CAPÍTULO DIECIOCHO

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Nos intercambiamos de sitio, ahora ella estaba en esa especie de silla y yo en el sofá, como siempre tumbado, mirando hacia Kristin, que se reía de mí.

—¿Te puede el aburrimiento?

—Solo quería convencerte con la mirada de que tu idea es una forma de perder el tiempo.

—No siempre, confía en mí.

—¿Que clase de cliente sería si no lo hiciera?—Le pregunté guiñándole un ojo, esa fue la primera vez que me sonrió, la primera vez en dos semanas.

Iba a decirme algo pero sonó el timbre.

Le habló con amabilidad y le pidió que se sentara a mi lado.

—Sus piernas ocupan todo el sofá—dijo enfadado.

Las elevé al aire para dejarle sitio, una vez sentado se las puse encima, curiosamente no protestó.

—Bueno, solo os voy a pedir que pongáis un poco de vuestra parte, y ahora decirme:  ¿Cuál es exactamente el problema?

—Que no le importo una mierda como persona.

Lo que dije les sonó fuerte a los dos.

—El problema es que no se compromete.

—¿Lo ves? Ha esquivado lo que he dicho porque sabe que tengo razón—grité mirando a Trevor con odio.

—¡Dios! ¡Deja de decir eso! ¡Qué pesado eres!

Kristin intervino justo a tiempo. Nos mandó callar a los dos y le obedecimos.

—No se trata de quien tiene razón; ambos tenéis parte pero así no vamos a llegar a ningún lado, ¿Trevor te das cuenta de como se siente Arthur?

—Arthur me importa.

—A lo mejor el problema es que no se lo demuestras lo suficiente.

—O que no lo demuestras a secas—intervine.

Me miró, recordé el día que me presentó a esa chica que me estaba intentando ayudar.

—No puedo sacar mi lado tierno si no pones de tu parte, Arthur.

—No sabías que tuvieras.

Se levantó enfadado, sus gritos invadían el espacio.

—Es imposible, mira... piensa lo que te dé la gana. Tengo cosas más importantes que hacer que malgastar el tiempo.

—Estoy flipando, ¿nunca desde el entierro me has intentado animar y ahora vas de víctima? Anda y que te follen.

—Vete a la mierda, y si piensas que no te animo recuerda el día que escuchamos la grabación entera del álbum.

La noche del final de la grabación la escuchamos entera para ver como había quedado.

Sonaba bien, sonaba a lo que habíamos sido desde el principio, sonaba a aquello que no queríamos cambiar.

Me sentía incómodo, el resto de la banda y nuestro manager estaban escuchando mis sentimientos más íntimos y profundos, lo que sentía por un recuerdo, rememorando todos y cada uno de nuestros días, sin olvidar ninguno.  

Entre ellos estaba en el que la perdí temporalmente. Pensé que no volvería a hacerlo... que equivocado estaba. Ahora no podré decir temporalmente por mucho tiempo que pase.



El beso más caro del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora