CAPÍTULO 28

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 Parecía que todo estaba empezando a arreglarse.

Kristin y yo volvíamos a ser amigos o a lo mejor simplemente volvía a hablarme, pero en cualquier caso había vuelto.

Trevor y yo estábamos bien, digo bien porque solo teníamos amigos comunes, siempre dudaba de si alguna vez lo fuimos, lo dudo incluso mientras os cuento mi historia.

Solo había una cosa que seguía rota, no, no estoy hablando de mi corazón, mi corazón a partir de ese día se volvió de piedra y el martillo que se encargaba de golpearlo hasta la muerte pocas veces se acercaba.

No, estoy hablando de nuestra canción, esa estúpida metáfora que cantamos juntos.

Ese recuerdo seguía atormentándome, no podía gritar esas palabras y mi mano interpretaba la melodía como podía, no me sentía orgulloso de mis resultados.

Aparte cada vez que no me salía-cosa bastante frecuente- me estresaba y me fumaba un cigarrillo, parte de mi adicción seguía ahí, pero pensé que no pasaba nada mientras me quedara allí.

Mark y Trevor vinieron a mi casa y me dieron un ultimátum, o cantaba My Little Princess o dejaban la banda.

—Buen intento pero no cuela, sobretodo porque ¿Trevor y yo lo arreglamos hace cuanto? ¿Tres días?

Juzgué a Trevor con la mirada por no haber sido más inteligente, se avergonzó.

— Al menos inténtalo-pidió Mark.

Le señalé la guitarra impactado.

—¿Que crees que he estado haciendo?

—A lo mejor no puedes porque no estamos nosotros—Dijo Trevor.

Me encogí de hombros.

— Tal vez.

— Vamos a averiguarlo.

Obedecimos a Trevor y fuimos a nuestro estudio a ensayar.

La frustración de la primera canción, My Little Princess se extendió por todo mi cuerpo y provocó que no fuera capaz de cantar ninguna.

—¿Arthur que es lo que te pasa?-Preguntó Mark preocupado.

—¡No lo sé! —Grité.

— No es por presionar pero, ¿sabes que mañana es el último concierto de la gira verdad?

—¿ Por qué crees que estoy tan estresado?

Trevor nos calmó, como solía hacer yo antes, me sentí extraño.

— Venga, respiremos hondo y probemos otra vez.

Seguía sin poder, así que me marché de allí, me fumé medio paquete de tabaco y recé para no fastidiarla al día siguiente.

Me quedé dormido y tuve el sueño de siempre, solo que algo diferente:

—¿Me quieres?—Preguntó Pau.

—Te amo, ahora y siempre, por eso siento tanto haberte matado.

No entendió lo que le dije, no se enfadó conmigo ni me gritó como las otras veces, solo sonrió.

No lo entendía, me gustaba verla sonreir pero quería que me despreciara, que me odiara, y tampoco entendía por qué.

—¿Matarme?Arthur tú no me matase.

Se rió al decirlo, ¿acaso había quedado como un idiota una vez más?

—Pero estrellé el coche.

—¿Y? Fue un accidente.

¿Era la verdadera Paula o la habían secuestrado los extraterrestres? La que me culpaba en todos mis sueños había dejado de hacerlo. ¿Qué era lo que mi subconsciente intentaba decirme? ¿Qué por fin veía lo que todo el mundo había visto desde el principio?

—Pero igualmente te quite la vida.

Al oirme quise llorar, como siempre, pero al notar su mano encima de la mía, notar su tacto de nuevo de una forma tan real, las ganas se fueron, volvimos a mirarnos.

—No pienses más en eso, tú solo sigue con tu vida, y al recordarme, que sea con una sonrisa.

Se parecía mucho a lo que me había dicho Kristín una vez, la mente era poderosa, muy poderosa.

—No puedo, todas mis canciones hablan de ti, y luego está My Little Princess y...

Me puse nervioso al recitar mis problemas en voz alta, movía la cabeza de un lado a otro y los brazos de una manera demasiado exagerada.

Me cogió de la barbilla y me obligó a ver esos ojos brillantes y verdes.

—Claro que puedes, ¿sabes por qué? Porque no estás solo, tienes a la psicóloga, a Trevor, a Mark... y también a mí.

Quería abrazar a ese espectro, darle las gracias, pero no podía estrecharla entre mis brazos porque es lo que tienen los fantasmas, no se pueden tocar.

Paula demostró otra vez que me conocía.

—¿Quieres un abrazo?

Asentí y me correspondió.

La noté, como cuando estaba viva, sentía sus brazos rodeando mi cuello, su pecho contra el mío, su cintura al rodearla.

Me quedé sorprendido al ver lo excesivamente real que era todo aquello, pero no protesté, disfruté de ese minúsculo momento porque presentía que sería el último.

—¿Te sientes mejor?

Volví a asentir.

—Entonces despierta.

No tenía abiertos los ojos, sin embargo ya había despertado.

La persona que era estaba mejor pero, ¿y el personaje que interpretaba?¿Él estaba bien?

Lo pensé en mi cabeza, no veía más que problemas.

Me había convertido en una persona deprimida y eso era lo que las nuevas canciones reflejaban, lo que debía cantar a partir de ese momento.

My Little Princess era peor, a pesar de sentirme mejor a causa del sueño seguía sin poder cantar aquello, su voz desafinada me distraía y robaba protagonismo al no dejarme cantar.

Abrí mis ojos humedecidos y me decidí a superarlo de una vez, Kristin había estado ayudándome y no quería que su esfuerzo fuera en vano, además, no me merecía sufrir más.

Cogí la guitarra y los solos me salían, pero cantar, cantar todo aquello era muy duro, ¿creeis que al final lo conseguí?, pues tendréis que leer el siguiente capítulo.

El beso más caro del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora