en la soledad que invadía mi casa intenté comprender porqué habíamos roto, porque pensaba que me gustaban las grupis y no ella, pero la respuesta estaba muy bien escondida.
Quería explicaciones y no esperar para tenerlas, así que no pensé, simplemente actué.
Fui a casa de Mónica, donde Paula había decidido pasar unos días, fue estupendo pero a la vez misterioso que me abriera la puerta.
—Necesito hablar con su hija.
—Ella no quiere hablar contigo.
Paula apareció por detrás y mostró indicios de que lo que su madre decía era incierto.
Nos dejó solos y mi ex novia cruzó los brazos enfadada.
—Creía que no te gustaban las locas—dijo en un tono tan frío que hasta sentí escalofríos.
—Estás loca, chiflada, pero te contaré un secreto, las mejores personas lo están. Alicia en el país de las maravillas.
Conseguí sacarle una sonrisa, pero no fue duradera.
—¿Qué quieres?—Preguntó con el tono de antes.
—Arreglarlo, y que entiendas lo que siento.
—¿Ese comentario no es demasiado empalagoso para ti?
—Tal vez, pero sé que te conmueve.
Dejó los brazos sueltos, buena señal.
—No pierdas el tiempo conmigo, vete con alguien de tu posición.
—No seas estúpida, los amores imposibles son los mejores, sobretodo si esas personas pueden estar juntas.
—Pero admite que no esperabas acabar conmigo, admite que tu sueño era estar con otra famosa.
—Esta bien, lo admito, tienes razón, pero te quiero a ti.
—¿Por qué debería creerte?
—Porque si quisiera estar con alguien famoso no estaría aquí intentando que vuelvas.
Se dio cuenta de que tenía razón y sorprendentemente me pidió perdón, ella era más de decir «vale tienes tú razón».
—Venga, coge tus cosas y vamos a casa.

Estaba feliz, no la había perdido después de todo.

Cuando salí del recuerdo...

Llegó Broken Heart, una canción que transmitía mi sentimiento de abandono cuando por un momento, puede que algunas horas lo dejamos, lo anulamos todo en nuestras mentes, nos quitamos muchas ideas y planes de la cabeza.

En esa discusión y esa soledad creí que la había perdido para siempre, y cuando vi que era real, cuando me oía cantando un futuro inesperado sentí que se encogía el corazón, no entendía como había podido escribir aquello sin ni siquiera repasarlo, sin ni siquiera pararme a pensar lo que estaba diciendo.

Cuando sientes ese dolor en el pecho tu rostro consigue describirlo a la perfección, como una especie de Picasso de los sentimientos.

Lo sentí, Trevor había rodeado mi cuello con su brazo y tenía la cabeza sobre mi hombro, en ese momento no pensé nada, pero cuando lo recordé, cuando lo repasé bien en mi cabeza, vi que a lo mejor era su forma de ayudarme a escucharla, y luego recordé los momentos en los que no podía ni siquiera tocar My Little Princess, también había hecho ese movimiento ahí, aún que cada vez con menos frecuencia, aún así, lo hacía.