You can be the boss

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Estaba emocionado por entrar a su nuevo empleo en un gran edificio que lo hacía sentir tan profesional y adulto.
Tenía 22 años cuando esto paso, Frank Iero, un hombre inteligente y bueno para los negocios, había terminado la universidad muy rápido gracias a su gran inteligencia, y había sido aceptado como trabajador en una empresa no muy conocida pero estaba generando grandes ingresos ese año.
Su trabajo era simple, para él, tenía que vender, ¿vender qué?, vender sistemas de seguridad para otras empresas, sonaba aburrido pero no lo era, pues era un reto fabricar nuevos sistemas de seguridad sin cagarla o matar a alguien por algún error del sistema.
Frank ya estaba haciendo sus planos, ideas, y todo tipo de elementos para que su trabajo fuese evaluado y eficiente para la empresa. En el pasado Frank había estado en una banda, pero eso no funcionó, era un niño punk y poseía tatuajes, a pesar de llevarlos en la mano eso no le impidió conseguir el empleo.
Su oficina era algo grande y color blanca, tenía unas hermosas ventanas,  que hacían que la preciosa arquitectura  de Nueva York se apreciará.
Todo iba bien, pero en un empleo siempre hay hora de comer, así que como típicamente un empleado hace, fue hacia la cocina de la empresa, donde había dejado su almuerzo comprado de una tienda. Una ensalada muy saludable y una botella de agua, comida lista.
Había más personas en la cocina, como dos mujeres muy jóvenes tomando café, y algunos hombres comiendo almuerzos para nada buenos para la salud.
Las mujeres que estaban bebiendo café se encontraban detrás de él, las había visto cuando entro y decidió darles la espalda para no verlas, y así disfrutar su almuerzo sin contacto con nadie.
Las mujeres hablan sobre su jefe, cosas buenas y otras no tan buenas...
—Escuche que el señor Way es ateo, no es relevante, pero yo creo demasiado en Dios, espero y sea respetuoso con eso. – dijo una de ellas, Frank empezó a escuchar porque no había nada más interesante que hacer.
—Eres su secretaria y obviamente tiene que respetar las religiones de los demás, además dicen que es gay, pero que tiene un carácter diabólico. – comentó la otra mujer, haciendo que él tatuado con traje comenzará a interesarle la conversación por algún motivo.
—Dímelo a mí, casi no me deja entrar a su oficina, y casi no lo he visto del rostro, eso es raro ¿no? – preguntó la mujer. Frank había olvidado que estaba comiendo así que cuando lo noto volvió a comer con normalidad.
—Por supuesto, casi nadie aquí lo ha hecho, llega muy temprano, pero bueno es el jefe debemos de respetar lo raro que sea.
—Absolutamente.

El castaño ya había terminado su almuerzo, y al finalizar tiro la basura a la papelera de la cocina. Cuando se dirigía a su oficina se puso a pensar, que tampoco había visto el rostro de su jefe, solo había escuchado su voz cuando lo llamo por teléfono para hacerle saber que había sido contratado.
Por otro lado, Gerard Way, dueño de la empresa con nombre "GW Security Systems" un nombre no tan original pero entendible, era un hombre de 30 años, joven para los negocios e inteligente para llegar a donde está ahora; sabía y reconocía cada una de las caras de las personas bajo su control y para hacerlo más interesante, también sabía mucho de sus vidas...

Pasó exactamente un mes, cuando Frank Iero había inventado la seguridad por código de voz en una caja fuerte, haciendo que los millonarios no fuesen robados ni por sus propias familias. La idea se vendió muy bien y Gerard Way estaba muy feliz de tener al castaño en la empresa, tanto que lo ascendió, también hizo que le asignarán a su propia secretaria, para que no se moviera si necesitaba algo. Frank no sabia que le iría tan bien, incluso fue invitado a cenar por su jefe cuando gracias a otras ideas vendidas, todos conocían la empresa.

