CAPÍTULO NUEVE

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Mark entró y me miró como entendiendo lo que sentía, espero que nunca nadie lo haga.
-Mira Mark, ya no está, se ha ido.
Hice una pequeña parada para asimilar lo que acababa de decir; Mark se quedó callado escuchándome, era una de sus mejores cualidades.
-¿Sabes lo peor?, que no importa a donde vaya, Londres, París, China..., puedo buscarla todo lo que quiera, que no la voy a encontrar.
Volví a desmoronarme y él se sentó a mi lado.
-A mí también me caía bien.
-Yo la quería.
Me rodeó con el brazo y apoyé mi cabeza en su hombro.
-Desahógate, te vendrá bien.
-Ya nada me hará sentir bien.
Los lagrimones volvieron, los expulsé demasiado deprisa.
-Tienes que salir de aquí, venga vamos fuera.
Salimos y nos encontramos con Mónica, estaba tan destrozada como yo.
-¿Por qué lo has hecho?, Paula te quería,¿por qué tú a ella no?
Quería decirle que no era verdad, que quería a su hija, que siempre lo haría... pero no me atrevía a responderle, ni siquiera a mirarla a la cara.
Los periodistas ya estaban en la puerta para que diera declaraciones, como cualquier famoso me subí al coche sin decir una palabra.
-¿Adónde me llevas?-le pregunté.
-Al bus, tenemos que estar en San Francisco en 6 horas.
No podía creerlo, la gira era lo único que tenía en mente, ¿no era capaz de ver como me sentía?
-¿No ves que no estoy en condiciones?-Le reproché.
-Toca un par de temas para ir calentando-me pidió ignorando lo que acababa de decir.
Miré a mi izquierda, la guitarra me llamaba a gritos.
La cojí y toqué acordes sin sentido hasta que oí una voz en mi cabeza que me pedía que tocara una canción entera.
-¿Alguna petición Pau?
Pidió About a Girl y cumplí su petición, podía ver su sonrisa en mi mente esquizofrénica.
-¿Por qué te torturas así?-Preguntó.
-No lo sé.
Seguí tocando, la toqué una y otra vez sin parar.
Llegamos al autobús, Trevor estaba en las puertas esperándonos.
-¡Por fin aparecéis!
-Trevor, Paula ha...
-Ya me lo dirás luego tenemos que irnos.
Me empujó dentro y me quedé helado, pero no tuve más remedio que sentarme.
-¿Que decías de Pau?-Me preguntó Trevor una vez nos pusimos en marcha
-Está muerta, y no la llames así, no le caías bien.
La noticia le pilló por sorpresa, no sé cual de las dos, me miró como si lo sintiera de verdad.
-Lo siento.
-¿Entonces por qué no cancelamos el concierto?
-Perderíamos dinero.
A veces se me olvidaba que el dinero mueve el mundo, que si no lo tienes parece que no eres nadie, ese tipo de cosas certifican que el mundo da asco.
-Pues ojalá se os rompan los instrumentos.
Se quedaron callados y lo dejaron pasar, supongo que porque se notaba que estaba dolido o porque simplemente había perdido a alguien muy importante o porque una cosa conlleva la otra.
Llegamos, la gente nos aplaudía y gritaba mi nombre, en ocasiones el de la banda pero sobretodo el mío.
Cantar era extremadamente duro, pero lo conseguía a pesar de que las lágrimas brotaban y brotaban, mi voz era llorosa pero aún así rockera, podía sobrellevar todo, pero llegó el momento en el que tuve que cantar My Little Princess.
Había ensayado esa canción un millón de veces, pero siempre con Pau mirándome o cantando en bajo para no molestarme.
Llegó mi entrada, pero cuando recordé que la habíamos cantando juntos mi voz se encerró en la garganta.
Intenté sacarla pero era testaruda como su dueño y se negó.
Eso me hizo llorar más, perder a alguien y fallar a tu público el mismo día es la peor combinación posible.
Les pedí perdón a todas aquellas personas que habían perdido su tiempo, salí corriendo y le pedí al conductor del bus que me llevara a casa, me daban igual Trevor y Mark, que se buscaran la vida.

El beso más caro del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora