El beso más caro del mundo

CAPÍTULO 23

Hacía tiempo que no me subía a un escenario, que no notaba ese gusanillo en el estómago que te hace cosquillas en la barriga, hacía tiempo que no me sentía a gusto conmigo mismo tocando.

Tocamos nuestros temas más famosos menos My Little Princess, todavía no me sentía preparado.

Trevor para mi sorpresa lo entendió, pero lo que yo no entendía era por qué no había puesto objeciones ni mala cara y tocaba encantado consigo mismo, supongo que el rencor no importa cuando hay dinero de por medio, o quizá propio orgullo.

Después de otra ovación del público les mandé callar, obedecieron sin rechistar.

—Ahora vamos a tocar una canción que escribí ayer con un poco de ayuda, espero que os guste.

Volvieron a aplaudir, y toqué Thank you con todas mis fuerzas.

La canción hablaba de Kristin y la ayuda que nos dábamos mutuamente, yo opinaba que era una nueva canción, y la reacción de nuestro público terminó por confirmarlo.

—¿Os gusta lo nuevo?—pregunté.

Gritaron de emoción, mostré una pequeña sonrisa.

—Me alegro porque tenía pensado cantar otra.

Los focos volvieron a apagarse y solo se oía nuestra música.

Seguramente os preguntaréis cual es esa canción misteriosa, la titulé Just To Say No, una canción creada por el repentino pero esperado beso de Kristin.

Como su título indica era mi manera de decirle que no quería nada con ella, si lo sé, no es la manera más indicada de decir eso a una chica, pero no se me había ocurrido otra forma, la propia canción lo decía.

Todos aplaudieron la forma que tuve de rechazarla, supongo que porque eran ajenos a todo aquello.

Con mi botellín de agua en la mano fui al camerino al final del concierto nuevamente a por mi chaqueta.

Entré y me enfadó ver una estrella en la puerta.

Yo no era una estrella, solo era alguien que cantaba lo que sentía, eso no era merecedor de llamar estrella a nadie, como mucho valiente.

Abrí la puerta y me encontré a Kristin sentada en mi silla mirándose en el espejo.