Así que un día Frank Iero, un hombre con sueños inmensos, empezaba a cumplir cada uno de ellos.

Se encontraba sentado en su oficina, cuando su secretaria llamo por el teléfono.
—¿Qué pasa Mara? – dijo tranquilo, su secretaria era feliz de tenerlo como jefe porque no era un idiota engreído que se aprovechaba del poder sobre otros.
—Frank, es hora de la cena con el señor Way en su oficina. – dijo, llamándolo por su nombre como él le había pedido, señor Iero seguía sonando raro para él.
—Dile a Aida que enseguida voy.
—Esta bien, suerte con el jefe.
—Gracias, la tendré.
Después de que Mara le avisara a Aida, la secretaria del señor Way, que Frank estaba yendo para la importante cena de celebración, este se levanto y comenzó a caminar con naturalidad hacia el ascensor, que lo dejo en el último piso, donde se encontraba solo la oficina del señor Way.
Toco la puerta al llegar y la secretaria le dijo que simplemente pasará.
La gran habitación, no estaba muy iluminada, más bien había una luz tenue, había muchos cuadros y también una pequeña sala.
Caminó hacia el escritorio donde notablemente su jefe le daba la espalda con la silla, la comida ya estaba servida.
Así que simplemente se sentó, frente al escritorio. Cuando la silla giro algo lento, pudo ver al fin el rostro del señor Way, un rostro joven, ojos verdes, facciones femeninas pero se notaba que era un hombre, cabello rojo, cejas casi perfectas, labios rosas...
Dejó sin aliento a Frank, quien no había hablado y Gerard simplemente comenzó a hacerlo.
—Señor Iero, de mis mejores trabajadores, estoy tan complacido de tenerlo aquí en mi...empresa. – dijo, y tomo una copa de vino que estaba al lado de su plato y comenzó a mover la copa en círculos lentamente en su mano.
Su voz era aguda, pero tenía un toque varonil, el castaño, salió del estado de shock y asintió.
—Me puede decir Frank, señor Way, y me alegra que esté complacido con mi trabajo. – contesto con naturalidad, relamiéndose los labios, al pensar en los de su jefe, lo cuales este mordía sutilmente.
—Llámame Gerard, Frank. Me alegra que estés aquí hoy, cuéntame sobre ti por favor. – dijo el de ojos verdes, mientras comenzaban a degustar su elegante comida.
—No hay mucho que saber, soy amante de la música y de la vida, creo que eso es todo.
—Me imagino que ha estado involucrado en la música, ¿no es así? – hablaba con naturalidad, lo cual ponía a Frank nervioso como si su jefe supiera cosas que él no.
—Si, estuve en una banda, pero decidí enfocarme más en mis estudios. – dijo y vio como el señor Way no se sorprendía, pues la mayoría lo hacía cuando menciona que había estado en una banda.

—Interesante. ¿Frank eres casado? – la pregunta surgió de la nada, puesto que habían tenido un silencio incómodo por unos minutos.
Frank no sabia porque se sentía tan intimidado por el hombre frente a él.
—No, estoy soltero, tuve una novia pero eso se terminó hace mucho. – dijo simplemente volviendo a su comida.
El señor Way sonrió y Frank vio que su sonrisa era perversa, pero muy excitante...y tal vez no debería pensar de esa forma de su jefe, pero él hombre era muy guapo, así que era inevitable.
Gerard tenía una sola mano arriba del escritorio , y no comía tan seguido como Frank, su otra mano estaba debajo de su escritorio, haciendo quién sabe qué.
—Y que hay acerca de usted, ¿es casado? – quiso preguntar también pues sentía que podía hacerlo.
—No, háblame de tú, Frank, estamos en confianza, ¿o no? – dijo su jefe, con una cara que no sabía muy bien cómo describir, sentía que podía ver algo de coqueteo pero no estaba seguro.
—Si, claro Gerard, eres mi jefe, así deben ser las cosas ¿verdad? – dijo un poco nervioso, dejando las palabras salir sin sentido.
—Verdad.
Después de un rato, Gerard comenzó a morder sus labios más seguido y solía mirar hacia los de Frank. El castaño se ponía nervioso y sentía una especie de tensión sexual.
No era normal y tenía que detenerse pero, ¿Detener qué?
—Frank quisiera mostrarte mi colección de vinilos, si estás de acuerdo. – dijo su jefe al terminar la cena, la cual había dejado satisfecho a Frank, pero noto que su jefe casi no había tocado su plato.
—Claro, me encantaría ver que tienes.

El de ojos verdes sonrío y se paró de su asiento con elegancia, Frank no había visto esa clase de elegancia en un hombre, era increíble.
El castaño siguió a su jefe hasta un estante lleno de vinilos de muchas bandas y artistas.
—Wow, Gerard, no creí que te gustara black flag, son geniales. – dijo fascinado al darse cuenta que tenía mucho en común con los gustos de Gerard.
—Mis favoritos son los de David Bowie, me identifico con el hombre. – le comentó su jefe, quien era más alto que él, y se estaba poniendo muy cerca de su rostro.
Volvió a sentir aquella sensación, aquella tensión.
Su jefe tomó su cabeza y comenzó a besarlo, lentamente, saboreando sus labios, sin usar la lengua solamente pequeños besos que Frank estaba amando.
Le correspondió porque sí que tenía ganas de probar esos labios, eran divinamente suaves.
Caminaron lentamente a el sofá negro de su jefe, y siguieron con los besos, pero esta vez más intensos. Gerard había abierto su boca dándole a entender que metiera su lengua, y así hizo. Frank atacaba la boca de su jefe y este parecía disfrutar estar debajo de él.
—Me estuve tocando toda la cena, pensando en lo que tu boca podría hacerme. – y ese comentario de su jefe lo calentó de inmediato.
Comenzaron a quitarse la ropa entre ellos, hasta quedar completamente desnudos, Gerard seguía debajo de Frank.
—Quiero que me tomes, quiero montarte, necesito que estés dentro de mí. – dijo el pelirrojo mientras gemía por cómo Frank se frotaba en su miembro, y si algo pudiera prender más a Frank era tener a su jefe suplicando por ser penetrado.
Cambiaron posición y Frank se quedó sentado en el sofá mientras Gerard estaba frente a él, sentándose en sus piernas.
El castaño metió dos dedos en la boca del pelirrojo, y este los lamió, chupo y mordió, para después ser utilizados para prepararlo. Frank metió un dedo en él, haciéndolo gemir, y volvieron a besarse con intensidad.
El señor Way tomaba el cabello castaño y jaló de él cuando sintió el segundo dedo entrar, y suspiro cuando fueron retirados. Se levanto para poder ser penetrado por Frank lentamente, y los dos hombres soltaron un brutal gemido cuando ya estaban listos.
Frank tomó las caderas de Gerard y este comenzó a moverse rápidamente, haciendo que el castaño soltara varias maldiciones.
—Mierda, Gerard. – gimió, y tomo el pene del pelirrojo para masturbarlo al mismo tiempo que este se movía.
Gerard comenzó a gemir más fuerte y sentía el placer recorrer su estómago y todo su cuerpo. Frank gruñía y movía más rápido su mano para que el pelirrojo tuviera un mejor orgasmo, el también sentía que el orgasmo estaba por llegar cuando sintió espasmos en su vientre.
Los dos comenzaron a gemir mucho más fuerte, Gerard se corrió en el estomago de Frank, y este lo hizo después de él. Se quedaron sintiendo los pequeños restos del orgasmo y volvieron a besarse pero de una manera lenta, tocando sus lenguas de una manera exquisita.
Gerard salió de Frank y se sentó a su lado.
—Sin duda eres mi empleado favorito.

$$
prometo mejorar mi smut
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chao

frerard ☼ smutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora